— Es un tipo de droga. — Hablé lento intentando entender. — Espera, ¿Crees que yo consumo Fentermina para perder peso?
— Lo vi, en tu computadora. — Me explicó. — Y quizás que otras cosas haz estado haciendo. ¡Maldición! — Exclamó.
Me sentí ofendida. Pues yo no estaba haciendo nada para recaer en mi desorden alimenticio. Al contrario, intentaba alejarme de aquello pero no podía hacer nada contra las crisis de las que no le había contado.
— Piensa lo que quieras. — Caminé hacia la puerta para terminar algo que sería otra pelea. — Pensé que tenías un poco más de confianza en mí y en mi recuperación, pero estaba equivocada.
Hunter's POV
Las discusiones con Maddie eran cada vez más habituales. Todo había ido excelente cuando recién llego pero no todo dura para siempre.
No la comprendía, odiaba el hecho de que se guardara las cosas que le hacían daño. Pero al mismo tiempo me preocupaba tanto, no quería verla herida otra vez.
Me daba miedo volver a verla frágil.
— ¿Te encuentras bien? — Preguntó mi madre cuando me vio entrar a la cocina apenas llegue a casa luego de la discusión con Maddie.
— Todo bien. — Mentí y me serví un vaso de leche.
— Pareces molesto, hijo. —Acarició mi mejilla. — Te haz peleado con Maddie, ¿Quieres hablar de eso?
— Estoy harto. — Suspiré cansado.
— Debes darle tiempo, eso es lo que creo. Piensa en todo lo que a tenido que atravesar. — Estableció.
— Siento... Siento que ella no me quiere tanto como yo a ella. — Le confesé de manera triste. — Yo soy totalmente dependiente de ella, mamá.
— Estas enamorado. — Asumió mi madre.
— Sí, lo estoy. — Admití. — Pero no se que demonios hacer al respecto, no puedo dejar de preocuparme por ella.
— Las chicas necesitamos nuestro espacio, Maddie está harta de que la vigilen y la cuiden, ella quiere demostrar que puede contra esto sola, sin que nadie la supervise. — Dijo ella y me hizo entrar en razón.
Desde aquel momento decidí darle su propio tiempo. Obviamente, ¿Cómo no me di cuenta antes?
Maddie estaba harta de que la cuidaran, de que la trataran como a una bebé. Es por eso que estaba de mal humor, es por eso que no se podía recuperar más rápido y es que con toda esa ayuda la hacían pensar que seguía estancada en su enfermedad, en ese maldito desorden alimenticio que controlaba su vida.
A la noche siguiente me presenté en su habitación con un ramo de flores y un globo que decía "lo siento"
— ¿Qué significa esto? — Preguntó ella confundida.
— Significa que me he dado cuenta de lo que anda mal. — Le respondí y ella me observó detenidamente. — Quieres salir adelante tú sola, crees que eres lo suficientemente fuerte lara hacerlo y quienes te rodean, incluyéndome, no te lo permitimos. Pero si tú crees que puedes hacerlo sola, yo confío en ti, de verdad lo hago. — Hablé honestamente.
Ella me rodeó de pronto en un cariñoso abrazo. — Gracias, no sabes cuánto necesitaba de algo así, de alguien que confiara en que puedo.
— Lo siento. — Besé su frente dulcemente. — No volveré a dudar de ti, nunca más.
Es gracioso como un par de palabras pueden mejorar todo, así como arruinarlo para siempre. O incluso pueden recuperar cosas que extrañábamos.
Sentí los labios de Maddie chocar con los míos, para luego comenzar con un expresivo beso, un beso que me llevo a la luna.
Terminamos luego ambos acurrucados en la cama, debajo de las sábanas, finalmente cómodos el uno con el otro.
Maddie dejó su cabeza descansar en mi cuello, y depositó un suave beso. — No quiero perderte.
— Jamás lo harás, princesa. — Le dije dando suaves caricias en su espalda.
— No habrá más secretos entre nosotros. — Susurró ella en mi oído.
— Te quiero. — Besé sus labios nuevamente. Ella esta vez decidió darle forma al beso, pasando por primera vez en la noche de algo inocente hacia algo más adolescente y alocado.
Mis manos luego de un rato de constante besuqueo, decidieron bajar por instinto a la espalda baja de Maddie y debido a que ella no me detuvo, mis manos permanecen allí.
En eso la puerta de su habitación se abre de golpe y ambos nos alejamos de inmediato. Nos encontramos con su madre de brazos cruzados observándonos. — Creo que ya es hora de establecer un par de reglas en esta casa.
twenty-two
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