Hunter's POV
Dejé a Maddie en su casa aquel día luego de que le pidiera que fuera mi novia, ambos teníamos una estúpida sonrisa dibujada en el rostro, la cual no sería nada fácil de borrar, y es que nada podía arrebatarnos la dicha que sentíamos, la alegría y tranquilidad que nos proporcionaba estar junto a el otro.
Los días que siguieron al regreso de Maddie estuvieron llenos de luz, repletos de cosas buenas, de momentos inolvidables. Y de verdad sentía que cada día me enamoraba más de ella, de sus ojos que ya no parecían tristes y de su valiente corazón.
El verano acabó y tuvimos que regresar a la escuela. Entonces vi a mi chica en una linda falda, con su sonrisa de oro que me hacía sentir como nuevo cada vez que se me acercaba. Ambos sabíamos que se acercaba un nuevo año de escuela lleno de nuevas experiencias, así que tomé su mano y ella me dio una mirada que me envió a la luna.
Sentía que me llevaba a las estrellas y ella no le daba mucha importancia, no se daba cuenta de lo loco que me tenía. Y cuando el sol brillaba en su cabello de oro, ella era tan hermosa.
— ¿Por qué me observas de esa manera? — Repetía ella constantemente.
— Eres maravillosa. — Besé su frente con dulzura. — Vamos a clase. — Dije tomandola de la mano para dirigirnos dentro del establecimiento.
Desgraciadamente yo iba un curso más arriba que Maddie, pues ella era un año menor que yo. Sin embargo, su inteligencia le permitía tomar algunas clases avanzadas y era allí en donde nos encontrábamos la mayor parte del tiempo.
Pensé que el paso del tiempo incluso seguiría mejorando las cosas, las haría más fáciles. Pero como todo ser humano, me equivoco. Ya a mitades de octubre, a casi un año de conocerme con Maddie, algunas cosas comenzaron a parecerme extrañas.
Al ver a Maddie entrar al estudio de baile, me dirigí para saludarla pues no la había visto en la escuela. — ¿Ya comiste? — Le pregunté inconscientemente.
Ella suspiró. — Sí Hunter, ya lo hice. — Respondió irritada.
— Wow, alguien está de mal humor. — Dije observándola divertido, pues aún así pensaba que se veía adorable cuando se enfadaba. — ¿Qué ocurrió?
— No es nada. — Estableció seriamente. — Debo irme ahora, voy tarde a ballet.
— Hey. — Agarré su muñeca para detenerla. — ¿Segura?
— ¡Ugh, demonios Hunter! — Exclamó enojada. — ¡Estoy en buen estado, no me he roto! ¿Ves? — Dijo con sarcasmo.
Luego de aquella escena, decidí que lo mejor era dejar que se marchara a su clase, darle espacio. No era el momento de hablar con ella definitivamente y no quería incomodarla. Probablemente solo era esa época del mes en que las chicas se ponen insoportables, pero de todas formas hay que aceptarlas y estar de acuerdo en todo lo que dicen.
Llevábamos tres meses de relación y había aprendido a conocerla cada vez más, por lo que supe exactamente lo que tenía que hacer para cuando la viese de nuevo; ir a su casa por la noche, escabullirme a su habitación y proponer que viéramos películas juntos. Eso fue lo que hice, esperando que todo estuviera bien para cuando acabara mi plan.
— ¿Qué haces aquí? — Preguntó confundida al verme entrar por su ventana.
— He venido a verte. — Respondí entrando con cuidado. — Pensé que para esta hora de la noche ya se te habría pasado el mal humor. — Bromeé.
Ella sonrió disimuladamente. — Sí, lo siento por lo de esta tarde. — Se acercó a mí. — No fue mi mejor día pero no tenía porque desquitarme contigo. — Depositó un suave beso en mis labios.
