Maddie's POV
¿Sería posible huir? Y si lo era, en el remoto caso que lo fuera, ¿A dónde me iría? ¿En qué lugar sería imposible encontrarme? ¿En qué sitio no habían personas a las que lastimar?
Preguntas como estas me invadían durante las noches. No sabía si era la culpa, o simplemente era que no estaba curada, aún no estaba sana mentalmente. ¿Por qué a mí? ¿Por qué tenía insomnio? ¿Por qué no podía deshacerme de aquel maldito desorden alimenticio?
— Aun soy demasiado joven para perder — Le mencioné un día a Hunter luego de una pequeña y estúpida pelea que tuvimos debido a que yo no tenía tiempo para él.
Mi vida había vuelto a estar igual de ocupada que antes de ser diagnosticada con anorexia y apenas habían transcurrido dos meses y medio desde que salí de rehabilitación. El público parecía haberse olvidado de "mi momento de locura", incluso me habían llamado para ser jurado de So You Think You Can Dance.
— No me vas a perder. — Contestó luego de unos aterradores minutos de silencio. — Sabes que jamás te dejaría.
— No me refiero a ti. — Dije seria y él me observó confundido. — Tengo demasiado miedo como para marcharme, pero si pudiera lo haría.
— ¿De qué estás hablando? — Preguntó algo preocupado. — Maddie, necesito que me digas que te pasa; me tienes vuelto loco.
— Lo sé, pero tranquilo. — Me levanté de mi asiento en el piso de la vacía sala de baile. — Uno de estos días maduraré, me haré valiente y me iré.
No vi a Hunter en días luego de eso, pues tuve que ir a Nueva York a un trabajo de modelaje.
Ni siquiera yo me entendía. Solo sé que me sentía pesimista y harta de todo, incluso de Hunter de vez en cuando. No soportaba que me dijeran cuando y que debía comer, o que me preguntaran si me encontraba bien cada quince minutos. No me dejaban recuperarme, me hacían pensar que aun estaba enferma cuando yo solo quería alejarme de mi enfermedad.
Sin embargo, no dejaba de pensar en el pobre Hunter. En lo insoportable que era yo con él, en como me comportaba y él seguía allí. Eso me demostraba que de verdad me quería.
— Lo siento. — Le dije apenas le vi devuelta en California. — No debí marcharme sin decirte nada. Es solo que... hay un montón de cosas sucediendo en mi vida y...
— Está bien, lo entiendo. — Me interrumpió sin dejarme terminar mi discurso de disculpas. — No sé si pueda seguir soportando esto, Maddie. — Dijo seriamente.
— ¿Qué? ¿De que hablas? — Pregunté confundida. — Te he cansado, ¿verdad?
Él suspiró con dificultad. — No, al contrario, estoy jodidamente enamorado de ti. — Tomó mi fría mano entre la suya. — Pero no me gustan los secretos, desearía poder entenderte a veces pero no lo hago, y es que no me dejas entrar, no confías en mí.
Con mi otra mano lo tome de la nuca y lo acerque a mi rostro. — Claro que lo hago, confió mucho en ti. — Dije rozando mis labios con los suyos.
— No. — Negó sin separarse un centímetro de mí. — No lo haces, Mad, nunca lo haz hecho completamente. Me alejas cuando tienes algún problema.
Y Hunter nuevamente tenía la razón, siempre lo hacia. No era posible que le dijera todo lo que pasaba por mi cabeza, pero algunas veces necesitaba desahogarme y no lo hacía con él, me guardaba mis sentimientos para mí misma y eso me hacía empeorar.
— Hunter... escúchame
— No, tú escúchame a mí Maddie. No tienes dos años, tienes quince, y supongo que tienes bastante claro lo que hacen las anfetaminas. — Soltó de la nada, ahora parecía sumamente enfadado, como jamás lo había visto antes, a excepción de aquella vez cuando me internaron en el hospital.
