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Jos

Miré a la que alguna vez fue mi novia, era hermosa en cada partícula de su ser, hacíamos una pareja increíble: envidiada por muchos y un sueño para otros, suspiro, no logro entender como llegamos a una separación tan repentina.

— Presta atención al balón, Civera —me llamó Alonso antes de lanzarme dicho objeto— ¿qué te ocurre, eh? Sé que el basquetboll no es tu deporte pero hoy estás peor de lo habitual.

— ¿Qué opinas de Emma? —pregunté, pero por su expresión supe que no sabía a quién me refería—, ya sabes, no muy alta, cabello castaño y alborotado, ojos color cucaracha, y a veces se ve muy amarilla, me preocupa que no tome vitaminas o algo así.

— ¿Era necesario lo último? —me encogí de hombros—, la mejor amiga de los mellizos ¿no?, bien, es linda pero extraña en algunas ocasiones.

Asentí, realmente no sabía que respuesta quería oír; Emma no es tímida: participa en foros escolares, apoya movimientos para exigir derechos que ni siquiera deberían ser exigidos porque se supone todos nacemos con ellos, es la primera en levantar la mano cuando se recitan poemas y siempre trata de apoyar cuando alguien necesita ayuda, entonces ¿por qué nadie solía recordar su nombre?

El timbre sonó indicando la hora de salida, me sequé el poco sudor que había producido y tomé mi mochila con el objetivo de irme, a mi parecer, el día había pasado demasiado rápido. Subí a mi auto, no más amigos, no más escuela, no más problemas, solamente yo.

Miré todo a mi alrededor, me encontré con una chica que caminaba en dirección a su casa, por primera vez agradecí que fuera la única persona que vestía como si viviera a finales del siglo XIX. De inmediato encendí el vehículo y lo puse en marcha.

— Hola —saludé cuando bajé la ventanilla.

— ¿Ahora qué, José?

— Solo quiero llevarte a tu casa, eso es todo —me miro incrédula—. Somos vecinos ¿recuerdas?

— ¿Desdé cuándo?

— De toda la vida, vamos.

Y eso hizo, después de pedírselo seis veces por supuesto, el ambiente se volvió tenso e incómodo dentro del auto, ninguno de los dos se dirigía la palabra, no quise encender la radio pues tal vez teníamos diferentes gustos musicales, ¿en verdad no teníamos algún tema en común?.
La desesperación me consumió a los pocos minutos.

— Bueno... —dije alargando la letra e—, hablame sobre naranjas o no sé, algún tema que te guste.

— Bien, las naranjas son redondas, se comen y son naranjas.

La miré con fastidio, ella me dedicó una sonrisa ¡Dios mío! ¿En serio somos tan diferentes como para no tener algún tema en común?

Y la repuesta era sí, agobiado subí por las escaleras hasta llegar a mi habitación y tumbarme en la cama; Emma no es tímida, eso lo tengo muy claro, simplemente me desprecia y no desea gastar su saliva conmigo. Cerré los ojos esperando conciliar el sueño, sin embargo eso no funcionó, ese tiempo en el auto fue suficiente para estresarme: la ruptura con Fernanda, los malentendidos en el equipo, mi futuro universitario, tener que soportar durante veinte minutos un ambiente extremadamente incómodo con una chica que me aborrece, todo eso en lo que ni siquiera había pensado ahora me estaba matando vivo.

Me levanté y me dirigí hacía el escritorio, tomé un cigarrillo al igual que un encendedor; cuando mi madre se enteró que comenzaba a fumar, no me llevó terapia (lo que hubiera hecho una madre normal) , en vez de eso decidió cambiar mis cigarrillos de tabaco por cigarros herbales que ella misma produce en su pequeña empresa de herbolaria “La Bruja Civera”¿Quieres encontrar el amor? Toma este cuarzo rosa, ¿te duele la cabeza? Una limpia de huevo es la solución, ¿sientes malas vibras en tu área de trabajo? Ten, te regalo un sumerio, ahora que lo pienso, tal vez si hubiera prendido mi palo santo en el auto la energía hubiera fluido a mi favor.

AMOR X ACCIDENTETahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon