Capítulo 1: ¿Saliendo del fuego o quemándonos más?

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Parpadeo varias veces tratando de controlar mis emociones porque ese es un sueño más que una realidad. Kim no está respirando, ya no. ¡Dios mío! Ya no, ya no, ya no.

—Kim —vuelvo a decir con la voz perdida.

No sé si he conseguido ubicarme, al menos ya he decidido qué camino tomar. Cuento hasta tres y me obligo a levantarme, gruño y entierro mis dientes en mi lengua, para no gritar más y no llamar la atención. Doy un paso, a duras penas y me detengo. No porque no pueda caminar, puedo, con dificultad pero puedo.

Me he detenido porque no voy a dejarla aquí, a que se la coman los animales, en el olvido, como si no fuese nadie. La llevaré así me quede sin pierna, Kim tendrá un funeral digno. Niego con mi cabeza, meto mis manos entre sus hombros y su torso y cuento nuevamente para tratar de moverla.

Cada pequeño avance que hago hace que chille de dolor, emocional y físico. No puedo creer que esté casi arrastrándome con el cuerpo sin vida de Kim. Me cuesta mucho no rendirme, no llorar, no darme por vencida. Me repito mentalmente todas las palabras de apoyo que alguna vez ella misma pronunció.

Le han dado en el centro del estómago y ha sido mi culpa. Me ha salvado, me ha querido ayudar y me la han arrebatado, lo mismo pasó con Eleanor.

—¡Ah! —me quejo, la pierna herida me está temblando—. ¡Si estás ahí! —hablo mirando entre las ramas verdes y las hojas que caen, hacia el cielo—. Ayúdame —pido.

Creo que he avanzado varios metros, y me inicio a preocupar por el momento en el que el humo se disipe finalmente y quedemos a la vista de todos. Tengo balas nuevamente, pero ya no tengo fuerza ni para disparar.

Tiro de Kim una vez más y unos pasos fuertes, que crujen sobre la hierva y las hojas secas que están en el suelo, hacen que me petrifique como una estatua.

Boom, boom, boom.

Lo único que escucho son los latidos de mi corazón, dejo caer a Kim con suavidad y mis manos sacan el arma de mi bolsillo.

¡Vamos, Blair! ¡Vamos, Blair! ¡Vamos, Blair!

—¿Blair?

Giro sin estar segura de haber escuchado bien y de cualquier manera apunto a la figura que empiezo a distinguir mejor. Abro bien los ojos y me preparo para disparar, me tiemblan ambas manos, no estoy teniendo mucho control de mi cuerpo ahora mismo.

—¿Blair? —repiten.

Mi ceño se frunce y lo veo.

Kaleb.

Después de veinte minutos siento que de verdad entra aire a mi sistema, el arma se me cae de las manos y yo me derrumbo también. No es Ethan, no estaré tranquila hasta que lo vea, y, de hecho, dudo mucho sentirme bien incluso en ese momento. Pero ver a Kaleb, sano, vivo, a salvo y sin ninguna herida o sangre me produce alivio y una sensación de salvación agridulce.

—Kaleb —musito y él corre hacia mí, me toma entre sus brazos y me abraza, la pierna me duele horriblemente y me quejo. Se asusta y me devuelve al piso.

—¿Qué pasa? ¿Te han herido? ¿Le han dado a... —se detiene al ver el cuerpo de Kim en el suelo. Asiento y me obligo a no llorar más, no es momento.

Se pone de rodillas y le toma el pulso, algo que a mí, en medio de todo lo que ocurre, no se me había pasado por la cabeza. Lo miro con ilusión, sin embargo, suelta un largo suspiro y me mira con pesar.

—No hay pulso.

Me llevo ambas manos a la cabeza.

—Blair, tenemos que irnos.

Peligrosa Atracción III (Siempre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora