-La esfera-

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Como una zorra siendo perseguida por los sabuesos Jenn surcaba las calles a gran velocidad, volteando cada cierto tiempo para ver si aún la perseguían. Y así era, pero porque ella lo quería. Aminoraba la velocidad a propósito para que no la perdieran, todo parte de su plan.

En pocos segundos forjó su plan y ahora que se había alejado lo suficiente era el momento de llevarlo a cabo, frenó su marcha de golpe y encaró a ambos perseguidores que aun corrían hacia ella.

Chasqueó sus dedos incendiando sus manos, y antes de que pudieran tenerla a tiro seguro una enorme bola de fuego los consumió a ambos reduciéndolos a meras cenizas y desapareciendo en el aire frío de la noche.

Había sido muy fácil, pero la poca experiencia luchando le aseguraba que no siempre sería así. Se sintió tentada a regresar con Joshua, pero recordó lo que él le había dado; sacó aquella extraña esfera de sus bolsillos y comenzó a darle vueltas, observándola por todos los ángulos sin descifrar su utilidad.

¿Cómo es que esto me ayudará a encontrar a Adam?

Al pronunciar su nombre la extraña esfera resplandeció levemente y se expandió hasta el tamaño de un melón. Fue tan repentino que el objeto se le cayó de las manos del susto.

En el suelo comenzó a despedir una luz más intensa que antes, ahora teñida de tonos verdosos. Y como si tuviera voluntad propia la extraña esfera empezó a alejarse rodando con suma velocidad.

Jenn, sorprendida y más confundida que antes, no dudó en seguirla. Le costó bastante seguirle el paso a la esfera, varias veces la perdió de vista pero tuvo suerte al encontrarla por la peculiar luz que desprendía.

Siguiéndola por varios minutos llegó hasta un restaurante de comida rápida, bastante conocido pero por alguna razón estaba vacío salvo por cierto joven de lentes.

¡Adam!, aquí estas –dijo mientras se adentraba exaltada dentro del restaurante.

¿Jenn? ¿Cómo supiste que estábamos aquí? –El joven de lentes se veía bastante sorprendido, pero feliz al mismo tiempo.

Usé algo que me dio Joshua, él se quedó atrás luchando contra unos sujetos con armas.

¿No serán los mismos que nos atacaron?

Al parecer. ¿Y el asesino? –El rostro de Adam se ensombreció al recordar su fracaso.

Lo perdí, no fui lo suficientemente rápido.

Ya veo. Por cierto, ¿no has visto una esfera que lanza luces verdes?

¿.....luces verdes? –El rostro confundido de Adam era digno de un retrato.

Sí, suena tonto cuando tratas de explicarlo en voz alta. –Se excusó la joven de blanco cabello, sonriendo torpemente.

Jenn no se había percatado pero en una de las mesas del restaurante se encontraba una figura encapuchada deleitando su paladar con helado de fresas servido directamente del empaque.

Cecile era la única que había visto entrar al extraño objeto, y mientras ambos seguían hablando ella fue en su búsqueda. Lo levantó de debajo de una de las mesas donde había parado y dejado de destellar.

Luego se acercó a Jenn, que hasta el momento no la había notado, y se lo entregó. El extraño objeto ya no era suave al tacto, sino frío y traslucido como el cristal. Pero eso ya no importaba ya que toda su atención se centró en Cecile.

Al estar tan cerca Jenn sintió una extraña sensación, una palpitación en su pecho ajena a su corazón. Algo extraño había en esa niña.

¿Quién eres? –Le preguntó, pero ella se quedó callada, mirándola con sus profundo ojos castaños.

Su nombre es Cecile –interrumpió Adam–. Es hija de Juno.

¡¿De Juno?! –La mirada atónita de Jenn viajaba velozmente entre las dos personas que tenía frente a ella.

Larga historia, la cual aún no termino de comprender –explicó el joven de extraños ojos violeta.

Vaya. –Fue la única palabra inteligente que salió sus labios.

La sensación persistía en ella, no sabría cómo describirla. De repente Cecile se quedó mirando a la nada, o eso creía. Adam y Jenn se voltearon al mismo tiempo al escuchar como la puerta se habría. Y en el umbral consiguieron una silueta muy conocida por ellos.

Joshua los había encontrado, de alguna manera, y al igual que Cecile estaba embobado mirándola. En su rostro se adivinaba cierto desconcierto, hasta que por fin decidió hablar.

¿De dónde la han sacado? –preguntó atónito, sin quitarle los ojos de encima a la niña.

Yo la encontré, es hija de... –Adam no pudo terminar la frase, Joshua lo interrumpió apresuradamente.

Tiene una marca –dijo con el desconcierto aun presente en su rostro.

¡¿Qué?! –Ahora eran Adam y Jenn los sorprendidos.

¿No lo sientes Jenn? ¿Ese extraño palpitar?

¿Cómo lo sabes? Si, lo siento.

Llámalo sexto sentido néfilim. Ya saben que hacer.

Adam y Jenn se miraron preocupados, tocaba una vez más entrar al tiempo muerto. Y el trago amargo de la última vez aun persistía, aún no habían pasado el luto por Amelia.

YJenn aún se sentía culpable por ello, pero era una oportunidad. Una nuevaoportunidad de atrapar al asesino de la marcara de cuervo. Pero poner enpeligro a una niña, ¿De verdad estaba dispuesta?


Tiempo MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora