Capítulo IX - Cuentas Pendientes

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     Desperté de la siesta solo. ¿Dónde estaba esta mujer? Odiaba que me haga eso de dejarme solo en la cama cuando al comienzo de la siesta estaba acompañado.

     De mal humor, me levanté de la cama y me coloqué las zapatillas mientras buscaba mi cuello de abrigo, ya que el invierno se hacía sentir muy fuerte en esa zona de la ciudad a esta época.

—Carajos ¿Donde está ésta mierda?— exclamé furioso mientras revisaba los cajones de la habitación. En ese momento apareció Sagitario por la puerta con el canasto de ropa limpia.

—Ey grandulón, tus prendas están listas— avisó la chica poniendo en canasto en el suelo y revisando entre las prendas que había dentro de este cuales eran las mías, a las que lo eran las arrojaba en la cama.— Por cierto, aquí esta tu cuellito.—me lo arrojó al rostro, pero logré agarrarlo antes.

—Gracias— me coloqué la prenda de abrigo— ¿Donde está...

–Se fue hace 49 segundos hacía la zona oeste, se llevó su bate y dijo que debía ir a resolver cuentas pendientes— sentí los vellos de mi nuca erizarse ante la información que otorgó la interrupción de Sagitario.

     Sin pensarlo un segundo tomé el arma que yacía en el escritorio de la habitación y me puse una campera para bajar las escaleras corriendo de 3 en 3.

    Nunca era bueno se cuando iba a la zona oeste. Si yo terminé casi en la tumba cuando fui armado hasta los dientes, no me podía imaginar como iba a terminar solo con un bate y ese cuerpecito delgado que poseía esa mujer.

     Aunque tampoco podía correr por las calles gritando su nombre, si delataba mi posición me arriesgaba a que huyera y la perdiera, para luego hacer la misión sucidida que tenía en su mente e ignorarme durante 2 semanas para luego hecharme la bronca durante un mes por meterme en sus asuntos, y teniendo en cuenta que ella no se mete en los míos ni me llena con preguntas y que además valora mucho la privacidad, estaría en todo su derecho. Pero obviamente a mi me estaría chupando lo que vendría siendo la zona genital todo lo que se trata de razonar. Lo impulsivo era más de mi estilo.

     Su tarareo basado en 'tara-tara' hacia eco en las solitarias calles, y alteraba a los perros de la zona.

     Se podía ver su delgada figura a lo lejos, como una sombra sin un porqué, sus caderas se tambaleaban de aquí a allí, al ritmo de su lento caminar. Me sorprendía lo tranquila que luce siempre, como si el miedo estuviera presente solo en algunos músculos tensos y respiración agitada que poco y nada duraba, que no poseía su cuerpo, sino que tan solo la recorría.

     A los treinta minutos de recorrido las calles comenzaron a tornarse más sombrías de lo que ya eran. No había un solo edifico que no tuviera ladrillo a la vista o todas las ventanad intactas. Toda pared tenía almenos 2 graffittis obscenos, y las calles y veredas estaban cobiertas por basura o vidrios rotos de botellas alcholicas. Cada tanto podías ver a un grupo de personas, los cuales eran el 98% hombres, y se sentía con claridad el olor abundante a marihuana y alcohol a metros de todos ellos.

     Diez cuadras más adelante divicé un extenso grupo de unos 15 hombres, los cuales se encontraban detras de un hombre calvo y moreno, quien se distinguía de los demás ya que levantó la parte sueprior de sus labios en señal de disgusto y se vio con nitidez el brillo de toda su dentadura de plata, Piscis se acerco a el hombre tatuado con una sonrisa, yo me coloqué detrás de una furgoneta blanca.

—Jey-Jey, que bien te ves muchachote ¿Has estado yendo al gimnasio?— la chica sacó su lado humorista y codeo al hombre suavemente.

—¿A qué vienes a invadir territorio nenita?—el hombre fue directo al grano, era claro que su presencia le molestaba.

M O K I T A // Z Squad SerieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora