34. Realidad o Sueño (2/2)

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Y víctima de un fuerte arrebato, levantó la vista hacia Genaro. Con el alma pendiendo de un hilo. Un hilo de esperanza que estaba a punto de romperse por completo. La enorme y repentina necesidad de corroborar la existencia de ese ser que lo acompañaba en esa noche de dolor sin nombre. « ¿Será un holograma, justo como me dijo ese señor?» se cuestionaba con insistencia. « ¿El también será una ilusión creada por el hombre? ¿Una bella ilusión tal cual lo es esta hermosa luna plateada que es obligada a sonreírnos eternamente?»

— ¿En verdad piensas eso?— preguntó Genaro, con tono serio, sacándolo de sus cavilaciones

— ¿Perdón? — dijo distraído.

— A mí, sinceramente, me parece una abominación. Un mal chiste que intenta convencernos a todos de que es divertido. ¿Un ser humano intentando recrear la naturaleza que él mismo destruyó? ¡Qué estupidez! — escupió con desdén. — aniquilan todo lo que pueden y después, cuando pierden de vista lo que en verdad era valioso, intentan revivirlo. Así, como si todo fuese tan simple: recrear un pequeño mundo donde todos son felices. Donde la vida es sencilla. Agradable. Pacifica...un pequeño mundo donde la desgracia, el hambre y la miseria no existen. Donde todos viven sin prejuicios y donde todos merecen vivir bien...— Genaro mordió con fuerza su labio inferior al mismo tiempo que sus dedos se encajaban con furia sobre la tierra húmeda. Su mirada entonces, se volvió colérica. Y consciente de ello, agachó la mirada y tomó aire con fuerza, intentando tranquilizarse. — Intentan recrear el mundo que aniquilaron mientras, a la vez, intentan crear uno nuevo basado en absurdos sistemas que no buscan más que la salvación de unos pocos a cambio del sacrificio de muchos. Este sitio es una abominación. Aun cuando no lo parece a simple vista. Y lo peor de todo esto es...que ya no sé quién es el bueno y quien es el malo. — un deje de tristeza apareció entre esas líneas.

—No entiendo, de qué me hablas — Armando mintió. Una parte de él, entendía a la perfección el sentir de Genaro y aquello que quería exponer.

—No espero que lo entiendas. — Girando un poco su cabeza hacia él, Genaro le sonrió con tristeza y un deje de cariño.

« ¿Un holograma sería capaz de poner esa expresión?» se cuestionó Armando, sintiendo por primera vez en su vida, un extraño escalofrió recorrerle la espalda. ¿Emoción? ¿Miedo? ¿Qué era eso?

—Es mejor así. — continuó Genaro, deslizando con cuidado su mano izquierda hacia la de Armando. Pronto, sus manos se encontraron. El tacto frio de Genaro sobresalto a Armando, quien no supo que hacer en ese momento. ¿Retirar la mano? ¿Dejarla allí, bajo la palma helada de ese sujeto de sonrisa y mirada condescendiente? — Me gustaría decir que, jamás lo entenderás. Pero sé que es imposible. Llegará el día en el que terminaras de ver la otra cara de esta vida a la que fuiste sometido, y entonces, tendrás que elegir.

Armando tragó saliva. —Elegir qué...

—Quien es bueno y quien es malo. Cuál es la realidad y cuál es la mentira... ¿eres en verdad tú, o solo eres un ente que se dejó programar para el bien de esta máquina monstruosa que destruye las almas?

—Dices cosas raras...— declaró Armando incómodo. — Y eso me asusta.

— ¿No te gusta lo raro?

—No.

Genaro se levantó de un jalón. Levantó ambos brazos hacia el cielo y comenzó a estirarse. —Es una lástima. —Dijo mientras tanto. Se hecho el negro cabello hacia atrás, y entonces, aquellos grises ojos que lo habían recibido junto al paisaje nocturno, extrañamente se tornaron negros; invitando en su profundo abismo a la diversión de un niño que apenas comenzaba a gozar de la libertad.

— Porque, sabes...aquellos que no gustan de la rareza...— Genaro caminó en dirección al bosque, dando saltitos con cada paso; como si siguiera el ritmo de alguna melodía fofa y cansada. Armando lo siguió con la mirada, hasta que el cuello no le permitió seguirlo más. Sus pasos lentos y juguetones se alejaron lo suficiente, hasta que de repente callaron. Medio minuto que le supo a eternidad, puso a Armando nervioso. La sola idea de que Genaro se hubiese marchado lo aterró. Quedarse solo, entre la oscuridad; En un sitio que desconocía por completo y con un dolor, un miedo y un ansia de saber atorados en el pecho, lo atormentaba en gran medida.

A través del CristalOnde histórias criam vida. Descubra agora