Capítulo 46. Cambio Inesperado

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Me había quedado suspendida en todo los sentidos, me paralice, no supe que decir para corregir este tormentoso momento, era una vergüenza inimaginable lo que sentía y lo peor era que no podía ni mirar a Nicholas, fue una pesadilla en todo los sentidos.

Alcé la cabeza para tomar aire y baje rápidamente los ojos que se inundaban de lágrimas que refrené con mucha insistencia, no podía derramar ninguna lágrima, no lo quería pero esta sensación que me rompía en dos era mucho más poderosa que mi voluntad, así que hui.

—Discúlpame —le susurré muy a penas a Nicholas, acto seguido fui a la cocina dejándolo solo con la radio todavía encendida.

Sus ojos me siguieron hasta que entré y fui hacia un rincón muy apartado de todo, me tape la boca y cerré los ojos que se descargaron en varias lágrimas, una tras otra, corriendo por toda mi cara, humedeciéndola en un aguacero gigantesco, no quería que me escuchara llorar, quería ser solo yo arrancándome del cuerpo esta agonía que vagaba por todo mi ser, empeorando mi estado cada segundo que pasaba. Pasaron no se cuantos minutos, me enjuague los residuos de mis lágrimas con el dorso de la mano, fui al refrigerador a sacar el pastel que no partíamos aun cuando di un salto al ver a Nicholas recargado en la entrada, casi me derribaba con esos ojos tan fijos e indagadores.

— No tienes que disculparte —me detuvo cuando leyó en mi semblante que estaba a punto de decírselo. —No tienes la culpa de lo que ha dicho, ni tampoco te mereces esto.

Con "esto" bien se refirió a la escena de hace pocos minutos, desde hace tiempo sabía que no merecía el desplante de Richard, ni su coraje pero nadie me lo había dicho y eso solo lo convertía en una verdad rotunda y que muchos podían ver. Deje el pastel sobre la barra de la cocina, me recargue y volví a cerrar los ojos, un suspiro cargado de cansancio salió de entre mis labios resecos, no me disculparía por lo de Richard, ya no valdría la pena.

—No sé qué sucede —susurré al momento de abrir los ojos, me quedé un momento dentro de los suyos que aunque estuvieran un poco lejos de los míos se percibían tan cerca. —He tratado de mejorar, no he discutido a sus peticiones, dejo que haga las cosas por si solo cuando me lo pide y aun así es inútil, es difícil de arreglar y no sé qué más hacer.

Se acercó con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, recargó la espalda frente a mí justo en la pared, ambos conectamos nuestras miradas otra vez, estaba tan afligido también, le lastimaba lo que había pasado por que el gesto de sus cejas caídas y la cantidad de arrugas que se le formaron en la frente lo reflejaban.

—Tú no estás mal, Juliette, es él —enfatizó la última palabra con la voz más gruesa y alta, poniéndolo en el centro del problema y la conversación. —Tú has hecho demasiado por él en estos meses, lo he visto, veo lo que haces, lo que significa para ti ayudarlo y pienso cómo has podido lograrlo, eres muy fuerte y muy valiente. Richard está cada vez más perdido en este problema, entiendo que al principio se convirtió en un trago amargo pero creo que ya ha pasado mucho tiempo para seguir resguardándose en el dolor.

Aguardó mi respuesta más tiempo del que pensé, era horroroso seguir escuchando la verdad, no había mentiras en lo que me decía, mucho me había esforzado, se lo prometí a Richard, no podía recriminarme que no lo había hecho, dedique esfuerzo suficiente para aceptar la realidad de su discapacidad sobre todo porque había sido inesperado, había hasta dudado en mi capacidad de ayudarlo que resultó ser decente para él.

—Sé que no es fácil pero...—menee la cabeza para ahuyentar mis pensamientos más erróneos —Tienes razón, hay un tiempo para el dolor aunque soy su esposa y no puedo dejarlo, somos lo único que tiene así que debemos hacer que cambie de idea.

En Contra De Mis Principios© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora