Capítulo 33: El error más grande

Start from the beginning
                                    

—¿Hiciste eso por mí? —la voz se me quiebra en la última palabra.

—¿Qué más podía hacer? Yo solo quería que estuvieras bien, no quería alejarte de tu familia. Pero al final conseguí todo lo contrario e intentaste terminar con tu vida varias veces.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Dispara.

—Una de esas veces, cuando lo intenté cortándome los brazos en forma vertical. Me tuvieron casi una semana internada, estaba un poco drogada con todos los medicamentos que me daban para evitar que volviera a intentarlo y te vi, dime por favor que de verdad te vi, que fuiste y que no lo soñé como me he estado convenciendo por todos estos años.

—De verdad me viste, la enfermera era amiga de mi mamá así que hizo una excepción y me dejó entrar a verte a pesar de que ya no era horario y tampoco tenías permitidas las visitas que no fueran de tu familia.

—Me besaste.

—Te besé.

—Y yo recién me entero.

Ninguno dice nada más por unos minutos, acorto la distancia que hay entre los dos y poso mi mano encima de la suya. Siento que se estremece un poco ante el contacto y antes de darle tiempo para reaccionar pego mis labios a los suyos. Es un beso pequeño, un leve roce que podría parecer una estupidez pero igual hace que las mariposas en mi estómago comiencen a despertar.

—Gracias —digo cuando me aparto, mirándolo fijamente a los ojos—, por no dejar que me enviaran lejos y por decirme la verdad ahora, supongo que cada cosa tiene su tiempo y este era el momento en que debía enterarme.

—Siento como si me hubiese sacado un gran peso de encima.

Ahora es él quien me besa, haciéndome olvidar todo lo que acaba de contarme, todo lo horrible de la situación. En estos momentos, solo puedo concentrarme en sus labios haciendo presión contra los míos; en su lengua buscando la mía, en las sensaciones que creí jamás volvería a experimentar.

Sin pensar en nada más que en el deseo que siento por él me siento a horcajadas sobre su regazo y con mis dedos jugueteo con su cabello sin cortar el beso. Una de sus manos se va directo a mi cintura y la otra recorre mi espalda, provocando un par de escalofríos que me recorren completamente la columna.

Desenredo mis dedos de su cabello y comienzo a recorrer con ellos su pecho y su abdomen por encima de la camiseta que lleva puesta, me aparto un poco de su boca y enseguida siento que me falta algo por lo que lo vuelvo a besar sin detenerme a pensar en nada. Sé que él me desea tanto como yo a él, puedo sentirlo. Deslizo mis manos por debajo de su camiseta sin poder resistirme y comienzo a levantarla hasta que con un poco de su ayuda se la quito por completo, antes de que pueda volver a besarlo apoya ambas manos en mi cara y nos quedamos mirando a los ojos; veo duda en los suyos, como si no supiera qué hacer ahora.

—Hazme el amor, Diego —le pido y noto que el brillo de sus ojos se intensifica—. Hazme el amor como antes.

No es necesario que diga nada más, Diego se levanta del sillón conmigo en brazos como si no pesara nada, enredo mis piernas en sus caderas y él apoya sus manos en mis muslos para que no me caiga. Lleno su cara de besos mientras se dirige a una de las habitaciones, y le hago un gesto para decirle que vaya a la mía, la que tantas veces compartimos sin que nadie se enterara; sin decir nada, hace lo que le digo. Con cuidado, me deposita sobre la cama y se queda encima de mí mientras deja un camino de besos por mi cuello. Jadeo levemente ante el contacto y unos pocos segundos después, no sé ni cómo mi camiseta salió volando hacia algún lado; el tiempo parece hacerse cada vez más lento mientras comienza a desnudarme y yo hago lo mismo con él.

—¿Estás segura? —corta el momento, igual que en los viejos tiempos. No sé de dónde saca esa fuerza de voluntad tan grande.

—Ya no tengo catorce años, Diego. No tienes que preguntarme si estoy segura cada dos segundos, sé lo que quiero.

Me vuelve a besar mientras comienza a adentrarse en mí, entrelaza sus dedos con los míos y ambos nos dejamos llevar por ese amor tan grande que sentimos alguna vez pero que nunca pudo ser, ese amor que fuimos obligados a dejar a medias.

Las cosas pasan cuando tienen que pasar, mi relación con Diego estaba destinada a terminar porque de lo contrario nunca hubiese conocido a Benjamín y mi hija no existiría. Los años de sufrimiento valen la pena una vez que conoces a Cassia, no podría jamás desear volver el tiempo atrás para quedarme con Diego porque mi hija lo es todo para mí. La vida me hizo reencontrarme con mi antiguo amor y aunque tal vez sea una sola vez, estoy agradecida de tener la oportunidad y sabiendo toda la verdad.

Soy consciente de que esto puede convertirse en el error más grande de mi vida pero ya estoy cansada de hacer lo correcto todo el tiempo, hace un tiempo ya me aburrí de intentar ser perfecta y comencé a hacer lo que yo quería, y lo seguiré haciendo porque es mi vida y merezco vivirla lo mejor posible. 

Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now