Capítulo treinta y cuatro.

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Valeria.

Hoy esta siendo un día bastante calmado lo que agradezco ya que tampoco tengo mucha fuerza estos dias.

-Oye mama, como se me va a caer el pelo - digo mientras comemos, haciendo que todos dejen de comer y me miren con decepcion y tristeza - quiero donarlo a los niños con cancer.

-Claro cariño - dice ella - si quieres podemos ir a la peluquería esta tarde.

-Sí - asiento y volvemos a comer como personas normales.

Después de comer nos echamos un rato la siesta y vamos a la peluqueria, me lo corto al ras de los hombros y tras dejarles el trozo de mechon en la peluqueria volvemos a casa.

Me miro en el espejo de mi habitación y me veo super distinta, pero me gusta.

-Val, dice papa que si quieres que salgamos a cenar - dice mi hermano entrando en mi habitacion.

-¡Claro! Voy a arreglarme - le digo abriendo el armario.

-Te queda bien el pelo corto - dice con una sonrisa.

-A mi me queda bien todo - digo con tono superficial.

Rueda de los ojos y sale de la habitacion riendose. Me arreglo rapidamente y bajo a buscar a mis padres para irnos a cenar.

(...)

El sonido irritante de mi movil me despierta, ¿quien narices me llama a las nueve de la mañana? Lo cojo sin abrir los ojos y descuelgo llevandome el movil al oido.

-¿Qué narices quieres? - contesto.

-Hola, buenos días Valeriana ¿que tal has dormido? No te he despertado ¿verdad? - dice Jesús al otro lado del teléfono.

-¿Me dices lo que quieres o cuelgo? - digo resoplando.

-En media hora preparate, paso a buscarte - dice y me cuelga.

-Claro que sí - dice abriendo los ojos.

Me incorporo y me siento en el borde de la cama, que sueño tengo. Voy al baño y me peino un poco con las manos, pero es ahí cuando me doy cuenta de que lo mejor habría sido no levantarse.

Miro los mechones de pelo que caen como si nada y miro rápidamente a la almohada de la cama donde hay más.

Sin saber que decir o como actuar voy hasta el baño de mi padre y cojo su maquinilla, vuelvo a mi baño y la enchufo.

¿De verdad voy a hacer esto?

La cojo temblorosa y la enciendo. La llevo poco a poco hacia mi flequillo y me empiezo a rapar poco a poco.

Hasta que al fin estoy con nada de pelo. Lo he hecho. Así me voy a ver todas las mañanas, joder.

-¿Val? - oigo a alguien mi habitación.

Es mi madre, mierda.

Se acerca al baño y abre la puerta.

-Cariño soy... - dice pero se para al verme.

Su cara me transmite de todo menos cosas buenas.

-Valeria, ¿que has echo? - dice empezando a llorar y mirando todo el pelo que hay en el suelo del baño.

Al ver que no contesto me abraza fuertemente. Y es con ella cuando me siento más segura que nunca.

-Mama, estoy bien de verdad - le digo para calmarla - mira ven - digo cogiendola de la mano.

Voy hasta el armario y abro un cajón lleno de pañuelos, cojo uno cualquiera y voy al baño junto a ella, me lo coloco en la cabeza y ella con todo el tiempo del mundo me lo pone bien y me lo ata.

Llaman al timbre y le pido a mi madre que abra, mientras yo voy a por un cepillo par recoger todo el pelo.

-En seguida bajo Jesús - le digo desde el piso de arriba.

-¡No hay prisa! - contesta.

Me visto rápidamente y echo las sábanas a lavar después de limpiar el pelo que había.

Me miró en el espejo antes de salir y creo que no estoy preparada para salir así a la calle asi que cojo un sombrero que me compre en la playa y me lo coloco encima del pañuelo.

-¿Nos vamos? - digo mientras bajo las escaleras.

Jesús que está en el sofá se levanta sonriendo pero al verme cambia la cara.

-Val avisame con lo que sea - me dice mi madre desde la cocina.

-Si mamá - digo cogiendo las llaves - ¿vamos? - le repito a Jesús.

-Eh, sí, vamos - dice viniendo detrás de mi.

-¿Puedes dejar de mirarme así? - le pregunto cuando salimos de casa.

-Lo siento - dice - es que no sabía que ya, se te... bueno, da igual - dice cambiando de tema - vamos a desayunar a un sitio que verás.

-Ya podías venir todos los días a por mi para comer - le digo.

-Si tú quieres, yo vengo a por ti todos los días - me dice.

-Pues ya sabes - digo guiñándole un ojo - yo una invitación de comida no la rechazo.

Bajamos y damos un paseo hasta la cafetería a la que Jesús me lleva, él pide por los dos y esperamos el desayuno.

-Se que lo que te he pedido te va a encantar - dice él.

-Espero - digo mirándole intensamente.

Una camarera viene con dos platos de tortitas enormes llenas de chocolate y nata, madre del amor hermoso. Pero después viene un camarero con dos batidos cinco veces más grande de lo normal.

-Tu me quieres ver gorda ¿o qué? - digo mirando todo con la sonrisa más grande del mundo.

-No, quiero ver la sonrisa que tienes ahora mismo - me dice.

-Pues si me das esto todos los días, la vas a ver eh - le digo y niega con la cabeza riéndose.

-Jesus, llevame a casa - le pido cuando salimos de la cafetería - estoy floja.

-Pero, ¿estas bien? - pregunta y asiento - vamos.

Me coge de la mano y me apoyo en él hasta llegar a casa.

-Hola chicos, ¿como estáis? - nos saluda mi madre.

-Bien, hemos vuelto porque Val estaba floja - le dice Jesús y le falta tiempo para venir a por mi.

-Mama, sólo me tengo que tumbar, no hace falta que llames al médico, de verdad, creeme - le digo y esa suspira asintiendo.

-Si te encuentras peor avisame - me dice y asiento.

Subo con Jesús a mi habitación y veo que mi madre me ha puesto sábanas nuevas y me ha echo la cama, cosa que agradezco.

Me tumbo en ella y me quito el sombrero dejando solo el pañuelo. Jesús se acerca a la pared que estoy llenando de fotos y observa detenidamente todas las fotos.

-Ey aquí salgo yo - dice con una sonrisa - y está la hice yo - señala otra - esta es mi favorita - señala la foto en la que salimos los dos en un bar de las Vegas con una hamburguesa más grande que nosotros.

-Esta es mejor - digo levantándome y señalando otra en la caravana en la que estamos sentados en mi cama mientras leíamos.

-¿Y esta foto? - señala una en la que salgo yo sola sonriendo - me encanta wow.

-Me la hizo mi padre - me río - pero no es para tanto eh.

-Eres preciosa Val - me dice Jesús acariciandome la cara - tienes la suerte de ser tan bonita con o sin pelo, y hablemos de esa sonrisa, que para corazones. Me encantas.

Creo en ti ||gemeliers||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora