Amigos.

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Durante todo el resto del día, en el que se encontraba en la oficina, Vlad lo miro curioso.

A simples apariencias pareciera que todo transcurriera normal; Oficiales entraban y salían, unos traían presuntos sospechosos para interrogar, otros llevaban papeles, otros dormían en sus escritorios o donde cayeran a causa de agotamiento o desvelos, algunos conversaban en la sala de descansos mientras tomaban alguna bebida caliente, otros se mantenían alejados pensando en lo que tendrían que hacer después, uno que otro recibían la visita de un familiar, etc. En fin, todo normal.

Esa normalidad era demasiado anormal.

Empezando por que Arthur no se estaba peleando con el oficial Ludwig, en sus descansos, o platicando con cualquier novato que necesitara ayuda en algún caso. Y siguiendo con que Lukas estaba actuando cariñoso con un chico que si no mal recordaba era su hermano menor, Emil.

Tenía la gran tentación de correr y ver que estaba escrito en la hoja que tanto miraba Arthur cuando creía que nadie lo estaba viendo. Pero si quería enterarse sobre que decía, tendría que esperar a que se despegara de esa hoja o a que se distrajera para "pedirla prestada".

Durante media hora se la paso observándolo, con toda su paciencia y calma que aún conservaba, hasta que por fin la oportunidad se hizo presente.

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"Es suficiente" se dijo el inglés.

Luego de estar un buen rato flojeando fuera de su oficina, y darse cuenta que ni así se relajaba, decido que sería mejor si iba a la cafetería y compraba un té, seguramente eso lo relajaría.

Volvió a su oficina, se sacó la carta, que hasta ahora había estado con el cómo en una auto tortura, y la coloco en uno de los cajones de su escritorio, salió de su oficina y se dirigió directamente, sin responder al llamado de Ludwig quien le decía que su descanso ya había terminado, a la cafetería, siendo seguido por algunos novatos que querían pedirle consejo uno de los mejores criminólogos de estos tiempos.

Y si se lo preguntan, si, Arthur es uno de los mejores en su trabajo, y esa era una de las razones por las que el Señor Roma, no había comentado nada por su decisión a no entrar más en el campo de "batalla", después de todo, ya era mucho que tuvieran a uno de los mejores criminólogos, y además, Arthur era igual de efectivo en su oficina que fuera de ella.

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Dos minutos después de que se fuera el inglés, Vlad se encamino con sigilo hasta la puerta de su oficina. Para su suerte, el inglés había sido tan confiado que había dejado la puerta sin seguro.

-Y luego porque se pierden los papeles- Murmuro para si el rumano en lo que pretendía ser un tono de regaño, pero la burla en su entonación daba que pensar. - Veamos, donde esta- El rumano miro todo lo que había sobre el escritorio, moviendo solo lo necesario. La verdad no sabía que buscaba exactamente, tan solo se guiaba por el color amarillento que noto tenía el papel, y como noto que ninguna hoja que se encontrara sobre el escritorio tenía esa característica, dejo de buscar ahí.

"Si yo fuera Arthur..." Se dijo el rumano, e inmediatamente abrió uno de los cajones que se encontraban en el escritorio, encontrándose enseguida con la hoja amarilla. "¿Por qué no pensé en eso antes?" Se auto regaño.

-Bien, ya la tengo ahora solo falta salir y leerla. - Se dijo así mismo en voz alta.

-No, si quieres léela aquí, después de todo ya estas adentro- El rumano se volteo tragando grueso por el reconocimiento de aquella voz con un cinismo notable.

-H-Hola, Arthur- Saludo con nerviosismo.

-¿Últimas palabras?- Cuestiono el inglés, sosteniendo fuertemente una cachiporra en sus manos.

De policías y ladrones. Hetalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora