Capítulo 10

4.5K 358 35
                                    

Elena...

Monserrat había escuchado antes ese nombre y por la cara de su prometido, recordó de inmediato quién era. Su ex. Y seguía siendo importante para Sebastián, aunque a juzgar por su cara, no del modo feliz.

―Veo que me recuerdas, cariño. ―Se sentó con ellos como si hubiera sido invitada―. Claro que me recuerdas, sé que no soy fácil de olvidar.

―¿Qué quieres? ―preguntó Sebastián de mal modo.

―¡No me contestes así! ―Miró a Monserrat―. Ay, este hombre tiene un genio de los mil demonios, no te fíes de su carita de niño bueno, mira que yo lo conozco muy bien...

―¿Qué quieres? ―insistió el hombre.

―Nada, te vi y quise pasar a saludarte, saber cómo estaban, mal que mal, ayer quedé casi viuda ―expresó con malicia al tiempo que mostraba un enorme anillo de diamantes―. Lo nuestro fue muy importante, Sebastián, y tu novia debe saberlo.

―Vete, Elena, ándate de aquí, estoy con mi "prometida", tú y yo no somos nada.

―¿Todavía estás molesto porque me fui de tu lado? ―La mujer hizo un hipócrita puchero.

―Ya ni siquiera estoy enojado por todo lo que hiciste, no siento nada por ti, pero no quiero que estés aquí molestando a mi prometida.

Monserrat observaba la escena sin intervenir. Sebastián se veía incómodo y apretaba la mano de la mujer con fuerza.

―Mientes, tú jamás me olvidarás. Yo fui tu primer amor, el único.

―Te equivocas, y por favor, Elena, por favor, ándate de aquí.

Elena miró a Monserrat y le sonrió cínicamente.

―Querida, tú estás consciente que no está enamorado de ti, ¿cierto? Su único amor soy yo.

Monserrat sonrió, con una sonrisa de hielo capaz de congelar hasta el mismo sol, sus ojos se tornaron grises con amenazantes líneas negras.

―Y tú estás consciente que estás haciendo el ridículo en este lugar, ¿cierto, "querida"?

―Él sigue enamorado de mí.

―¿Hace cuánto tiempo que terminaron?

―Yo lo abandoné, él no me dejó ni terminamos.

―¿Cuánto tiempo?

―Seis años, pero sé que jamás me olvidó ―afirmó con aire suficiente.

―No, si eso es obvio, tendría que sufrir de amnesia o Alzheimer, y creo que ni así, las cosas malas nunca se olvidan.

―¿Cosas malas? No sabes lo que dices, yo soy muy importante en su vida.

―¿Eres? Fuiste, querida, ese lugar, ahora, lo ocupo yo.

―Ya quisieras, ¿por qué crees que se puso tan nervioso cuando me vio? Porque sigue enamorado de mí.

―Ja, ¿te digo por qué se puso así? Porque creyó que eras un espectro, luego, cuando se le pasó el miedo de pensar que estaba frente a Tutankamón y vio que eras tú, pensó que yo me iba a enojar con él por el veneno que lanzas, porque soy celosa, pero ¿sabes qué? Yo solo me enojo con las cazafortunas que aparecen para coquetearle. Tú no eres competencia para mí.

―¿Ah no? ¿Eso crees?

―No, porque si él quisiera estar contigo, lo estaría, no tendría necesidad de aparentar nada conmigo, además, ya probó de tu veneno y dudo mucho que quiera volver a hacerlo.

Quiero estar contigoWhere stories live. Discover now