Capítulo 6

6.1K 414 31
                                    

Monserrat estaba nerviosa. No por el viaje en avión, no, a eso ya estaba acostumbrada, a lo que no lograba acostumbrarse era al amor. Ella estaba segura que nunca amaría a Sebastián como él la amaba a ella. Y él lo sabe, pero no le importa. O finge no importarle.

Desde la noche en la que se quedaron juntos no se habían vuelto a juntar, se habían visto, sí, habían desayunado el viernes, pero nada más, cada cual estuvo demasiado ocupado en sus cosas para poder viajar sin problemas toda una semana.

―¿Arrepentida? ―le preguntó Sebastián colocando una mano en su mejilla.

―No, no, ¿por qué?

―Estás muy pensativa.

―No, no estoy arrepentida... Todavía.

―¿Todavía?

―Sabes que esto puede cambiarlo todo.

―Sí, y espero que sea para mejor.

―¿Y si no?

―Yo creo que sí. Este viaje cambiará nuestra vida para mejor, de todas formas, ya te lo dije y lo mantengo, esto cambiará en la medida que tú quieras que cambie. Yo estaré quieto esperando a que tú vayas dando los pasos que quieras dar.

―¿Tanto así me amas? ―preguntó sin pensar de lo asombrada que estaba.

―¿Lo dudas?

―¿Y qué te gusta de mí? ―espetó algo molesta, pensando que se burlaba.

Él entrecerró los ojos.

―No te enojes.

―No me enojo ―respondió bajando un poco la voz.

―Tus ojos cambiaron a marrón, no me digas que no estás molesta.

Ahora sí la sorprendió, ¿acaso se daba cuenta hasta del cambio de color de sus ojos? Eso significaba que realmente se fijaba hasta en los detalles más pequeños.

―Prefiero los amarillo gata ―indicó él, notando el desconcierto en su compañera.

―No sé a qué te refieres ―dijo haciéndose la desentendida.

―No me dirás que no sabes que tus ojos cambian según el estado de ánimo con el que estés. Fue lo primero que noté en ti y entonces supe que eras especial, que eras para mí.

Monserrat no supo qué decir. Ese hombre la descolocaba. Siempre lo hizo, desde el día uno.

―Te amo, mi niña, pero ya te dije que nada cambiará si no quieres que cambie, pero recuerda que durante dos años he querido estar contigo, y no voy a dejar de insistir, no sería yo si lo hiciera y cambiaría esto que tenemos ―completo mutis de parte de la mujer. Él sonrió algo frustrado―. ¿Lo ves? Yo, como un idiota insistiéndote y regalándote mi amor y tú tan fría como siempre. Nada ha cambiado.

Él sabía que esto iba a ser así, que las cosas no iban a cambiar.

Ella, por su parte, pensaba en que durante dos años él le había repetido que era fría, sin saber que en realidad nunca sabía qué contestar a sus halagos, pues ese hombre le gustaba más de lo que quería admitir, pero no se sentía capaz de arriesgarse y ahora, que lo había hecho, que ya habían estado juntos, que la había hecho sentir amada, deseada y... linda, el miedo no se iba de su cabeza. No quería pensar que en cualquier momento se reiría y se burlara de ella, como lo había hecho su ex, que se comportó como un desgraciado y la marcó de por vida. Y, aunque muchas veces quiso cortar de raíz las manifestaciones de amor de Sebastián, tampoco quería apartarlo por completo de su vida.

Quiero estar contigoWhere stories live. Discover now