Todos tenemos un demonio personal

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Pare justo al llegar a un pequeño claro que había descubierto en tercer año y donde acostumbraba venir a leer cuando no estaba leyendo en la biblioteca o en el lago, justo donde había descubierto como una niña rubia un grado menor que yo solía pasar por aquí a menudo buscando criaturas de los bosques o en este caso cuidando de ellas como lo estaba haciendo en este momento. Me apoye en la raíz de un árbol y me puse a esperarla, sabía que en cualquier momento tenía que aparecer ya que estaba curando a una unicornio, yo mismo la había acompañado en más de una ocasión a ayudarla.

Vislumbre unos cabellos rubios salir entre un montón de arbustos para luego caer rápidamente al suelo, comencé a caminar en la dirección en la que se había caído para ayudarla a levantarse, ella se hinco y comenzó a sacudirse las manos, llegue justo a su lado y le tendí una mano haciendo que ella alzara la vista hacia mí.

-       No quiero ensuciarte—dijo ignorando la mano que le tendía, a veces ella podía ser terca pero yo lo era más
-       Ven déjame ayudarte—dije colocando mi mano en su codo para ayudarla a levantarse pero al hacerlo gimió de dolor suavemente lo que me hizo posar la vista en su rodilla justo donde se había rasgado el pantalón y una mancha carmesí comenzaba a aparecer, sin otra palabra la alce en mis brazos, era ligera.
-       No tenías que hacerlo puedo caminar—dijo sonriendo tímidamente al momento que pasaba sus brazos alrededor de mi cuello, fue cuando note que no llevaba nada de maquillaje como el día de ayer pero eso no impedía que se viera hermosa como siempre, llevaba el uniforme escolar del tipo pantalón y suéter, y el cabello lo había traído sujeto en una media coleta.
-       Lo sé, no lo hice por ti sino por mi—conteste devolviéndole la sonrisa
-       ¿así que debo suponer que sus intenciones señor Nott son buenas o malas?—dijo juguetonamente
-       Eso depende de usted señorita Lovegood—dije en el mismo tono de ella uniendo nuestros labios, cuando el aire nos hizo falta nos separamos, ella tenía las mejillas sonrojadas dulcemente al igual que sus labios hinchados por mis besos.
-       Vamos a desayunar—dije sonriéndole—pero antes necesito curar tu rodilla—esta vez mi tono era serio, así que la puse en el suelo y me agache levantando su pantalón más arriba de la rodilla, con su simple movimiento de mi varita cure su corte, pero no sin antes notar la blancura y suavidad de su piel lo que hizo que mi cuerpo despertara, trague en seco esta era solo una de las cosas que esta mujer me hacía sentir con su sola presencia, arregle el hoyo en su pantalón dejándole como nuevo cuando una vez a mis espaldas hizo que me tensara
-       ¡LUNA!

Me voltee y ahí estaba ese cretino de Argeneau, al ver que se acercaba me pare en toda mi estatura que era similar a la de él colocando una mano en la cintura de luna acercándola más a mí.

-       Hola Tomás—dijo Luna alegremente saludándole con un sonrisa—has visto los terrals que crecen en las flores son hermosos
-       No Luna aún no los he visto tal vez deberías mostrármelos—le dijo sonriéndole estúpidamente haciendo que ella se sonrojara, a no eso si que no en mi presencia.
-       Lo siento pero ella y yo estamos ocupados ahora mismo—dije despidiéndole y ganándome una mirada furiosa celeste
-       No tienes que ser grosero Theodore—me dijo regañándome—ahora si me disculpas quiero ir al comedor—dijo zafándose de mi brazo y comenzando a caminar hacia el castillo dejándonos a mi y a ese idiota a solas, nuestras miradas se encontraron
-       ¿Qué haces aquí Argeneau?—dije en tono mortal
-       No te importa Nott ¿cierto?—asentí en lo referente a mi nombre—ahora si me disculpas—dijo tratando de ir donde Luna
-       Aléjate de ella—dije simplemente haciendo que tomas se detuviese
-       ¿es una amenaza?—dijo
-       Tómalo como quieras—le dije sonriendo y caminando en la dirección contraria para tomar uno de los atajos que conocía de este castillo y llegar antes que él al comedor, ese malnacido había arruinado mi mañana, ahora Luna estaba enojada conmigo

Camine rumbo al comedor hasta llegar a la mesa de las serpientes y de verdad me sorprendí cuando Granger estaba al lado de Draco en la mesa, al lado de él estaba Pansy para mi sorpresa ella y Granger parecían estar conversando eso ya era algo bueno ya que no parecían estar discutiendo, Draco estaba en medio de ellas y de verdad por su cara parecía que estaba feliz de verme ya que parecía que temía que en cualquier momento la bomba iba a estallar.

-       buenos días dormilones—dije llegando hasta donde ellos se encontraban, ganándome una mirada sin entender de Pansy, una asesina de Draco y unos ojos agrandados y mejillas muy sonrojadas de Granger
-       ¿es una broma o algo que deba entender?—pregunto Pansy
-       Na, se me acaba de ocurrir me levante antes eso es todo—dije buscando con la mirada a Luna sentada en su mesa rodeada de nuevo por un montón de buitres
-       ¿Qué hace ella aquí?—dijo de repente Pansy con voz helada haciendo que nosotros dejáramos de comer y volteáramos hacia la mesa de los leones donde una castaña acababa de sentarse y estaba pegada como lapa a Ronald Weasley.
-       No sabía que había regresado—dijo de repente Hermione frunciendo el ceño
-       ¿pasa algo?—pregunto Draco quién aunque lo intento sonó celoso
-       No es solo que no creí que ella regresara aquí por lo que ron me dijo ella estaba muy trastornada en regresar al castillo, estoy sorprendida—dijo encogiéndose de hombros—eso es todo
-       Ella y Weasley aun están en contacto—pregunto Pansy quien al igual que Draco sonaba celosa
-       Algo así, desde que ella salió de San Mungo se escriben cartas pero si me lo preguntan Ron se siente culpable por lo que le pasó y al parecer ella se aprovecha—dijo Hermione viendo como Lavander le plantaba un beso muy sonoro a la comadreja en la mejilla, muy cerca de sus labios
-       Así que esas tenemos—dijo Pansy misteriosamente.

Feliz cumpleaños DracoWhere stories live. Discover now