VIII

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Sorprendente descubrir que un cuello se quiebra con la misma facilidad que una chica.

Los cristales no solo sirven para parar vendavales,

también pueden crear telarañas en las esquinas.

Nos empeñamos en pensar que los corazones están hechos de cristal,

y no son más que una amalgama de sangre que se derrama como no lo hagas funcionar.

Aún así también tienen telarañas,

y yo una tarántula que me inyecta veneno en sangre desde que no estás.

Medusa no puede convertirme en piedra;

lo que está muerto no puede morir.

Las enredaderas me impiden chillar que estoy cansada del amargor en las pupilas,

y los ojos inyectados en sangre me recuerdan que tú no eres la única droga circulando por el mundo.

Necesito mi dosis,

porque el síndrome de abstinencia está empezando a hacer de las suyas,

y la tarántula necesita comer.

Mi corazón decide no bombear más sangre por el momento;

se escaparía por el agujero del pecho.

No consigo limpiar las telarañas de las esquinas por más veneno que trago,

y no mato el recuerdo de las cosquillas que dejaste al pasar por mi vida.

Los cristales no solo sirven para parar vendavales,

sino para saber por donde entra la luz a una vida.

Y desde que mi corazón está hecho de piedra ya no hay:

ya no hay sangre;

no más estimulantes;

más "nosotros".

Ya no hay más "tú",

ni más luz,

ni más vida.

Sorprendente descubrir que un cuello se quiebra con la misma facilidad que un corazón de piedra. 

Trece poemas de amor; Trece poemas de olvido ⚡️ @nymereidaWhere stories live. Discover now