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El suelo está frío cuando caigo y me resbalo con las estrellas que derramaron tus ojos.

Sí,

primero caí y después resbalé.

Caí en tus brazos cuando el frío amenazaba con convertir la ropa mojada en hipotermia.

La piel de gallina no viene sólo con vendavales,

y eso me lo enseñó tu respiración cruzando el estrecho entre nariz y mejilla.

Caí en tu vida como el soldado que se lanza al vacío desde un avión kamikaze,

porque decide que es más digno morir cuando uno decide y no cuando todo explota.

Aunque es bonito explotar en mil chispas,

encerrada en unas pupilas verdes dilatadas

tras un beso de amor.

O quizá no.

Caí en palabras encerradas en bolas de cristal,

que agitaste para que me envolvieran las mentiras,

y el olor de tu colonia sobre mis sábanas.

Ese que dejabas a media noche,

mientras yo sufría de hipotermia

y tus pupilas explotaban tras un beso de (des)amor.

Clichés y clichés.

Cliché es que me haya dejado los dientes contra el suelo,

por lamer restos de lágrimas pensando que así recuperaría el sabor de algún sentimiento.

Cliché es que la hipotermia pasó a ser uno de mis males menores hace mucho tiempo,

porque ya no hay más promesas en las que empaparse.

Hasta los huesos,

hasta donde se clavaban tus dedos.

Imagina lo que quieras,

tu sabrás en qué corazones metiste la mano.

¿Puede ser la mano la que muerda al perro que está dando de comer?

Supongo que no,

pero puede irse y cortar el suministro,

dejando a alguien al borde de la hipotermia.

Resbalo con las estrellas que un día cayeron de tus ojos,

las que atrapabas cuando me mirabas y soltabas cuando te ibas.

Y el suelo está frío,

y mojado de mentiras,

y he mentido:

coger hipotermia empapada en tus lágrimas es un grave problema.

Y más cuando no estás tú para secarme. 

Trece poemas de amor; Trece poemas de olvido ⚡️ @nymereidaWhere stories live. Discover now