Capítulo 34

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*Lauren pov*

—Hola Lauren.—La mostré una sonrisa a Lily mientras entraba a la casa.

—Buen día Lily. ¿Camila está?

—Sí, ayer en la noche salió, pero supongo que ha regresado, no la escuché si lo hizo.

Fruncí las cejas. Camila no me dijo que iba a salir.

—¿De quien es el auto que está estacionado en frente?—Pregunté caminando dentro de la casa, siguiendo a Lily.

Cuando los padres  de Camila no estaban, ella pasaba casi todo el tiempo aquí. Casi vivía aquí.

—Es el mismo en el que se fue con Ally, Normani y… ese chico Troye, si no me equivoco.—Asentí.

—Yo… Voy a subir.—Dije para luego subir las escaleras de dos en dos.

Maldición. Estaba tan enojada. ¿Qué mierda hacía el auto de ese tipo acá? ¿Qué mierda le pasaba a Camila por la cabeza?

Entré sin golpear la puerta. Vaya. Que sorpresa. Mis manos se apretaron en puños cuando vi a Camila dormir sobre el pecho de Troye. ¿Qué demonios? Malditos.

El chico se giró a mi justo antes de salir de esa puta habitación. Quería irme. Deseaba no haber visto esa puta escena.

—Lauren. Lauren. Espera.—Me detuve en seco cuando Troye tomó mi ante brazo para detenerme.

No sé cómo hice, pero lo tenía del cuello contra la pared. Sentía mis ojos humedecerse, no sé si por el enojo, la ira, el odio que le tenía en estos momentos.

—Lau… ren…

—¿Qué mierda me vas a decir?

—Tom. Lo…. Lo vio.—Di un paso hacia atrás soltando su cuello.

Lo miré sorprendida. Mi corazón latía a mil por segundo. Tenía el cuello rojo y estaba tosiendo mientras se acariciaba donde hace segundos atrás yo estaba apretando con fuerza.

—¿Qué dijiste?

—Que anoche… Anoche ella vio al tipo que abusó de ella…—Sentí como si me dieran una patada en el pecho cuando escuché sus palabras.—Salió del club desesperada y la seguí. Me… me pidió que la trajera. Te llamó muchas veces y no respondías entonces me pidió que me quedara… No hicimos nada. No te vayas. Te necesita… Está asustada.—Tosió un poco.

No dije nada solo corrí hasta la habitación de Camila donde estaba despertando. Ni siquiera se había dado cuenta de lo que había pasado, supongo.

—Camz.—La llamé y cuando sus ojos se encontraron con los míos comenzó a llorar y no dudé ni un segundo en ir hasta ella.

Nos dejé caer en la cama, abrazándola contra mi. Se aferraba a mi cuerpo con fuerza mientras lloraba. Me dolía el pecho. Odiaba verla así. No quería no imaginarme lo mal que se habrá sentido y yo no estaba con ella.

—Tranquila, mi amor. Estás bien. Nadie puede hacerte daño. Estoy aquí.—Le dije mientras besaba su mejilla.—No llores, por favor.

—Él estaba ahí y me miró a los ojos, casi sonreía, Lauren.

—No importa. No importa. Ya pasó. Te prometo que todo va a estar bien. Mírame—saqué sus lágrimas con mis dedos y dejé un beso en su frente.—Lo siento mucho.

—Yo te llamé. Te necesitaba.—Negué cerrando los ojos.  Mi teléfono en la noche se había apagado. Vi las llamadas perdidas y pensé que sería buena idea despertarla, ya que sabía que estaba sola, pero jamás me imaginé que me iba a encontrar con esto.

—Perdóname... Por favor. Lo siento.—Acaricié su mejilla.—Nadie, ni él va a lastimarte, no otra vez, no lo voy a permitir, ¿Me escuchas? Tienes que estar tranquila y confiar en mi. Voy a cuidarte mucho. Incluso más que antes.—Pegué mi mejilla contra la de ella y me abrazó del cuello con ambos brazos.—¿Te dijo algo? ¿Te lastimó?

—No.—Murmuró.—Solo es que… yo tenía mucho miedo y salí corriendo… Luego Troye vino conmigo y se quedó aquí, pero no he dormido nada porque… Porque cada vez que cerraba los ojos estaba ahí y lo recordaba todo.—Me alejé un poco de ella para mirarla. Tenía sus ojos hinchados, tenía ojeras y parecía cansada.

—Te juro que no va a pasarte nada, ¿Confías en mi?—Asintió.—Estás bien, cariño… Te amo. Lo siento.

—Te amo.

Tenía medio cuerpo sobre el suyo. Yo estaba apoyada en un codo, mientras que el otro brazo la acercaba más a mi, para luego subir a su mejilla y ayudar a que sus labios se encuentren con los míos. La besé lentamente, quería hacerle sentir que estaba bien, que estaba allí y que me tenía. Me estaba maldiciendo por dentro al recordar e imaginarme cuanto me había necesitado y yo no había estado.

Quería ser yo la que la haya hecho calmarse, quería ser yo quien la haya hecho dormir, quería ser yo quien la abrazara toda la noche y despertara su lado, quería que nada de esto le pase otra vez.

—Hay que llamar a tus padres y contarles.—Dije cuando nos alejamos del beso. Ella negó.

—No… No los llames. Solo te necesito a ti.

Mi corazón se hinchó al escucharla decir aquello. Sabía que cada vez que sus padres viajaban ella se molestaba con ellos, es por eso que no quería llamarlos. La miré sonriendo y dejé otro beso en sus labios.

Aunque se le hiciera difícil, sabía que estaba un poco mejor ahora.

—¿Dónde está Troye?—Dijo mirando en dirección a la puerta. Mierda.

—No lo sé… Voy a ver donde…

—Salió rápido de la cama, por eso desperté.—Me miró mientras nos levantábamos de la cama.

—Bueno, pues no sé donde está.—Negué.

Ambas salimos de la habitación, Camila no se había molestado en quitarse en el pijama, así que bajamos las escaleras y allí en la sala estaba  el chico. Camila corrió hasta el y lo abrazó. La mirada de Troye se chocó con la mía, pero la desvié, me sentía avergonzada, una imbécil.

Camila le estaba diciendo algo, él sólo asentía y le sonreía tranquilamente. Era como si le estuviera agradeciendo, lo que era probable.

—Adiós Lauren.—Levantó la mano en forma de saludo y caminó hasta la puerta.

Le hice una seña a Camila para que se quede en su lugar y no nos siguiera. Lo que entendió, supongo porque no nos siguió.

—Troye…—Lo llamé mientras abría la puerta. Él se giró a mi esperando a que hablara.—Hey… Mira, lo siento. Soy una estúpida… Lo siento, de verdad.

—No te preocupes.—Negó.

—Y de verdad, muchas gracias por traerla y cuidarla anoche. Te lo agradezco realmente. No sé que haría si algo le pasara.—Él asintió sonriendo de lado.

—Por nada. Es mi amiga, tampoco quiero que nada malo le pase y… Y yo creo que va a ser buena idea que te quedes todo el tiempo con ella, de verdad te ha necesitado.—Asentí de acuerdo.—Bien. Nos vemos.

—Hasta luego.

Regresé a sala y Camila estaba sentada en uno de los sillones, con las piernas cruzadas debajo de ella.

Levantó la mirada encontrándose con mis ojos y sin decir nada me acerqué a ella, la abracé pasando un brazo por sus hombros, dejándola contra mi pecho.

—No quiero que te vayas. Por favor.—Murmuró y solté un suspiro.

—Déjame llamar a Alex.—Asintió.—Veré que hago.—Dejé un beso en su frente y me levanté del sillón.

Diez minutos más tarde estaba sobre la cama de Camila. Ella se estaba bañando y yo tenía mil cosas en mi cabeza. Agradecí que Alex me haya dado el día después de haberle explicado algunas cosas. Me dijo que me quedara tranquila.

También había aprovechado de llamar a David, mi amigo policía. Dios. Estaba tan enojada. Me había explicado que el imbécil ese había estado sólo algunos meses en la cárcel y solo por haber consumido y tenido droga encima. Con respecto a Camila, el juez no lo declaró culpable por faltas de prueba.

Por supuesto que aquella noche cuando llegamos a mi departamento nunca debí bañar a Camila, nunca debí darle una pastilla para su dolor de cabeza. No debí hacer nada más que llevarla al hospital. Pero no quería. Ella ni siquiera quería ir con sus padres y yo fui una imbécil por aceptar aquello. Aunque en ese momento sólo pensaba y quería verla bien.

Pero lo que más rabia me daba era la injusticia. Ellos eran injustos dejando libre a un hijo de puta que podía lastimar a otra persona como lo hizo con Camila. Tampoco ayudaba el que su padre tuviera dinero. Los desgraciados pagaban la jodida fianza y podía seguir libre.

Sentía tanta impotencia y más que nada porque Camila se veía tan mal. Tenía miedo y odiaba verla así. Pensaba en que hubiese sido capaz de cualquier cosa si algo le pasaba. Es que, mierda, no lo soportaría. Si solo el verla asustada me hacía daño, no quería ni pensar en si le hacía algo.

David me dijo que cualquier cosa lo llamara. Sé que era un buen tipo, sé que no tenía la culpa, ni nada que ver con tomar decisiones. Pero llegué a pensar que ya no se puede confiar, contar, o sentirse seguros ni con los malditos policías. Lo sentía por él, pero no confiaba ni en la ley.

La puerta del baño se abrió y vi a Camila salir de allí llorando en ropa interior, tenía el cabello húmedo todavía. Mi corazón se encogió y mucho más cuando se trepó sobre la cama para llegar hasta mi.

—Camz... Está bien, mi amor.—La abracé contra mi cuando se subió a horcajadas sobre mis piernas. Tenía su rostro en mi cuello y lloraba en silencio.—¿De verdad que no quieres llamar a tus padres?

—No. Te dije que sólo te quiero a ti.—Levantó su mirada a mi y juntó nuestras frentes mientras yo le limpiaba las lágrimas con mis pulgares.—Necesito olvidarme. Como antes. Yo no pensaba en eso, porque tu estabas en mi mente todo el tiempo, pero los recuerdos no me dejan en paz ahora… Y te quiero a ti otra vez.

Me dolía tanto verla de esa manera. Me mordí el labio abrazándome más a ella mientras me sentaba más recta con su cuerpo sobre el mío.

—Hazme olvidar, Lauren. Por favor.

Cerró los ojos dejando caer más lágrimas y entonces la besé. Sentía lo salado de sus lágrimas en el beso, pero no me importó. No me importaba nada más que hacerle bien. Y yo la entendía. Sabía qué pasaba por su mente. Ella se sentía sucia, como me lo había dicho hace meses cuando ocurrió todo, lo sentía sobre su piel y eso me daba más rabia aún.

La besé en cada rincón de su cuerpo, la acaricié tanto como pude y la hice mía de una manera lenta, suave y cariñosa. Quizás en otro momento hubiese sido torturante para ella, pero justo ahora era lo que necesitaba, sentirme. Y le di lo que quiso.

**

Luego de una ducha juntas, regresamos a la cama y nos quedamos dormidas algunas horas.
Más tarde, me abracé a Camila por detrás mientras le daba un beso en su mejilla una vez que me apoyé en mi codo. Había ido por el perro y ahora estaba sobre la cama con nosotras. Mi novia le hablaba como a un bebé lo que me hacía reír, sólo hasta que recordaba que estaba ahí y comenzaba a molestarme.

—¿Cómo estás, bebé?—El perro estaba casi sobre ella moviendo la cola para todos lados.—¿Viste que mamá Lolo está aquí? Dale un beso.

—No, Camz. Que asco y no soy su madre.—Alejé al cachorro de mi. Estaba más grande y gordito.

—Si eres su madre, Lauren. No digas eso delante de él, lo harás sentir mal.—Rodé los ojos.

—Claro que no.

—Claro que si. Pobrecito Camren, no la escuches.—Le decía mientras el cachorro se ponía patas para arriba para que Camila le rascara el pecho.

—Ni siquiera entiende este pulgoso, ¿Al menos lo bañaste para subirlo a la cama?—Camila me miró frunciendo las cejas.

—Sí y deja de llamarlo así.—Asentí rodando los ojos otra vez.—Le compré un jabón con forma de hueso, es lindo, luego te lo muestro.

La verdad que ese pulgoso me quitaba toda la atención de mi novia, pero ella se veía feliz y parecía haber olvidado, o eso creo, algo de todo lo que pasó. Lo que me alegraba demasiado. Me hacía bien ver a mi Camila de siempre, estaba sonriendo y parecía disfrutar bastante el que estemos juntas.

Algunos minutos más tarde, Camren jugaba con uno de sus juguetes y corría por toda la habitación mientras Camila y yo seguíamos en la misma posición, abrazadas y ahora viendo vídeos musicales que ella me mostraba. A veces cantaba encima de ellos y me miraba sonriendo cuando terminaba alguna frase. Yo no hacía mas que sonreír y besarla en la mejilla, los labios y abrazarme más a ella.

—Quiero que nos quedemos así todo el día.—Me dijo. Tenía los ojos cerrados y sus labios rozaban los míos al hablar.

Y estuvimos de esa forma casi todo el día, tal y como lo quiso. Nada más me levanté para preparar nuestro almuerzo, aunque más bien, ayudé a Lily a prepararlo todo para luego regresar a la habitación.

—Dinah está viniendo.—Hablé mientras  bloqueaba mi teléfono.—Le dije que no venga porque queríamos estar solas, pero dijo que le importa una mierda, que iba a venir igual. Ya sabes anda con sus cambios de humor. Las hormonas y eso.

—Qué mala eres.

—Y ella una arruina momentos.—Le besé la mejilla y salí de la cama.—¿Quieres algo de comer?

Soltó un suspiro levantándose de la cama también. Tenía puesto pantalones de buzo grises y un top blanco. Su cabello ahora estaba seco y ondulado cayendo por sus hombros. La palabra hermosa le quedaba chica.

—¿Donas y café con leche?—Sonrió mirándome desde el otro lado de la cama.

Asentí tomando una campera de hilo de color rosado claro de Camila y fui hasta ella, hice que se la pusiera y luego le di un beso en los labios. 

—Iré a comprarlo antes de que llegue Dinah. ¿Crees que se le antoje algo?

—No lo sé. Si se le antoja algo tendrás que salir otra vez.—Se rió pasando por mi lado para salir de la habitación.

—Olvídalo, no voy a salir otra vez.

Más tarde llegué de ir por los cafés y las donas, había traído otras cosas más para nosotras traes. Dinah ya estaba en la sala con Camila y mi mejor amiga sonrió al verme.

—Hola, Lau. Veo que sigues con la misma cara de idiota.

—Y yo veo que polvito todavía no sale de ti porque tienes… Wow. Vaya barriga.—Su sonrisa se había borrado.

—¿Me estás diciendo gorda?

—No, claro que no. Tu café, Camz.—Sonreí entregándole el vaso de cartón a ella y otro a Dinah.

—Gracias, amor.

—Gracias, idiota.

—¿Cómo está mi polvito preferido? ¿Para cuando nace?—Dije sentándome al lado de mi novia.

—Cinco semanas.—Me dijo Dinah.

—¿Y estás nerviosa?

—La verdad sí. Pero intento estar bien.

—Claro, como para no cuando te va a salir un hijo por la vagina. ¡Que dolor!—Hice una mueca cruzando mis piernas.

—Eres ordinaria, Lauren.—Me encogí de hombros cuando Camila me regañó. En cambio Dinah se rió.

—Bueno, va a valer la pena.—Dijo Dinah.—No puedo esperar más, ya quiero que nazca.

—Las semanas van a pasar rápido.—Le dijo Camila.—Y todo va a estar bien. Ese niño va a ser feliz.

—También, como para no serlo con semejantes tetas de Dinah sólo para él.

—Ay Dios. Lauren, cállate.—Solté una risa dejando mi café sobre la mesita y luego me abracé a Camila.

—Igual las tuyas son mis favoritas.—Le besé la mejilla ignorando el hecho de que me dio un codazo.—Es que me entran más en la boca.—Camila tenía las mejillas rojas y Dinah nos miraba entre cerrando los ojos.

—Lauren, basta. De verdad lo digo.

—Que gays que son. Me dan ganas de vomitar.—Sonreí volviendo a tomar mi café.—Pero me alegra verlas bien. Además, cierta culona oji verde está tan cambiada y eso me alegra aún más. Gracias Camila. Hiciste un bien trabajo.

—¿Por qué siempre te dan créditos a ti si yo cambié?—Fruncí las cejas.

—Porque yo mando y tu obedeces.

—No te pregunté eso.

—Pero es cierto.

—Pero…

—Cállate y alcánzame una dona.—Le alcancé una dona y me besó la mejilla luego.—Buena chica.

Rodé los ojos y Dinah se rió de mi.
Ni siquiera vi a Camila dejar la dona otra vez y tomar mi rostro, no hasta que tenía sus labios sobre los míos basándome lentamente. Tenía una mano sobre mi mejilla que le tapaba la vista a Dinah.

—Sigan haciéndose transfusión de saliva mientras yo me como la dona. Par de lesbianas. 

No pude evitar reírme durante el beso. Camila también sonrió y como siempre y cada vez que hacía eso, lograba que mi corazón se alterara dentro de mi pecho. Me sentía tan feliz porque Camila estaba tranquila, se veía mas relajada y eso era todo lo que necesitaba. Verla bien.

—Lauren se me antoja helado de chocolate con nueces, ¿Puedes ser una buena mejor amiga y traerme?

Me alejé de los labios de Camila frunciendo las cejas.

—Claro que no, llama al padre de polvito y que se encargue él.

—Por favoooor.

—No.

—Camila, dile que vaya.

—Lauren, ve.

—No—La miré molesta.

Se abrazó a mi de costado.—Mi amor, por fi. Y yo quiero sin nueces. Por fi. Por fi.

Dinah sonreía y Camila me abrazaba intentando besarme la mejilla mientras yo me alejaba. Al final bufé y me levanté del sillón de mala gana.

—Buena chica.—Dijeron las dos al mismo tiempo cuando tomé las llaves de la camioneta.

—Bini chici.—Rodé los ojos saliendo de la casa.

I like what is wrong {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora