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A veces te das cuenta de que nada vale la pena, que estas sola en este mundo, sabía que lo estaba, a penas había cumplido 18 años y no tenia a nadie.
Mi madre decía que aunque ella no estuviese todo seguiría igual, lo pensé, lo intente asumir miles de veces, pero todo cambió, mi hermano se fue de casa y yo me quede con mi padre, los primeros meses fueron bien, bueno lo pensé, <siempre lo pensaba todo>, Comenzó a pelearse conmigo, me dejaba sola hasta las tantas, llegaba y me sacudía a golpes ¿Porque? No lo se ni yo, eso no me importaba al fin y al cabo eran unos cuantos golpes y se acabo, pero aquella vez fue la peor, me forzó, me forzó hasta dejarme llorando en la esquina de la habitación con mi ropa rota.
Me escape de casa, continúe mis estudios hasta el límite de tener que trabajar en una local de mala muerte para poder pagar mi vulgar casa. Mi vida era triste, trabajaba hasta las cinco de la mañana todos los días y a las siete me despertaba para poder ir a la universidad, nunca dormía, estaba agotada, siempre era lo mismo.

...

Me despierto a las siete menos cuarto, hago mi cama y voy hacia mi pequeño baño que se encuentra dentro de la habitación, me doy una ducha de agua caliente y salgo. Abro el armario y observó la poca ropa que tengo y suelto un suspiro, agarro mi único vestido elegante negro y mis tacones negros de charol. Me secó con la toalla y me visto, me dirijo de nuevo al baño, me maquillo un poco y me pinto los labios color carmín, me recojo el pelo con un moño bien hecho y salgo apagando la luz, cojo mi bolso negro a conjunto con los zapatos y meto todo lo necesario. Me dispongo a salir de casa y comienzo a andar ya que me espera un largo camino.
Paro delante de un gran edificio me armo de valor y entro.

-Buenos días en que puedo ayudarle? -me pregunta amablemente una chica de recepción-

-Tenía una entrevista -respondo sonriente-

-Emma Hernández? -asiento- Me permite su abrigo y su bolso? -me pide amablemente y se lo entregó- Acompáñeme

Comencé a caminar por aquel gran pasillo blanco hasta llegar al ascensor, la recepcionista presiona el botón de la última planta y comienza a subir. El ascensor pita indicándonos que ya hemos llegado a la planta correspondiente y se abren las puertas de metal.

-El señor Oviedo la recibirá ahora -me dice amablemente-

-Esto gracias -pica a la puerta y entra, minutos después sale-

-Ya puede pasar -entro en aquel gran despacho-

Me fijó en el chico que esta sentado en aquella butaca, levanta la vista y se quita las gafas dejándolas sobre la mesa. Parece un hombre frio por su expresión, me observa durante unos segundos hasta que finalmente comienza a hablar.

-Puede sentarse -señala la silla de delante suyo y le obedezco- Emma Hernández no? -pregunta mientras agarra mi currículum- Señorita -me llama-

-Si? -contestó distraída-

-Se llama Emma Hernández, no? -se incorpora mejor en la silla-

-Si

-Donde estudio? -pregunta sin apartar la vista de los papeles-

-Acabe el bachillerato en Madrid y despues me fui a estudiar a una universidad de Barcelona administración y financias

-De acuerdo -asintió y dejo los papeles sobre la mesa de cristal-

Nos quedamos completamente en silencio, mientras que el tecleaba algo en su ordenador. Me fijó en su mano, lleva un anillo. Esta casado, cuantos años debe de tener. Lo analizo durante unos segundos hasta que me finalmente vuelve a hablar.

-Me pondré en contacto con usted a lo largo de esta semana. Nuria la llamara si el puesto es suyo

-Gracias -me levanto a la vez que el, y va hacia la puerta abriéndola-

-Un placer Emma -extiende su mano y la agarró-

-Igualmente señor

-Daniel

-Como?

-Me llamo Daniel

-Ah ya, claro. Igualmente Daniel -salgo de su despacho y llamo al ascensor-

Recojo mi bolso y mi abrigo, y por desgracia veo que a comenzado a llover. Me armó de valor y salgo a la calle calando mi ropa por completo, acabo por quitarme los tacones llevándolos en la mano y caminando descalza hasta llegar a mi casa.

SIMPLE ATRACCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora