Cap. 28º: "Noche interminable."

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—¿Qué te ha parecido? —me preguntó Ethan una vez que se hubo sentado delante de mí.

—Fue algo triste —dije mientras por debajo de la mesa me tronaba los nudillos. Horrible costumbre.

Ethan se encogió de hombros.

—Lo escribí para Samantha.

—¿Quién es Samantha? —pregunté sin poderlo evitar.

¿Acaso era alguien que había perdido?

—La chica del violín —sonrió— necesitaba una voz para su música, y resulta que se me dan bien las palabras.

Me quedé impresionada.

—Si lo piensas bien es la misma cosa que escribir una canción —dijo Alexander.

¿Cuándo había encendido ese cigarro?

—En lo cual tú también eres un experto —lo provoqué mirándolo con atención.

Por un momento los ojos de Alexander me observaron con confusión, pero inmediatamente se compuso y dio una calada más a su cigarrillo.

—Vaya, me has descubierto —dijo sin emoción alguna— cuando hay una chica involucrada en la banda no puede haber secretos.

—¿De qué hablas? —preguntó Ethan casi riendo— Todos sabemos que tú eres la mente maestra detrás de nuestras canciones.

—Tampoco es tan necesario saberlo —rodó los ojos.

¿Por qué se esforzaba tanto en restarle importancia a sus méritos?

<<¿Qué escondes detrás de esa fachada?>> pensé.

***

Después de algunos minutos de conversar con Ethan, ya que Alexander no parecía emocionado en participar en nuestra conversación trivial, reparé en la hora que marcaba mi celular y casi se me cae el alma a los pies cuando noté que eran las dos de la mañana.

Ahora que lo pensaba este día había sido eterno ¿Por qué aún no me sentía tan cansada? Tal vez se debía al cambio de horario.

—Creo que será mejor si nos vamos... —dije casi como si fuera una pregunta.

—¡Al fin! —exclamó Alexander poniéndose en pie y dándole un buen trago a su tercera cerveza.

—¿Estás seguro que puedes conducir? —dije levantándome con lentitud.

La verdad es que no conocía el limite al que podía llegar en cuanto se trataba de alcohol, pero medía más o menos los 1,80 así que no se le tendría que subir tan pronto ¿Verdad?

—Tranquila —dijo Ethan mientras se colocaba su chaqueta de cuero— estás hablando del campeón de beber dos litros de cerveza en 2 minutos.

Me asqueé inmediatamente.

—Pero si prefieres puedes ir con Ethan —dijo Alexander mientras se estiraba.

—¿Por qué? Te recuerdo que vivimos en la misma casa —pregunté confundida y dolida.

¿No quería que me fuera con él? Pues si estaba tan aburrido, se hubiera podido ir libremente. No era mi niñera ni mucho menos. Qué fastidio.

—Solo era una sugerencia —se rió— por si no confías en mí después de tres insignificantes cervezas.

Ignorando su comentario, comencé a caminar hacia la salida del local, y una vez que nos encontramos en el estacionamiento, me giré para despedirme de Ethan.

—No estuvo nada mal —sonreí— tal vez este se convierta en mi lugar favorito.

—Todavía te falta mucho por ver, pero me alegro que te haya gustado —sonrió de igual forma mientras con un gesto de la mano se iba alejando hacia su auto.

Una vez dentro del auto de Alexander, los nervios comenzaron a sacar lo peor de mí ¿Qué iba a hacer si Regina nos estaba esperando? Me había dejado bien en claro que no me quería cerca de su preciado hijo... ¿Qué iba a hacer? ¿Que me importara poco? Finalmente no era mi madre.... Pero tampoco me convenía tener a la bruja mala, que hacía de prefecta en mi futura universidad, en mi contra.

—Estás muy callada —dijo Alexander después de tres altos.

Solté un suspiro.

—Tu madre me pone los pelos de punta —admití.

Alexander me miró de reojo mientras volvía a poner en marcha el auto.

—¿Y eso?

¿Qué hacía? ¿Le decía que su madre me había prohibido pasar tiempo con él? No quería admitir en voz alta lo patética que era toda esta situación, además, seguro que Alexander se reiría de mí.

—Supongo que es el estereotipo de madrastra mala que ronda por ahí —dije encogiéndome de hombros.

—Madrastra o no es una verdadera molestia —dijo Alexander después de un rato, prácticamente dejándome con la boca abierta— Por eso no veo la hora de irme a vivir solo.

—¿Y por qué no lo haces? —susurré.

La verdad es que esto era terreno desconocido para mí, y no sabía qué tanto estaría dispuesto Alexander a contarme sobre su vida personal.

—Son las desventajas de que tu madre sea la prefecta y tu padrastro el rector de la universidad, siempre encuentran amenazas académicas para no dejarte ir.

En cuanto las palabras salieron de su boca no pude evitar poner los ojos como platos y sentir unas ganas tremendas de vomitar ¿Mi padre era el rector de la universidad?

***

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora