Capítulo 2: Parte 1 Síntomas de curiosidad (Parte 1)

278 7 1
                                    

Al llegar al final de ese alcantarillado, me encontraba nuevamente en el bosque, allí había varios juguetes amontonados, decidí tomar las pastillas para ver si sucedía algo interesante. Seguí avanzando y había un tronco de árbol con unas cabezas que tenían sus cabellos amarrados a las ramas del árbol, además había una llave colgando de ellas, quise tomarla, pero las cabezas empezaron a hablar.

- ¡La curiosidad está maldita! ¡Te maldecimos curiosidad!

- ¡Oh! Me gusta ser curiosa. De otra manera ¿cómo aprendería cosas? De todas formas... ¿por qué no me dejáis coger la llave? ¿Qué sois vosotros?

- 'Que' es la pregunta acertada, ¡pero 'por qué' es más apropiada!

- No tengo tiempo de charlar, señores. Quiero la llave, ¡solo eso!

- Oh, ¡pero esa llave no es nuestra! ¡Y seguro que tampoco tuya!

- Siempre viene bien una llave extra, ¡especialmente cuando dependes de algo!

- No es asunto nuestro. No te tenemos ningún afecto.

- Sois muy honestos, ¡me gusta! Soy una persona. Fran. ¡Encantada de conoceros!

- ¡Interesante! ¡Dinos más!

- ¡Tengo un gato! Bueno, tenía uno. Ahora está perdido. ¡Tengo que encontrarle!

- ¿En serio...?

- ¡Sí, en serio! ¡Y ahora, por favor, dadme la llave!

- Mira, persona Fran, vinimos del sur... volando, como siempre... ¡Y uno de nosotros sintió curiosidad por esa llave! Y todos quedamos atrapados. Y debido a nuestro largo pelo, no podemos soltarnos.

- ¡Así que vosotros también sois curiosos! ¿Puedo ayudarlos?

- Normalmente nos enredamos en árboles... ¡Pero tenemos algo para arreglarlo! Un peine precioso, ¡para peinar nuestro pelo cada vez que quedamos atrapados!

- Vale, ¡entonces hacedlo!

- Hay un problema. ¡Un ladrón robó el peine! ¡Estamos atrapados para siempre! Si encuentras al ladrón y al peine, ¡tendrás tu llave! ¿Trato?

- ¡Sí! ¿Pero qué aspecto tiene?

- ¡Es una rata, una sucia rata narcisista! ¡Se llevó el peine para ser hermosa! ¡No pudimos hacer mucho, así que salió corriendo con el peine! ¡Por favor, encuéntralo y libéranos de la curiosidad!

- Espero que no se haya adelantado demasiado en el bosque. ¡Lo encontraré!

- Estaremos aquí... esperando.

Seguí caminando por el bosque, sin el efecto de las pastillas, y entonces me encontré con dos insectos que eran realmente grandes, me acerqué a uno y dije:

- ¡Oh, guau! ¡Eres una hormiga realmente grande!

- ¿Quién anda ahí?

- Oh, disculpe, señor... ¿Es usted real?

- ¡Argh! ¡Siempre preguntas lo mismo! ¡Siempre!

- ¿Siempre? ¿Qué quiere decir con "siempre"?

- Pues claro que soy real... ¿De dónde has salido tú?

- Oh, me escapé del psiquiátrico... Pero, por favor, ¡no se lo cuente a nadie!

- ¡No se lo contare a nadie, tranquila! Pero, ¿qué estás haciendo aquí?

- ¡Mi gato está en alguna parte de este lugar, y tengo que encontrarle!

- ¿Un gato, dices...?

- ¡Sí, mi gatito! ¡Negro y precioso! ¡Muy lindo y listo!

- Oh... ya veo. Lo siento, niña...

- Oh, ¿entonces no lo ha visto?

- Suele pasar que el gato es comido. ¡Masticado y tragado!

- ¿Comido? ¿Qué quiere usted decir?

- ¡El gato negro que vino tras de mí mientras me apresuraba! ¡Lo atrapé! ¡Se lo di a mi escaracerdo! ¡Mi escaracerdo tiene hambre! ¡El pobre no ha comido nada en días! ¡La época del arándano azul ya pasó y nos los comimos todos!

- ¡Pare! ¿No se da cuenta? ¡El Sr. Medianoche es lo único que tengo! ¡Por favor, dígame que está bromeando!

- ¡Oh, pequeña! ¡No llores! ¡Puedo cantarte algo si quieres!

- ¿Y ahora qué hago? ¡Usted no sabe cómo se siente el estar tan sola!

- Sí, ya lo sé. Soy el último que queda con vida... Deja que te ayude, ¿vale?

- ¡¿Cómo podría usted ayudarme?!

- La digestión no es tan rápida. ¡Quizá siga vivo dentro del escaracerdo!

- ¿Pero... qué podríamos hacer?

- ¡Mata al escaracerdo! Es el único amigo que me queda, ¡pero necesito la carne!

- Siento curiosidad por saber si mi gatito está todavía ahí dentro.

- ¡Hazlo! ¡Puedes matarlo! ¡Y yo, Antonio el Grande, podré comerme la carne!

Tenía que buscar algún arma para poder matar al escaracerco, así que seguí caminando por el bosque hasta que encontré un hacha que estaba clavada en un tronco cortado. Me dirigí hacia el escaracerdo para matarlo con el hacha, pero este escapaba cada vez que me acercaba. Intenté buscar otra solución, así que tome otra pastilla. En el lugar donde encontré el hacha apareció un pozo que estaba cerrado con unos palos de madera, por lo que utilicé el hacha para romperlos, pero por el momento no pude entrar en él.

Al volver a la normalidad, utilicé una pluma que estaba en el suelo para despertar a la hormiga, ya que este se había dormido.

- ¡Cosquillas, cosquillas!

- ¡Ah! ¡El peligro es enorme! ¡Enorme!

- ¡Señor! ¡Despierte! ¡Creo que al escaracerdo no le gusta la idea de ser asesinado!

- Oh, ya veo. Pero eso es completamente normal, ¿no?

- Sí, ¿pero qué hago entonces?

- ¡Tienes que darle los arándanos especiales! ¡Arándanos azules! ¡Mmm!

- Ya veo, ¿pero dónde encuentro entonces esos arándanos?

- No debería contarte esto, pero... ¡Tengo los contactos adecuados! ¡Viven dentro de mi casa! ¡Y tienen arándanos azules! ¡Mi casa está en esa dirección! ¡Ten cuidado!

- ¡Oh! ¡Gracias, señor!

Fui a la dirección que me indicó aquel señor, de una forma u otra tenía que encontrar a mi gatito.

Fran BowWhere stories live. Discover now