Si supieras...

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Los nephilim son una de las razas más orgullosas que existe en este planeta, pero a veces Alec se pregunta si todo ese orgullo no les habrá hecho convertirse en unos ególatras pagados de sí mismos. A veces se pregunta por qué la Clave es tan cerrada. Vale, puede que Isabelle tenga razón cuando dice que le da demasiado a la cabeza y que las 4 de la mañana es una hora en la que se supone que debe dormir. Pero la verdad es que le cuesta dormir sin Magnus a su lado y cuando se duerme no puede hacer nada para controlar las pesadillas que le asaltan cada noche. Pesadillas de Magnus alejándose de nuevo en aquella estación abandonada o de Magnus mirándole con odio y diciéndole que debería haberlo dejado morir cuando tuvo la oportunidad.

Tal vez se lo esté imaginando, pero una parte de su cerebro le dice que se mantenga alerta, que las miradas de asco y de hostilidad que le dan algunos cazadores de sombras son reales. Sin embargo no agacha la cabeza, no lo hace porque no se arrepiente de haberse significado tanto aquella vez que besó a Magnus en el Salón de los Acuerdos. Puede arrepentirse de muchas cosas, pero de él nunca. Pero si bien es cierto que la situación es tensa, también hay cazadores que le miran como siempre, aunque son minoría. Aparte de sus hermanos, Aline y los Blackthorn son prácticamente los únicos que le miran sin hostilidad. Y aunque Alec no sea bueno con las palabras le agradece infinitamente tanto a Aline como a Helen el apoyo que le están dando así como una ayuda en una situación que tanto a él como a sus hermanos les venía un poco grande. Un poco por no decir otra cosa que se ajusta más a la realidad.

Y la verdad es que no le gusta esta situación porque se siente una carga, sobre todo cuando les toca a Jace y a Izzy soportar sus cambios de humor y esos antojos a deshoras. Sospecha que Jace debe quererlo bastante para no haberle lanzando algo a la cabeza a estas alturas cuando le toca ir a por helado de brownie de chocolate a las 3 de la mañana. Isabelle se burla de la situación y suele decir, bastante alto para que todos la oigan, que esto le sirve de prácticas para cuando sea Clary la que esté embarazada. Ni que decir tiene que cuando pase eso Jace se pone pálido y luego se enzarzará en una lucha libre con Isabelle.

Son como niños. A este paso en lugar de uno voy a acabar teniendo 3 si contamos a esos dos.

Aunque les quiere, claro que les quiere. Pero a veces le dan ganas de matarlos a los dos por ser tan malditamente temerarios y a veces unos inmaduros de cuidado. La última pelea ha sido por los nombres de su hijo ¿Hola? Teniendo en cuenta que es él el que está embarazado cualquiera habría pensado que le dejarían elegir el nombre, al final tuvo que pegar un puñetazo a la mesa de la cocina (aún le duele la mano por ello) y parar de un grito aquella discusión. De ninguna de las maneras va a dejar que esos dos se salgan con la suya, el nombre ya lo tiene decidido y no va a haber fuerza en mundo capaz de hacerle cambiar de opinión sobre este asunto. Punto final.

Vuelve a mirar el bosquecillo que rodea aquella casa perdida en los confines de Alacante, desde luego ¿en qué narices estaba pensando Jace cuando les sugirió el que la casa donde había crecido era un buen escondite? Sí, cierto que nadie del Instituto de Nueva York pensaría que se habían refugiado allí. ¿Quién en su sano juicio volvería a la casa donde se fraguaron todas sus inseguridades? Pero claro, Jace nunca ha estado en su sano juicio. ¿Cómo ha permitido que estos dos se exilien también? ¿Por qué se siente culpable de alegrarse de que no le hayan dejado tirado?

-Maldita sea deja de darle a la cabeza o va a ser imposible el dormir.

Se regaña Alec a sí mismo. Dios, debe de parecer un loco por hablar consigo mismo. En vista de que sabe que no va a conseguir dormir Alec coge uno de sus viejos suéteres y se lo pone, porque son las 3 de la mañana y hace fresco. Decide recurrir a lo que le da una mínima tranquilidad en estos últimos meses, vagabundear de noche por el sendero cercano al bosque. Intenta no pensar en nada en esos momentos, de verdad que lo intenta, intenta mantener la mente en blanco para no acabar pensando en Magnus, porque el solo hecho de pensar en él le hace daño y cualquiera diría que después de todos estos meses ya debería haber pasado página pero no puede hacerlo. ¿Cómo se supone que pase página si el amor de su vida ya no le quiere? Le duele pensar eso, como le duele pensar que al final todo esto no significará nada para Magnus porque al fin y al cabo Alec le ha traicionado. Aunque esa nunca fue su intención. El solo quería saber más de Magnus... Magnus tan cerrado y esquivo con su pasado. Había querido aprender, estúpidamente había pensado que si sabía algo más de él Magnus no le abandonaría.

Estúpido y patético Alec.

Mira impotente al cielo nocturno. ¿Y qué pasará si algún día Magnus se entera de la verdad? Sus acciones son tan atroces que no merecen perdón pero ¿acaso su hijo va a heredar de él ese odio? El solo pensarlo es suficiente para que le entren ganas de llorar. Si tan solo Magnus supiese que sus intenciones no eran quitarle su inmortalidad, si tan solo...

Va tan metido en sus pensamientos que no ve la figura enmascarada que le sigue, no hasta que es demasiado tarde y unos brazos ajenos que portan una cadena de frío metal le aprietan el cuello y le impiden respirar.

-Ese niño es una abominación, un monstruo y tú una deshonra para los nephilim.

Alec forcejea ve como la imagen se le va empañando y va perdiendo la vista.

Magnus...

Nunca va a volver a verle, y una parte de él espera que él aparezca, que les salve que le diga que le perdona. 

Magnus.... Magnus perdóname no fue esa mi intención, lo juro... 

Alec cae ante la oscuridad y su último pensamiento consciente es para Magnus, porque no importa que pase, le quiere y le duele que no va a poder verle nunca más. 

Way to Darkness (Malec Mpreg AU)Where stories live. Discover now