-Para nada, rodé en la cama y caí al suelo. Por ello estoy un poco sobresaltada-

Kerberos frunció el ceño y me rogó que le dijera la verdad. Tenía que retener por el momento mi visión, además posiblemente era mi imaginación suelta.

-Tranquilo, fue porque me caí. Jamás me había sucedido-

-De acuerdo-

Tratando de olvidar lo sucedido y evadiendo las intenciones de Kero, le dispuse bajar para desayunar. Fue una propuesta que no lo pensó mucho y accedió con facilidad. Estaba a punto de tocar el piso del primer nivel cuando escuché la puerta de entrada, abrirse.

-Eriol. Me sorprendiste- Mencionó mi amiga. -¿Qué estás haciendo aquí?-

Me sentí consumida íntimamente al ver a Eriol visitarla. No estoy celosa de Sakura. No envidio su belleza ni inteligencia; pero el hecho de que Hiragizawa sea una persona más interesada en ella, me hace sentir exaltada.

El se veía ansioso y nervioso. Cómo si tuviera un deseo insaciable por realizar algo, devorando cada minúscula partícula de su ser. Ella lo observaba algo confundida. Era muy temprano para recibir visitas.

Siempre me propongo pasar por alto mis impulsos, ver más allá de lo que mis ojos logran captar y tratar de encontrar en mí el autocontrol, más no lo consigo. Es por ello que en diversas situaciones llego a visualizarme demasiado fanática de algo, eufórica.

-Quisiera hablar contigo. ¿Puedo pasar?-

-Desde luego-

Rápidamente subí las escaleras y empujé a Kerberos en la habitación de Sakura, dejándolo encerrado. Angustiada por que no deje de exigir que le abriera, le prometí regalarle una caja de dulces en cuanto se fuera Eriol de la casa. Era la primera vez que lo chantajeaba por algo que me beneficiaría. Me sentí sucia.

Amablemente Sakura le ofreció asiento y algo para merendar durante la velada. Mientras ella yacía en la cocina preparando los aperitivos, Eriol se limitó a observar el interior de la casa y sus alrededores. Yo me encontraba escondida detrás de los barandales. Transcurridos unos pocos minutos, ella llevaba en sus manos una bandeja con galletas y dos tazas de café oscuro. Lo puso en la mesa de la estancia y se acomodó en un mueble para sentarse, quedando frente a Eriol.

El silencio se apoderó de aquella habitación. Ni Sakura y Eriol encontraban la forma de iniciar una conversación placentera. Mientras, yo me limitaba a observarlos desde arriba. El movía sus manos con intranquilidad, y ella miraba hacia el suelo, apenada.

Algo aburrida, decidí unirme a ellos. Mi pie estaba apunto de tocar el piso cuando mi querida amiga se adelantó.

-¿Sobre que deseabas hablar?- Preguntó Sakura, algo fastidiada del silencio que prevalecía. Eriol mantuvo el misterio y debajo de sus ojos azules pude observar como un tenue color empezó a surgir. Movía sus pulgares y un poco el pie.

Despacio, volví a subir las escaleras, sujetándome a la barandilla con una mano y agachada, tratando de ocultarme lo más que podía. Miré hacia abajo y aunque no los podía escuchar ni ver con demasiada precisión, Eriol parecía estar reuniendo valor para hablar.

-La intención de mi visita es para pedirte un favor- Dijo con toda la educación que fue capaz, pues aunque se encontraba nervioso, trataba de mantener la sólida actitud que siempre manifiesta.

-¿De qué se trata?-

-De seguro sabrás que dentro de muy poco tiempo, una persona muy importante para tí cumplirá años- Sakura lo miró confundida.

Sabía que lo olvidaría.

-¿Podrías ser más claro?-

-Tomoyo cumplirá años el domingo, y me preguntaba si tú podrías ayudarme con su regalo- Cuchicheó.

La mirada que reflejó Sakura después de escuchar la razón, la sorprendió. Con todas las situaciones y pesares que rodeaban su vida, olvidó por completo mi cumpleaños. Una fecha que pensé que le resultaría imposible ignorar. Abatida por su presente fracaso, asintió a la propuesta de Eriol evitando que se le notara las ganas impenetrables de entrar en un estado de absoluta melancolía.

Eriol se levantó de su asiento y se acercó a los oídos de Sakura para platicarle su proposición.

-Dime ¿Por qué deseas hacer todo esto?- Al escucharla, él dirigió su mirada hacia otro punto.

-¿Porqué hacer algo especial para ella?- Dijo en voz baja, un poco intimidado por la pregunta. - Sentirse encantado por algo que consideras parece ser la perfección. ¿No es eso estar enamorado?-

Sakura abrió los ojos desmesuradamente, sus labios formaron un gesto de sorpresa y sus brazos se extendieron para cubrirlos con las manos.

-¿Estás seguro de ello?- Replicó. El sonrió y asintió con la cabeza.

Sentí un retortijón, algo que crecía en mi interior, que cuando ascendiera de las profundidades de mis entrañas y saliera al mundo exterior me haría gritar de la conmoción. No entendía cómo había podido llegar a aquella situación, era mi culpa por haber husmeado donde no debía. La curiosidad mató al gato, y lo más lamentable es que este murió sabiendo. Y el gato era yo.

Estaba tan tranquila durmiendo y de pronto me encontraba atrapada allí, en aquella escalera escuchando susurros que no debía.

-Eriol- Musitó. -Espera un momento- Sakura se dio media vuelta y se marchó sin decir nada más. Caminaba directo para subir a las escaleras. Con el corazón acelerado, corrí hacia la habitación y me envolví con las sábanas de la cama. Kerberos estaba dormido cuando llegué, así que resultó aún más sencilla mi artimaña.

Subió al piso de arriba, y la perilla comenzó a girar. Rápidamente cubrí mi rostro y fingí estar adormilada. No supe en qué momento entró, mis ojos estaban completamente cerrados. Solo veía oscuridad. De un momento a otro, sentí una sutil caricia en mi mejilla. Demasiado afectuosa y cortés. Comenzó a palpar mi cabello y descubrió mi rostro, dejándolo expuesto. Comencé a sentir sus exhalaciones, demasiado cerca. Paulatinamente fui probando el sabor de su respiración, era dulce. Poco a poco, tomando todo el tiempo el mundo para recorrer cada milímetro. De pronto, algo rozó mi piel suavemente con sus labios.

Alguien me había besado.

Después de ello, deje de sentir presión en mi boca. La persona se había levantado de la cama, y a lo lejos, escuché la puerta cerrarse.


En las escaleras un joven de ojos azules descendía, algo satisfecho.

-¿Sucedió algo interesante mientras ibas al baño?- Cuestionó la joven.

El chico solo sonrió.

EL AMOR DE SAKURAWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu