A los siete años, su madre le dijo que hiciera amigos, que no se quedara solo.
Y al encontrarlo, no dejaban de jugar imaginándose a ambos como si fueran grandes. Encontrándose ambos en el mismo parque donde se conocieron, siendo su lugar habitual donde escapaban de la realidad y se encerraban en su burbuja de fantasías.
El cual les protegería de las crudas realidades de la vida. Ayudándose mutuamente a no caer en el camino.
A los once años, él ya bebía licor ardiente. Problemas en su hogar era la excusa perfecta para el camino que se estaba cursando. La falta de dinero una consecuente más por el cuál la compañía de su amigo era la solución más temprana. Ayudando a la idea cuando su padre le dijo que buscara una pareja para no quedarse solo.
Con su padre, él hizo planes a futuro. Crear historias donde sus habilidades heredadas se demostrarían y compartirían con los demás. La idea era gloria para él, con las personas que quería a su lado no podía pedir más. Tomando un rumbo distinto del cuál la vida tenía planeado para él. Escribir canciones, historias que le habían pasado. Y como una persona se volvió su todo. Todo pasó a los veinte años.
A los treinta años, él creía en sus metas y no en el fracaso. Las habladurías le hacían fuerte paso a paso. Con su hogar formado, siempre despertaba feliz con su amor al lado. Y cuando terminaba de trabajar, contando los minutos para volver ser envuelto por esos brazos.
Con sus treinta años, las canciones vendieron. Viajaron por todo el mundo como siempre lo habían soñado. Planeando toda una vida, desde pequeños recordando esos momentos sin imaginarse que acabarían así. Envueltos en una cama, disfrutándose con el cuerpo del otro. Las caricias inocentes de niños siendo desplazadas por las calurosas manos de su hombre. Su amor recibía todas las canciones que eran dedicadas para él, cantándole dentro de su burbuja.
Cuando tengan sesenta años, un ser querido se irá y su amor será su soporte. Aprendiendo de la vida que tuvo para enseñarles a sus hijos que no importa las barreras que te ponga la vida, uno tiene que continuar, nunca derrumbarse. Ambos esperaban tener fuerzas para seguir abrazando a sus nietos, que aunque no llevaran su sangre, eran la mejor decisión que tomaron ambos al querer formar una familia.
A los siete años, su madre le dijo. Haz amigos no te quedes solo y hoy puede agradecerle porque debido a eso...
Él no se quedó solo, nunca más.
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