Océanos IV

435 35 2
                                    

VENGO A DEJARLES OTRO CAPÍTULO, QUIERO RECOMPENSARLOS POR TODO EL TIEMPO QUE NO HABÍA ESTADO POR AQUÍ.

YA TENGO ADAPTADOS LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS, ASÍ QUE LOS IRÉ SUBIENDO TAN PRONTAMENTE ME SEA POSIBLE.

POR CIERTO, ESTE CAPÍTULO VA DEDICADO A ZADALEGHIEL YA QUE HOY ES SU CUMPLEAÑOS. ESPERO LO DISFRUTES.

LOS DEJO PARA QUE SIGAN LEYENDO.

Quinn

Una tarde, mientras paseaba por la pequeña cala situada frente a mi casa de la costa, recordé de repente una frase que mi abuela había dicho la primera vez que la visité en la residencia:

''Quinn, no todo el mundo tiene derecho a elegir. Hay veces que la vida elige por ti... Tienes que centrarte en luchar para que la vida te conduzca hacia tus sueños y no te aleje de ellos. Sopesa muy bien cada decisión que tomes porque, aunque no lo sepas aún, cada elección que tomamos, por muy insignificante que parezca, te conducirá irrevocablemente a tu futuro. ''

Ahora comprendía por qué había hecho ese comentario; se había referido a mi madre, y a todo lo que ella tuvo que dejar atrás por hacer lo que creía correcto.

De pronto, bajo el cegador sol de agosto, comprendí con absoluta claridad por qué ella siempre pareció vivir en una jaula de cristal; las circunstancias no le dejaron elegir su propio futuro, y perdió la oportunidad de ser feliz junto al hombre que realmente amaba.

Y mi abuela había intentado avisarme a su manera para que yo no cometiera el mismo error.

En un impulso, al día siguiente hice las maletas a toda prisa y emprendí el viaje de vuelta. Pero no me dirigí a Madrid, sino a Montegris. Conduje con la firme intención de zanjar de una vez por todas los dos temas que me mantenían desvelado por las noches: debía pedirle perdón a Rachel y también charlar cara a cara con Ignacio. No pensaba permitir que la vida eligiera por mí. Era yo la que tenía que dar los pasos que fueran necesarios para conseguir el futuro que quería. De pronto, veía con total nitidez qué debía hacer para completar mi puzzle; necesitaba aquellas dos fichas para que la imagen estuviera completa.

Llegué a la finca al atardecer, impaciente por reencontrarme con ella. Cuando Shelby me abrió la puerta, dándome una calurosa bienvenida, me informó de que Rachel se había ido a Estados Unidos hasta septiembre. Sentí que me desinflaba como un globo, pero no cambié de idea. Decidí quedarme con ellos de todas maneras; necesitaba su compañía y sus sabios consejos.

Finn no me había dicho nada sobre la huida de Rachel, pero no le podía culpar.

Había sido yo la que le había advertido de que no quería hablar sobre ella, con lo que él únicamente se había limitado a respetar mi petición.

No fui capaz de ir en busca de Ignacio nada más llegar. Primero necesitaba reencontrarme con esa parte de mí misma que había dejado atrás en aquel acogedor dormitorio.

Era extraño encontrarme absolutamente a solas en aquel segundo piso de la casa; siempre lo había compartido con ella, y ahora sentía que me faltaba algo. La que sí estaba allí para consolarme era Qualia, que con su compañía me recordaba aún más todo lo que había ocurrido con Rachel en los últimos meses. Esa perra era nuestra, pero... ¿aún quedaría una esperanza para seguir utilizando la palabra nosotras?

El día después de mi llegada quedé con Finn para tocar juntos en el local de ensayo. Hacía casi dos meses que no compartía la música con el grupo, con lo que aquella improvisada sesión a dúo me ayudó a relajarme. Tan sólo estuvimos él y yo. Los demás estaban de vacaciones, pero con nuestras guitarras y su voz fue más que suficiente. Tocamos durante más de dos horas sin parar, disfrutando como niños. Después fuimos al bar de los billares, donde me encontré con Kitty. Mantuvimos una breve charla y enseguida se marchó. Me arrepentí de no haberle preguntado más cosas sobre Rachel. No había querido abrumarla interrogándola hasta la saciedad. Sin embargo, tras escuchar que Rachel estaba bien, me sentí aún más sedienta de noticias. La enorme distancia que nos separaba me tenía en vilo. ¿Cómo transcurrían sus días en San Francisco? ¿Habría conocido a alguien? ¿Alguien que le hiciera sentir mejor que yo?...

La canción número 7 (Faberry)Where stories live. Discover now