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Estoy a punto de dirigirme al comedor para desayunar algo cuando se abre la puerta y Portia llega cargada con una bandeja de comida.

-No tenemos mucho tiempo, han querido dejaros dormir un poco más, así que tienes que desayunar deprisa y luego bajamos a prepararte.

Acepto una taza de chocolate caliente y me lo tomo despacio conteniendo un bostezo. Agradecería que nos hayan levantado un poco más tarde si no fuera porque apenas he dormido. No he podido desprenderme en toda la noche de esa sensación de que las cosas iban mal y de que el peligro estaba próximo. Pienso en Katniss y espero que ella lo haya pasado mejor que yo.

Estoy mordisqueando distraído una pastita de limón mientras escucho las palabras huecas de Portia. Me está contando que ella tiene mucho sueño porque se quedó en la fiesta hasta tarde y que se ha tenido que levantar pronto para arreglarse. Me fijo en su elaborado peinado, en sus capas de maquillaje y en su traje morado.

-Oye, Portia ¿Cuánto tiempo tardas en arreglarte cada mañana?-Pregunto.

Ella parece animarse con mi interés y se sienta a mi lado en la cama.

-Uy, pues depende. Un día normal como hoy no tardo más de tres horas, pero si hay alguna fiesta y tengo que ir más arreglada, siempre me paso por la peluquería, lo que añade una hora más. Te preguntarás como tardo tanto, pues verás, es que soy un desastre para elegir la ropa: cada día tengo que probarme modelitos hasta que encuentro uno que vaya acorde con mi estado de ánimo...

Dejo de escucharla y quedan resueltas mis dudas sobre qué hacen los habitantes del Capitolio en su tiempo libre: arreglarse. Realmente, no creo que valga la pena tanto esfuerzo. Observo disumuladamente a Portia y me planteo si me parece guapa. Extravagante sí, pero no guapa, es demasiado rara. Intento adivinar su edad, pero no consigo llegar a ninguna conclusión. Me gustaría saber de que color es su pelo realmente. Se lo voy a preguntar cuando algo me dice que tal vez sea una pregunta de mala educación y me quedo callado.

-¡Qué tarde se ha hecho!-Exclama Portia escandalizada y casi hace que tire al suelo la galleta que tengo en la mano. -Vamos, vamos, deja eso.

Me conduce fuera de mi habitación y bajamos rápidamente en el ascensor. Entro en la habitual sala de preparación donde ya espera el resto del equipo y comienzan con el ritual de siempre al que ya estoy acostumbrado. Se dedican a hablar tan solo de la fiesta de anoche y de lo divertida que fue. Por fin terminan conmigo y Portia me viste con una camisa roja y unos pantalones blancos.

Acto seguido tengo que ir un saloncito el cuál han decorado con rosas rojas y rosas, como consecuencia el perfume es embriagador. Katniss ya está allí, vestida con un sencillo vestido rosa. Antes de poder decirla nada, unos técnicos nos hacen sentarnos en el mismo sillón que ayer y empezamos la entrevista. Desde el primer momento llevo yo las riendas de la conversación y lo estoy pasando bien charlando con Caesar, casi me olvido de que nos están grabando. Sin embargo, noto que algo raro le pasa a Katniss, ya sé que de costumbre no es muy habladora, pero hay está incluso más callada de lo normal, como si tuviera miedo a hablar.

Por fin termina la entrevista y tengo la sensación de que todo ha ido muy bien. Antes de marcharnos voy al dormitorio y me mandan recoger lo que me quiera llevar. No recuerdo tener nada importante guardado hasta que abro el cajón de la mesilla de noche y descubro que siguen aquí todos los bocetos a lápiz que hice de Katniss. Me los guardo en el bolsillo con la intención de enseñárselos a Katniss cuando lleguemos a casa.

Ya en el pasillo, me encuentro con Portia que viene apresurada hacia mi.

-¡Peeta! Que bonita entrevista. Por cierto, mira lo que me ha dado uno de los Vigilantes, la encontraron cuando drenaron el río.

Extiende la mano hacia mi y alcanzo a ver un brillo naranja. Es mi canica, tal y como la recordaba. La recojo con cuidado y me la guardo también en el bolsillo.

-Portia, muchas gracias.-Digo emocionado. Le doy un último abrazo a mi estilista apreciando que huele a kiwi y me despido de ella, no nos volveremos a ver hasta la Gira de la Victoria.

Me dirijo apresurado al tren y en cuanto monto este arranca. Desde la parte de atrás veo como el Capitolio se hace más y más pequeño cada vez. Desearía no volver, pero sé que voy a tener que hacerlo.

Así "Lo-Ve" Peeta (Los Juegos Del Hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora