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Los profesionales están a unos 20 metros de mi, en el lado opuesto del claro en el que nos encontramos. Por suerte, me he dado cuenta pronto de su llegada, eso me da ventaja. Salgo de la protección que me aportan los árboles y me coloco encima de un montículo, para resultar más visible. Los profesionales no tardan en darse cuenta de que estoy allí, pero el hecho de que no me mueva les ha pillado por sorpresa.

Sólo uno de ellos reacciona, el chico alto y fuerte del distrito 1, que corre hacia mí con un cuchillo en alto. Agarro mi propio cuchillo fuertemente con la mano. Es una suerte que lo haya conseguido.

Cuando está lo suficientemente cerca, respiro hondo y corro hacia él. Espero que no note el miedo que siento, es probable que esté a punto de morir y lo que voy a hacer es muy arriesgado. Choco contra él y los dos nos enzarzamos en una pelea. Rodamos por el suelo. Recuerdo todas las veces que luchaba en el distrito 12. Este chico es grande, y aunque he ganado a algunos mayores que él, ellos no tenían un arma ni estaban entrenados desde pequeños.

Intento mantener apartado el cuchillo que sostiene el profesional de cualquier parte de mi cuerpo y dar algún golpe con el mío. Consigo que este se hunda en alguna parte del cuerpo de mi contrincante, creo que en la pierna. A pesar de que no he conseguido clavarlo muy hondo, gime de dolor y consigue azotarme un puñetazo en la cara. Noto que la boca se me llena de sangre y me repugna su sabor metálico. Creo que me ha arrancado un diente. Una arcada hace que me escupa encima mio y sobre el profesional una mezcla de sangre y saliva. Este suelta un grito de rabia y me pega otro puñetazo, esta vez en la mejilla.

Sigo manteniendo alejada la mano con la que sujeta el cuchillo, pero él es más fuerte y yo no voy a durar mucho más. Intento una maniobra arriesgada, le pego una patada con todas mis fuerzas y ruedo para colocarme encima de él. Le he pillado por sorpresa y en un momento de vacilación suya, le agarro la muñeca derecha y le retuerzo el brazo con toda la fuerza que me queda hasta que suelta el cuchillo, lanzo lejos con una patada. Le coloco mi arma en la garganta, presionando el filo contra su piel. Busco miedo o desesperación es sus ojos, pero lo único que encuentro es autosuficiencia y una sonrisa ladeada. Cuando me doy cuenta de lo que está pasando, es demasiado tarde.

El profesional ha sacado otro cuchillo de su cinturón y lo dirige hacia mí. Mierda, no había pensado en que probablemente tendría armas de repuesto escondidas. En un intento de esquivarle, me tiro desesperadamente al suelo y me golpeo la cabeza con una piedra, que me deja ligeramente atontado haciendo que pierda mi oportunidad de huir. Ahora es él otro chico el que se coloca encima mía, apretándome los costados con las rodillas y eliminando cualquier ocasión de huir. Hemos intercambiado lugares. Todavía conservo mi cuchillo, pero el profesional tiene mis dos manos apresadas contra el suelo, no puedo moverme.

Siento que mi hora se acerca, pero no me resigno y antes de que el otro recupere el aliento, empiezo a hablar:

-No puedes matarme, soy vuestra única posibilidad de encontrarla.-Veo que él me sigue mirando con rabia, aunque creo distinguir algo de curiosidad y todavía no me ha atestado el golpe letal, así que tal vez tenga una oportunidad.-A la chica de mi distrito me refiero, la del 12. Sacó un once en el entrenamiento, no os podéis imaginar lo que sabe hacer, os supera con creces a cualquiera de vosotros.-Veo que el chico se cabrea pero no me asusto y sigo hablando rápidamente.-Yo la conozco, sé donde se enconde y sé sus puntos débiles. Si me matas, no tendrás ninguna posibilidad de ganar en los juegos.

Así "Lo-Ve" Peeta (Los Juegos Del Hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora