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Cuando llega el ascensor a la planta del hospital, me sorprende ver que sale por la puerta el que creo que es el chico del distrito 3, que tiene en la cara la marca de un puñetazo y con la hinchazón se le ha cerrado un ojo.

-¡Te digo que no fue a propósito!-Replica al hombre que le acompaña y en el que no había reparado antes porque es muy poquita cosa.

-Es igual, él te ha hecho daño y eso se considera tongo, me voy a quejar de esto, o sí, los Vigilantes deben de estar bien informados.-Dice él mientras se ajusta unas enormes gafas de pasta que se le caen constantemente.

-¿Y qué van a hacer? El distrito 2 es de los favoritos, no le van a castigar. Y si él se entera de que me he chivado se asegurará de que tenga una muerte lenta y dolorosa. Además, ha sido culpa mía, me crucé con él, le empujé sin querer, no estaba atento...

Los dos se callan súbitamente cuando nos ven a Portia y a mí. Me miran las manos con una curiosidad poco contenida. El hombre me observa a través de las gafas, cuyos cristales le hacen los ojos enormes. La verdad es que me suena de algo, tal vez sea el mentor del distrito 3 y haya ganado algunos juegos anteriores. El chico se dedica a sonreírme con complicidad, no sé si por qué también se piensa que alguien me ha pegado o por la entrevista sentimental. Tampoco es que me importe mucho.

Entramos en el ascensor y le digo a Portia:

-¿Esto pasa mucho?

-¿El qué?- Pregunta ella despistada.

-Lo de que algún tributo agreda a otro y no se puedan tomar medidas al respecto.-Contesto indignado.

-Bueno, ten en cuenta que lo mejor que se puede hacer en estos casos es mantenerse al margen. ¿O tú no patrocinarías a alguien que se dedica a pelear incluso antes de empezar?

No contesto, pero me doy cuenta de lo que implica eso. La verdad es que no me debería sorprender, ya sabemos que los tributos profesionales siempre tienen más posibilidades de ganar. Aún así me parece injusto. Me pierdo en mis pensamientos durante lo que dura el trayecto a nuestra planta.

Nada más llegar, el olor a comida hace que me gruña el estómago. Cuando entramos en el comedor, los demás casi han acabado, están tomando tarta de manzana y plátano cubierta con chocolate caliente, pero me alegra ver que nos han guardado nuestra parte. Empiezo a tomarme una sopa deliciosa de nata y pétalos de rosa, pero me cuesta un poco sostener la cuchara con las manos vendadas, de verdad espero que estén curadas para mañana.

Como rápido para no hacer esperar a los demás y en cuanto acabamos vamos a ver la repetición de las entrevistas, a las que no presto atención a pesar de que sé que debería, pero es que no me apetece ver a niños de los que morirán la mayoría en las próximas semanas.

Cuando acaba la reproducción, es el momento de despedirse de Effie y de Haymitch, los cuáles no nos acompañarán mañana.

Effie está hecha una magdalena, no para de llorar y nos coge fuertemente de las manos. Aunque me hace daño, no me quejo, no sería de buenos modales y no quiero enfadarla. Se acaba despidiendo de nosotros con un beso en la mejilla y se va haciendo ruido con sus tacones. Como no se aleja dando saltitos, llego a la conclusión de que está afectada de verdad.

Haymitch no está ni de lejos tan sentimental. De hecho, se dedica a cruzar los brazos y a mirarnos con gesto serio. Como no habla, le pregunto:

-¿Un último consejo?

Nos dice básicamente que nos alejemos de la Cornucopia y que busquemos una fuente de agua.

-¿Algo más?-Pregunta Katniss

-Seguid vivos-Añade él. Al principio creo que es una broma, pero esta muy serio y no demasiado borracho, así que no se lo discutimos. Después se aleja sin dedicarnos ninguna palabra de ánimo o de despedida. Intuyo que, a su manera, él también está triste por nuestra partida.

Así "Lo-Ve" Peeta (Los Juegos Del Hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora