No iba a discutir con ellos, no porque fueran 5, sino porque William me había dicho que no debía ser grosero, que lo mejor era alejarse.

Cuando traté de hacerlo sentí como mi cabello fue halado haciéndome perder el equilibrio y obligándome a sentarme de nuevo. Yo tomé la mano del niño y empecé a movérsela tratando de que me soltara, pero él no lo hizo, en cuanto me vieron en esa posición comenzaron a reírse de mí y ofenderme, en mi mente rogaba para que algún adulto llegara e interviniera.

-Será mejor que lo suelten si no quieren que les dé una paliza.- Amenazó alguien ubicado detrás de mí.

Los niños parecieron asustarse al verlo porque huyeron del lugar apenas lo vieron. Mientras yo los veía correr, el chico se puso frente a mí, fui alzando la mirada para ver de quien se trataba, su voz me parecía conocida pero no recordaba dónde la había escuchado antes.

Cuando finalmente vi su cara quedé pasmado, se trataba de William, de verdad estaba frente a mí, no reconocí su voz porque había engrosado un poco, y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa, transmitiéndome alivio, haciéndome sentir seguro de mí mismo.

No era muy diferente a como yo lo recordaba, solo tenía un aspecto de ser mayor, pero seguía igual.

-¿Te acuerdas de mí? Soy Wi...

No lo dejé terminar su frase, esta vez no estaba extendiendo sus brazos, pero sentí una inmensa necesidad de darle uno que no pude resistir, estaba aferrándome a él, y tratando de hacerlo con la mayor fuerza posible para demostrarle lo mucho que lo extrañe.

No me importó toda la tristeza que me hizo pasar, era imposible resistirme a un poco de su contacto, nunca le negué un abrazo, y cada vez que quería darle uno él no se negaba, por lo que me sentí en toda libertad.

No pudo corresponderme porque sus brazos quedaron atrapados con su tronco entre los míos, pero no se intentó soltar, así que deduje que no le molestó.

-Tu mamá me dijo que estabas acá, quise sorprenderte... y parece que llegué en el momento perfecto.

¡Dios! Para mi cualquier momento era perfecto si incluía su presencia.

-¿Vamos por un helado?- Retomó.

No lo pensé dos veces, no importó que ya hubiera comido uno antes y asentí.

Cuando tuvimos nuestros helados en las manos volvimos a la banca y nos sentamos, él comía uno de frutos rojos, yo uno de chocolate.
Mientras lo hacía yo no podía dejar de mirarlo, había sido un largo tiempo sin verlo, quería asegurarme de no desperdiciar nuestros momentos.

Él se dio cuenta de cómo yo lo miraba mientras introducía el helado en forma de paleta en su boca, a lo que me dedicó una sonrisa.

-¿Quieres probar?- Preguntó con un poco de crema rosa en sus labios.

Yo me sonrojé un poco, escucharlo decir eso me hizo pensar en que me daría a probar de la crema que había quedado en sus labios.
No respondí, pero él lo tomó como un "sí" y acercó su helado a mi boca, yo apenado saqué mi lengua y dí una lamida, después de hacerlo, el procedió a seguir comiéndolo.

El rosa en mis mejillas no se iba, mucho menos después de haber lamido el mismo helado que William, y que después que yo lo lamiera, él lo hiciera, eso significaba que había una gran confianza entre nosotros, sentía satisfacción de haber probado de su paleta, porque fue como probar de esa boca que siempre quise besar.

Repentinamente la realidad chocó conmigo, recordé todos los días vacíos que me hizo pasar, necesitaba una explicación para eso.

-Te extrañé mucho, Will.

Mi Antiguo VecinoWhere stories live. Discover now