Me estremecí al recordar que el plan era debilitar las manadas con su mayor fuerza: Los nacidos en luna azul. Yo no sabía, hasta que Braham me lo explicó, que los poderes y fuerza que tenían de más estos lobos podían pasarse a las demás generaciones luego de ellos, así no quedaban las manadas sin esa fuerza.

Entré al auto en el asiento trasero, en silencio. Braham iba manejando, porque en cualquier momento podría volver a sentir a Alan y eso significaría un accidente seguro, sin contar el hecho de que estaba muy perturbada por la situación.

—Abril...

—No quiero escucharte, Braham —corté, tajante.

—Oh, pero lo harás. Mira, Abril, todos sabíamos desde hace mucho que eras su novia, pero cuando logré meterme en su mente fue que nos dimos cuenta de que no tenían un vínculo de compañeros. Solo dije esa información antes de desatenderme de Alan. El resto hizo lo demás, por eso no sabía cuáles eran sus pensamientos y cuáles habían puesto en él.

—Sabías que estaba sufriendo por la situación y no dijiste nada. No me dijiste que todo era un plan de los vampiros, Braham... Lo condenaste sin tan siquiera él saberlo. Si no hubiera sentido nada... Alan podría morir en unas horas y yo no lo sabría. Puede que ustedes no sientan dolor por una pérdida, Braham, pero Alan tiene una familia, amigos y una novia que lo aman.

Dejé el tema así porque en ese momento Axel entró al auto, también en la parte trasera. Rich llegó en un auto que se aparcó detrás de nosotros. Pude ver que una larga fila de coches también llegaba a la carrera solitaria que servía de entrada a la protección.

Tomé una respiración profunda cuando Braham comenzó a conducir, siendo seguido por el resto de los autos. Tenía la esperanza de que no fuera una trampa de parte de los vampiros. Necesitaba que Braham de verdad me estuviera llevando a Alan y no a una muerte segura.

Miré a Axel, pidiéndole información.

—Las manadas ya estarán cerca, entrarán con nosotros porque no podemos darnos el lujo de que se enteren de que estamos ahí. Un hechicero estará cubriendo el olor, para darnos tiempo de entrar.

Cuando por fin llegamos, los demás casi que lo hicieron a la par que nosotros.

Las bodegas del pueblo quedaban delante del bosque. Eran lo último entre la división entre el pueblo y otro un poco más pequeño. No había ventanas rotas ni tampoco ventanas cubiertas, todo estaba bien, como siempre había estado todo.

Ignoré la mirada furibunda que me lanzó cuando vio que bajé del auto también. Sí, él no quería que me metiera ahí, pero yo no iba a hacerle caso aun sabiendo que Alan estaba ahí.

—Tenía que activarse tu vínculo con él para que también lo hiciera el instinto suicida que tienen los licántropos cuando se trata de su pareja. —Lo ignoré, llegando a Axel para pegarme a su camisa.

Braham nos adelantó. De los árboles comenzaron a salir personas y lobos, pero también el aire se iba poniendo cada vez más y más frío. Ráfagas de viento levantaban las hojas secas que apenas y se veían con la oscuridad de la madrugada, aunque dentro de poco tiempo comenzaría a salir el sol.

Rich y Axel eran unos de los pocos que no estaban convertidos. El primero se reunió con un grupo de cinco hombres, así que imaginé que eran otras manadas.

Axel me contó, muy por encima, que solo unos entrarían. Esa cantidad de ojos resplandecientes en el bosque no eran todos los que se encontraban, también había otros custodiando el bosque.

Yo no me iba a quedar ahí fuera, aunque los demás quisieran lo contrario. Debía encontrar a Alan, hacerle ver que estaba ahí por él, pero, más que cualquier cosa, necesitaba sentirlo.

Lunas escarlataWhere stories live. Discover now