La respiración de América casi no se escuchaba, aunque sí sentía su cuerpo contra el mío. Agradecí a Maxon por dormir con ella durante tantos años, porque lo cierto es que de pequeña había tenido un muy mal dormir.

Unos minutos después, aunque estaba cansada, no lograba quedarme dormida. Suspiré, girándome para mirar el techo en la oscuridad. El silencio podría ser relajante, pero el mal presentimiento no se iba.

Aunque en algún momento de la noche tuve que haberme dormido, porque no iba a admitir nunca que alguien entró a mi casa, con un vestido largo, rojo sangre con una capucha gigante que cubría el rostro de la persona.

Lancé mi mano hacia mi lado, sintiendo el cuerpo de América... sintiéndolo, no solo pretendiendo que ahí estaba.

—Déjala dormir. No despertará hasta que yo no lo quiera. —Bueno, esa voz no podía de ser de alguien malvado, pero aun así me asusté cuando se acercó a mí y me tendió una mano. Me asusté mucho más cuando noté un símbolo que nacía en su palma y subía por su mano en líneas disparejas unidas entre sí. Ese símbolo lo reconocí—. Lamento haber tenido que frenar tus deseos, necesitaba que entendieran el poder que tienen juntos.

—¿De qué habla? —Mi voz se quebró a medida que hablaba. Ella seguía con su mano estirada.

—De que es hora de que te muestre todos los detalles que pasaste por alto, Abril, y que quite de tu mente la barrera que te permite sentir. Dame tu mano, te prometo que no te haré nada malo.

Aun dudando lo hice. Me estremecí cuando sentí su piel en la mía. Era, de una forma muy literal, electrizante.

—También siento que tengas que olvidar esto por tiempo. —Dejé de mirar nuestras manos para mirarla a lo que creía eran sus ojos. Pero ante de hacerlo, como cuando estuve en casa de Braham, algo pareció derrumbarse dentro de mí, aunque, a comparación de ese día, pude sentir como por medio de mi brazo subía una especie de energía.

Caí de nuevo en la cama, sin poder salir de mi mente.

Fue en ese momento en el que pude ver la realidad de lo que pasaba.

No era que estuviera enferma, lo pude saber cuándo por mi mente pareció desarrollarse una película en cámara rápida y me vi a mí misma y a Alan. Comprendí que en realidad los sueños que parecían alternarse entre mi punto de vista y uno que creía era mi mente imaginando era en realidad el recuerdo de Alan, también que lo que sentía, todo el malestar, era el malestar de él, que aquel día con los vampiros no me había desmayado por otra razón más que por el esfuerzo que había hecho mi mente de llegar a la suya... y lo había logrado.

También, me di cuenta de que el sueño del hombre y la mujer mordida sí tenía un significado que había pasado por alto: la marca de la mujer también la tenía el hombre.

Los guardianes no sentían que estaba en peligro por Braham, sino porque Alan lo estaba. En mi mente pasó el recuerdo de año nuevo, el color rojo de un cabello que no se escondía a plena luz del día. También vi que sí, sí me vigilaban, porque era claro que los vampiros sospechaban que sí era la compañera de Alan.

Abrí los ojos, sentándome en la cama cuando pude hacerlo.

Me sorprendí cuando un mensaje entró. Dudé en verlo, porque por la hora era seguro que podría ser una mala noticia, sin embargo, la curiosidad pudo más conmigo, así que, poniéndome de nuevo de costado, encendí la pantalla para ver que era un mensaje de Axel.

Axel:

Estoy MUY preocupado, Abril. No he sabido NADA de Kiona, ni de Alan. Hoy fui a su casa, Trevor tampoco ha aparecido en toda la noche. Belén cree que está con Alicia, eso fue lo que le dijo, pero ella me dijo a mí que no ha sabido de él.

Lunas escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora