CAPÍTULO 33

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¿Cuántos tragos llevo? ¿Cinco? ¿Diez? ¿Veinte? Ya perdí la cuenta.

Lanzo el vaso contra la pared y este se rompe en mil pedazos cayendo en una lluvia de pequeños cristales que terminan en el suelo blanco y pulcro. Tomo la botella de ¿vodka? ¿Tequila? No lo sé, simplemente la tomo y le doy un trago largo que me escuece la garganta, mi pobre lengua está tan dormida que no siento nada.

Con la botella en mano me levanto con dificultad y cuando lo hago el piso se inclina y gira haciéndome trastabillar.

- puta madre –murmuro tratando de recuperar el equilibrio, pero es muy difícil.

Frustrada, vuelco la mesa de cristal que se encuentra en el centro de los sillones y esta termina de la misma manera que el vaso.

Doy otro trago haciendo caso omiso al ardor de mi garganta y mi estómago, y camino con dificultad por la sala tirando todo lo que encuentre a mi camino

- ¿por qué? Primero mi padre muere, luego mi supuesto novio me deja lidiar sola con mi depresión, después Alex casi muere en el accidente de automóvil que tuvo –otro trago. Me río –el pobre Max no corrió con la misma suerte y murió en otro accidente automovilismo ¿y por qué? ¡Para advertirme de que Alejandro era un maldito loco hijo de puta!

Otra risa escapa de mi garganta y le doy otro trago a la botella

- demasiado tarde, ya había caído en sus garras cuando supe toda la verdad –canturreo. –ellos murieron por protegerme, todos a mi alrededor siempre terminan muertos de alguna jodida manera –digo con tristeza

- Él me convirtió en lo que soy ahora, él me arrastró al infierno para que mis demonios me torturaran, él me destruyó –susurro -¡me odio! ¡Yo debí morir, no ellos! ¡Debería matarme para acabar con todo esto! ¡¿Por qué todos me abandonan?!

Escucho ruidos en la entrada y segundos después la puerta es abierta dejándome ver a mi mamá, Robert, Ellery y Tadeo. Todos me miran sorprendidos y miran horrorizados todos los cristales rotos esparcidos por el suelo.

- Aremy –susurra mi mamá con ojos llorosos al ver la botella semi vacía en mi mano y otras vacías en el suelo.

- hola, madre –sonrío burlona –vienes a tiempo, estaba dando un pequeñín discurso sobre la mierda que es mi vida

- Aremy, deja la botella en el suelo –me habla mi mamá como si fuera un niño. Frunzo el ceño con la ira creciendo

- ¡no soy un maldito niño para que me hables de esa puta manera tan estúpida! –doy otro trago

- ¡Aremy! –me regaña Robert con los ojos ligeramente abiertos por la sorpresa, eso me hace sonreír

- ¿qué? ¿Acaso no conocías esta parte de mí? –Largo una gran carcajada -¡eres igual que todos! piensan que soy una niña buena que se traga todas sus mierdas y hace lo que le dicen como si fuera un maldito perro. ¡Pues no lo soy!

- Aremy, tranquilízate y deja la botella para que podamos hablar –dice suavemente mi mamá

- no, ella es la única que me entiende en estos momentos, ella ahoga mis penas –digo abrazando contra mi pecho la botella. Ella es mi amiga, nunca me abandonará.

- ¿Cuáles son tus penas? –dice suavemente Ellery... esperen ¡Ellery!

- ¡rubia! Verás, todos a mi alrededor terminan muertos y si no quieres terminar como ellos es mejor que te alejes de mí y corras muuuuyy lejos

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