Y Jimin, por desgracia, había quedado tirado a la fortuna, una cruel fortuna.

Gruñeron al unísono, sus besos se habían descontrolado completamente, Jungkook lamió su labio que anteriormente tenía un hilo de sangre. Al desnudo se encontraban, creando ficción con sus cuerpos mientras sonidos inesperados escapaban de sus labios, desesperados. Inconmensurable era aquel sentimiento en el que se dejaban llevar sus anatomías.

La relación de estos amantes se iba incrementando cada segundo, cada minuto. Entonces la mente de Jungkook comenzó a traicionarla, de la peor forma.

¡Te amo Jiminnie!

¡Yo mucho más, y nunca me cansaré de decírtelo!

Yoongi se movió de su posición para ubicarse sobre el menor. Acto seguido, experimentó el organismo del castaño con embestidas que al principio fueron delicadas y lentas, como si se tratara de su primera vez.

Te... amo... Jimin.

Cuerpos sudados era poco para describir aquella situación, seguían moviéndose cual danza lenta y pausada se tratara. Sus ojos no mostraba más que lujuria y deseo el uno por el otro. Sólo sería un momento.

Te...

Aquella habitación que hace minutos atrás tenía el aroma a lavanda ahora estaba impregnado de jadeos, en cada rincón. Pasión, en cada centímetro.

Deseo...

Nunca te haría infiel, Jimin. Yo sólo te amo a ti.

Sintió presión en su anatomía, arqueo su espina dorsal y gruño sonoramente adquiriendo la completa atención de su amante. Compartieron miradas.

Yoongi...

Los movimientos pélvicos se tornaron más violentos y Jungkook sentía que tocaría el cielo. Sus ojos se encontraban cerrados en busca del paraíso. Yoongi le miraba para sentir su adquisición. Un logro nuevo para él, obtener completamente su cuerpo.

Adueñarse de Jeon Jungkook sería su condena infinita, y no se arrepentiría.

Se tomaron de las manos, para crear un mejor impacto. La habitación era un infierno, caliente y pecador. Sus cuerpos apegados, sujetos al afán y la ambición, ambos motores del momento. Tomaron de las riendas la tentación y se dirigieron al clímax, tras embestidas endemoniadas. El dolor era poco para la lujuria, les daba igual. Y el clímax llegó a su fin, consumiendo sus cuerpos en espasmos que los hicieron caer rendidos uno sobre el otro, con una respiración exageradamente irregular.

Te amo Jungkook.

Mirándose los rostros, con pequeñas sonrisas, satisfacción era lo que habían obtenido. Se cubrieron con las pocas sabanas que no habían subido arrancadas de su lugar, así pasaron minutos, con sus cuerpos apegados el uno al otro en busca de una señal para no arrepentirse.

Yoongi buscaba una señal para quedarse.

Jungkook, para no sentirse mal consigo mismo. Cayó en la cuenta de que había hecho infiel, de la peor forma. No se podía comparar la forma en la que se sentía ahora a cómo se había sentido cuando sólo le beso. Despreciable, era poco.

Pero ya estaba hecho, al igual que el daño.

—Deberías irte, Jimin vendrá.

Fueron palabras firmes dirigidas a la mente de Yoongi para hacerlo aterrizar.

No formuló ninguna palabra, ni un sonido. Sólo recogió sus ropas que estaban regadas por el suelo de la habitación, se vistió y por último le dio un beso a Jungkook, haciéndolo reaccionar.

—¿Qué? ¿Acaso estás loco? ¡Jimin nos puede ver!

—¿Y qué? Hemos hecho algo peor.

Aquello le llegó como balde de agua fría. Tenía razón Yoongi, y nada lo evitaría. Lo hecho, hecho esta.

Y se retiró sin más de la habitación, dejándolo perplejo en su desnudez, intentando reaccionar con una respuesta coherente que contrarreste lo dicho por su amante.

Pero no hubo ningún resultado.

Ahogado en el emanante aroma del sexo, salió de su habitación para prepararse algo de comer mientras se preguntaba porque Jimin aún no llegaba a casa por lo que decidió mensajearle.

«Amor, ¿cuándo vendrás? Te extraño»
—21:35 PM.

Cenar solo no era una gracia.

«Tuve un percance, volveré mañana»
—21:37 PM.

«Te extrañare mucho Jiminnie, nos vemos mañana entonces. Te amo»
—21:38 PM.

Su corazón se estremeció, nunca le había dolido tanto el decirle «Te amo» a alguien. Pero Jungkook tenía razones de sobra como para saber porque su corazón se encontraba en tal estado.

«Igual te extrañare Kookie, yo también te amo»
—21:40 PM.

Dejó su celular a un lado mientras sus lágrimas se derramaban como cual vaso lleno de agua por sus ojos.

Le amaba. Y eso le dolía, muy profundo en su pecho, se estremecía. Caía en el pensamiento de que no merecería a Jimin, era tan perfecto como para estar con el.

Un ángel.

Pensó en llamarle, confesarle tal impúdica acción que había realizado sólo hace unas horas, pero no... No se atrevió.

¿Tanto le amaba como para dañarlo más?

Ni él podría explicarse más allá de decir «Te amo» y «Lo siento». Jimin le pertenecía y le pertenecería, para siempre, era su cariño, era suyo.

Prefirió dormir en el sofá para no sentirse tan culpable, para así recobrar fuerzas y trabajar, ayudando a la gente que lo necesitaba. Recobrar fuerzas y ánimo para ver a su amado.

Que por cierto él no sabía que sería la últimas vez que llamaría «Cariño» a su cariño.

Su Jimin.

AVEUGLE ¡! VMINWhere stories live. Discover now