Capítulo 9

1.2K 133 30
                                    


Eddie corría por las calles repletas de personas concentradas en sí mismos. Su respiración era errática y su corazón latía más de lo normal. Sus piernas dolían al igual que su cabeza. Sus ojos rojos y con rastros de lágrimas buscaban un lugar dónde esconderse. Chocando con cada persona enfrente de él, entró a un callejón el cual se encontraba ligeramente alumbrado por la luz del día. Se ocultó tras unos botes de basura, sentándose en el piso y cubriéndose con una sábana que encontró a un lado.

–¿Dónde se metió ese idiota? –Preguntó uno de los hombres que lo perseguían.

–No lo sé, –respondió otro–, pero debemos encontrarlo rápido. El jefe se va a enojar. –Dijo con disgusto.

Eddie sacó un poco su cabeza para espiarlos. Ambos estaban con una pistola en mano observando cuidadosamente todo el lugar.

–No está aquí, –comentó asqueado revisando un bote de basura.

Eddie sólo mantenía los ojos cerrados fuertemente, rogando porque se fueran lo antes posible. 

Escuchó unos pasos alejarse rápidamente y al ya no oírlos, pudo soltar el aire de sus pulmones. Tomó su cabeza entre sus manos y las lágrimas se hicieron presentes. Se sentía indefenso, débil... herido. 
No sabía si ella estaba bien o estaba herida. Quizás estaba muerta.

El simple pensamiento de que pudiera estar muerta hacía que un nudo creciera en su garganta y su cuerpo comenzara a temblar. 

Capitán América.

Ella había ido por él, quizás él la había matado.

Sus manos se cerraron fuertemente formando un puño con ellas, sus ojos se llenaron de enojo. Quería venganza... y la tendría.


(...)


Dolor.

Eso era lo único que ella sentía en esos momentos. No tenías fuerzas ni intenciones de mover su cuerpo u abrir sus ojos para ver en qué lío estaba ahora. Cada pulgada de su cuerpo sentía dolor, más su cabeza dónde sólo podía escuchar voces y revivir pequeños fragmentos de momentos que compartió con Eddie. Sólo con él. 

Movió sus extremidades sólo para asegurarse de que aún podía hacerlo; segundos luego de hacerlo comenzó a escuchar voces de personas que definitivamente no venían de su cabeza. 

No podía distinguir de quiénes era o siquiera le resultaban familiar, así que supuso que eran personas que no conocía. 

Estaba en algún lugar, sin poder moverse, sin la noción del tiempo junto con personas desconocidas. Gran día, se dijo a sí misma.

–¿Estará bien? 

Escuchó a lo lejos.

Optó por quedarse quieta y dejar que, quiénes sean, piensen que está inconsciente para lograr conseguir un poco de información sobre lo que había pasado.

–Seguro, Cap.

¿Cap de Capitán?

–Me preocupa, recibió un golpe fuerte, –el enojo podía notar en la voz masculina de éste.

–Sólo fue un pequeñito golpe...

La pelirroja no pudo evitar soltar un gemido cuando comenzó a sentir como si golpearan su cabeza.

Ambos hombres presentes se alarmaron al escucharla.

–¿Qué le pasa? –Preguntó Steve preocupado colocando una mano en la frente de ella y otra en su brazo.

RUBY STORM | ROMANOGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora