Prólogo

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"A mi princesa dormida, a la luz de mis ojos, a mis sueños aún sin forma ni nombre, a la hija que tanto deseo y que ahora sólo es una pequeña parte de mi pensamiento.

A ti y sólo a ti van dirigidas estas cartas, porque vas a nacer y crecer en un mundo extraño, un mundo diferente al mío y en el que, quizás, algún día te lleven muy lejos de mí. Por eso quiero regalarte este cuento, este pedacito de verdad, para que parte de mi esencia (de mi verdadero yo) te acompañe allá donde vayas.

Sé que vas a leer cosas que te sorprendan, que te hagan cuestionar tu forma de ver el mundo... no es mi intención manipular tus creencias, pequeña, yo sólo quiero que pienses por ti misma y que nadie decida por ti. Espero que saber que tu madre era más que lo que has visto y que lo que te han contado te anime a tomar un día las riendas de tu futuro (pero cuídate, no hagas tonterías) y escribir tu destino.

Pero, sobre todo, no olvides una cosa muy, muy, muy importante: siempre te he querido, incluso antes de que existieras".


Gabriela cerró su diario. El diario que había decidido empezar a escribir porque, aunque aún era pronto para confirmarlo, su intuición le decía no sólo que estaba embarazada, sino que lo que crecía dentro de su vientre era una niña.
Sabía que en unos meses su embarazo se haría evidente para todos, por lo que no le quedaba mucho tiempo para poder plasmar su historia en papel. El Destino, una vez más, le iba a dar aquello que más deseaba para luego arrebatárselo como ya había sucedido otras veces...

- Princesa, debo recordarte que esta noche cenamos en casa de mis padres, deberías empezar a arreglarte...

La voz de su prometido la sacó de su ensimismamiento. Le dedicó una leve sonrisa y se levantó en dirección al baño. Al pasar a su lado él le besó suavemente en la mejilla con la ternura que le caracterizaba y ella le miró con dulzura e infinita tristeza. Sí, el destino era cruel, hubiera sido más fácil si Alejandro hubiese sido un hombre severo y mujeriego que sólo buscase una mujer florero a la que mostrar, pero la realidad es que su prometido era un caballero ejemplar que la amaba con locura. Y en cierto modo ella también lo quería, pero su maldito corazón seguiría perteneciendo eternamente al único hombre que jamás podría tener.

Cartas a mi hijaWhere stories live. Discover now