Bajo la luna (primera parte)

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Nunca podré olvidar el día de la muerte de mi padre y los que lo siguieron. Lo más duro fue darle la noticia a mi madre cuando volvió a casa después de visitar a mi abuela.

Aún tengo clavado en el alma el grito de dolor que dio y cómo se abalanzó sobre mi padre, el amor de su vida. Nunca te he hablado de ellos, pero mis padres representaban mi ideal de lo que debía ser un matrimonio. Se habían conocido el primer día de universidad y desde entonces siempre estuvieron juntos.

Tenían sus peleas, como todo matrimonio, pero nunca se iban a dormir sin haber hecho antes las paces y a pesar de llevar 25 años casados, seguían amándose y dándose muestras de cariño: besos robados, abrazos, tomarse de la mano al caminar... siempre juntos, siempre fieles. Siempre enamorados.

Para mi madre perder al compañero de su vida fue un golpe muy duro, estaba destrozada, así que tuve que hacer de tripas corazón y mantener la calma por ambas. Una vez dejé a mi madre más tranquila atendida por los paramédicos que aún seguían ahí, tuve primero que atender a los policías y contarles todo lo que había pasado desde que llegué. Por fortuna fueron rápidos ya que entendieron no era el momento y me dijeron que sólo volverían si fuera necesario pasados unos días.

Una vez se marcharon, empecé a llamar uno por uno a mis familiares para darles la noticia y, después, empecé a preparar tila para los que iban llegando. Hubo un momento en el que me escapé, ya que necesitaba unos minutos para mí. Me conecté al messenger, avisé a Lena y a Rose y luego vi a Sera y a Mikael conectados.

Quería hablar con ambos. A pesar de todo lo que había ocurrido, quería que Sera estuviera a mi lado, aunque fuera como amigo.

Le escribí diciendo que necesitaba hablar con él, pero su única respuesta fue el mensaje automático haciéndome saber que el usuario me había bloqueado. Di un suspiro, todo me daba igual en ese momento.

Iba a marcharme pero de repente se abrió una ventana de chat de Mikael.

- Hola gatita, ¿estás por ahí?

Empecé a escribir para contarle que mi padre había fallecido, pero en el último momento me lo pensé y borré todo lo que había escrito.

- Ey, me pillas en un mal momento, ¿hablamos otro día?

- ¡Claro que sí! ¿estás bien? ¿te pasa algo?

Me desconecté directamente. No me sentía capaz de mentirle, pero tampoco quería decirle la verdad. Éramos más que conocidos, pero menos que amigos. ¿Para qué contarle nada? No es como si se fuese a presentar al velatorio...

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Esa noche y el día siguiente los pasamos en el cementerio, atendiendo a los amigos y familiares que iban llegando. Me sorprendí mucho cuando la tarde siguiente aparecieron Rose, Lena y otros amigos con una bolsa llena de chocolate y galletas. No era consciente de que llevaba 24 horas sin probar bocado, pero ellos estaban en todo. Siempre he tenido muy buenos amigos con los que contar, espero, hija mía, que algún día tú también los tengas.

Se quedaron acompañándome hasta que cayó la noche. Entonces una tía me dijo que fuera a casa a darme una ducha y descansar un poco ya que ella se quedaría con mi madre. No lo pensé mucho, estaba agotada.

Rose me llevó a casa y me preguntó si quería que me quedase con ella, pero rechacé su oferta. Tenía que enfrentarme sola a la perspectiva de la casa vacía o no sería capaz de seguir adelante.

Estaba muy oscuro y Rose se había marchado cuando me bajé a petición mía. Fui caminando despacio, permitiendo que el frescor y olor de la noche me llenase los pulmones y me despejase la cabeza. No me fijé en la figura que había en la puerta hasta que estuve casi delante. ¿Qué hacía allí Mikael?

Cartas a mi hijaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang