2;

1.6K 184 148
                                    

Miles.

Sus ojos se abrieron de golpe al sentir algo moviéndose a su lado, estaba seguro que la noche anterior nadie se había quedado en su departamento, por lo que realmente se asustó. Sus ojos fueron a parar a un pequeño y peludo bulto, que se estiraba con pereza en su propia cama. Frunció el ceño y volvió a apoyar su cabeza en la almohada. Todo estaba en orden, solamente era el gato de su vecino que irrumpía por segunda vez en su casa.
Habían pasado días desde la última vez que vio a Alex, y no tenía ganas de volver a verlo tampoco, era bastante maleducado para su gusto, y sentía que realmente se llevarían mal.
Salió de la cama alrededor de las once de la mañana, y el pequeño animal continuaba durmiendo plácidamente entre las mantas negras. Decidió dejarlo, de todos modos no tenía mucho que hacer ése día y su presencia no le molestaba en absoluto.

Mientras se preparaba un café, su celular sonó arriba de la mesada.

-¿Sí?

-Miles, hola -la voz de Gemma Winters le dio ganas de cortar y volver a contrarse en el desayuno, pero en un intento de ser cortés la dejó que siguiera hablando-. Vic quiere que tomes mis fotos lo antes posible... La resvista saldrá el mes que viene y aún no has dado ni una señal de querer tomar las fotos.

-No estoy pasando por un buen momento sentimental, Gemma, lo siento.

-Mal de amores, ¿quizá? -preguntó en un tono bastante divertido.

-Algo así -mintió.

-Pienso que podría ayudarte si tú me ayudas a mí, cariño -respondió con una risita-. Las fotos deben ser perfectas.

Quería decirle que no podía hacer magia y hacerla ver bonita, pero se contuvo. -¿Qué te parece el jueves? Tengo mucho trabajo programado y tengo que comprar algunas cosas de iluminación primero.

-Claro, estoy disponible para ti -finalizó.

Suspiró y se sentó en la mesa con su taza de café. Su trabajo se hacía estresante con mujeres que simplemente querían al final de la sesión que las llevara a la cama, estaba harto de las modelos que creían que causaban algo en él más que repulsión. Le gustaba más hacer fotos con modelos de verdad, personas que sentían la fotografía como un arte...

Prendió la televisión y se sentó en el sofá con su taza de café caliente. Realmente no le gustaba mirar la televisión, pero odiaba el silencio, y aún estaba adormilado como para poner música. El gato apareció a su lado tiempo después, y se encontró feliz de tener la compañía de aquel felino que se acomodaba en su regazo con demasiada confianza. Lo devolvería en cuanto terminara de desayunar, se sentía bien acariciarlo mientras tomaba café.

Alex.

Cerró la puerta de su departamento y suspiró, James Cook lo miraba enarcando una ceja con una sonrisa, y ni siquiera él entendía como era que habían terminado allí, de nuevo solos, entre cuatro paredes... Era imposible para Alex no caer de rodillas ante esos ojos azules tan profundamente puros. Puros, hasta hacía meses atrás, cuando supo que había estado con alguien más. Sus ojos eran su mayor perdición, cada tono de azul, mezclándose con algunos tonos de celeste, sentía que eran tan profundos como el océano, y siempre había temido ahogarse en ellos para siempre, aunque hubo un momento en el que no le temía a nada que salía de parte de Jamie, estaba tan enamorado de él... No podía mentirse a él mismo, sabía que lo necesitaba, que sus días se habían vuelto monótonos desde que todo se había roto, y lo deseaba más que a nadie en el mundo.

balcony › milexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora