¿Se ha olvidado de mi? |Jack Johnson|

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Te levantaste del sofá, dispuesta a asomarte a la ventana del salón por si tu novio se dignaba en aparecer, pero a mitad de camino, un golpe en la puerta te llamó la atención. Sonreíste y, casi corriendo, te plantaste frente a ella, quedando en medio del pasillo.

Agarraste el pomo y tiraste de él hacia ti; abriendo. Tu amplia sonrisa desapareció al ver a tu hermano, Sammy, cara a cara contigo con una sudadera y sus vaqueros preferidos empapados.

Era navidad, por lo que ese mismo día cumplías cinco meses con Jack. Todo con él era perfecto: sonrisas cada minuto, carcajadas toda la hora, cosquillas por su parte y caídas por la tuya. Pero lo importante era en como acababan aquellas batallas; en besos.

-¡Hola!-exclamó tu hermano, al ver tu reacción-sí, yo también te quiero mucho.

Rodaste los ojos y l dejaste pasar al interior, haciendo que Sam corriera directo al salón nada más escuchar la voz de "Finn el humano". Podríais ser mayores, pero nunca seríais maduros. Cerraste la puerta de la entrada y caminaste detrás de él

-¿Y esa cara tan larga?-pregunto extrañado tu hermano, al verte caminar sin ganas.

-Jack-fue lo único que dijiste.

-Ya, sobre eso...¿por qué no lo llamas a skype?-pronunció con una mueca en la cara.

-¿Por qué se ha olvidado de mi, tal vez?

-No lo ha hecho, llámalo-su tono era serio.

Frunciste el ceño sin entender, para luego levantarte del sillón en el que estabas y subir por las escaleras hacia arriba. No entendías la manera en la que Sammy parecía haberte suplicado por hacer videollamada con él.

Agarraste el portátil y lo colocaste delante tuya en la cama, para que la cámara te pudiera enfocar bien. Viste que estaba disponible, por lo que enseguida le pulsaste a llamar. Todo tu mundo se congeló al verlo. Ojos rojos y mirada perdida. Ni siquiera tenía su típica sonrisa falsa para no hacerte sentir mal. Y entonces, te acordaste de sus palabras hace unos días atrás.

-Tienen que hacerle unas pruebas a mi madre, y si no salen bien...

-Jack, estoy allí en menos de media hora-dijiste firme.

Y así fue. Todo lo que quedaba de tarde la pasaste sentada en su cama, con la rubia cabellera de Johnson en tus piernas, mientras le acariciabas su suave cara. Cada vez que él se movía o levantaba para algo, tú dejabas un casto beso en sus labios, haciéndole sonreír. Haciéndole saber que estabas allí, con él.

Magcon ImaginasWhere stories live. Discover now