Capítulo 1

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Disclaimer: Todo es propiedad de J.K. Rowling

Advertencia: Muy poca trama y mucho Sevmione.

A short love story...

*Sin drama, sin lágrimas, sólo su pequeña historia de amor*

•••

No estaba seguro de si sangraban, pero definitivamente podía sentir las pequeñas marcas en su espalda, en sus hombros e incluso en su cuello. No podía quejarse, pero sí que podía vengarse.

Hermione gimió cuando los labios de Severus dejaron los suyos para dirigirse a su cuello, comenzando a morder suavemente y luego un poco más fuerte con cada embestida de sus caderas.
Estaba segura de que eso iba a dejarle marcas, incluso, sabía que él lo hacía a propósito, pero no tenía forma de evitarlo. No podía y mucho menos quería detenerlo.
— ¿Quiere que me detenga...?— susurró Snape entre jadeos, cuando Hermione gimió especialmente fuerte, atinando sólo a enterrarle las uñas una vez más en la espalda.
La castaña lo contempló con la vista nublada.
— No...
— ¿No, qué?— inquirió el pocionista mordiendo con un poco más de fuerza el hombro de la castaña.
— No, profesor — gimió Hermione en su oído, apretando el cuerpo del pelinegro con más fuerza entre sus piernas.
—Herms, ¿puedo pasar?
Snape rodó los ojos con fastidio.
Hermione palideció por un segundo, pero los labios de Severus sobre los suyos enseguida le hicieron olvidar el enorme problema.
¡Hermione!- insistió el pelirrojo, golpeando la puerta con más fuerza.
— ¿Va a responderle?— inquirió Snape, que había reducido la velocidad y fuerza de sus movimientos.
Hermione le dio un último beso en los labios, sin embargo, cuando fue a abrir la boca, el pocionista la embistió de nuevo, consiguiendo arrancar un agudo gemido de la garganta de la castaña.

¿Hermione?— exclamó Ron desde el otro lado de la puerta — ¿Te encuentras bien?
La castaña había enrojecido hasta la raíz del cabello, mientras que Snape la contemplaba con una sonrisita burlona.

¡Herms! ¡Abre la puerta!

— ¿Intentará responder?— inquirió Snape divertido y algo ocupado con mordisquear el cuello de la joven bruja.

Hermione no respondió, sólo pudo aferrar el cuerpo de su profesor con más fuerza entre sus brazos y piernas, enterrando el rostro en su cuello para ahogar sus gemidos cada vez más agudos. Snape pudo sentir las uñas de Hermione en su espalda una última vez cuando él también comenzó a llegar al climax, sólo atinando a apretar con más fuerza la cintura de la joven bruja, dejando las marcas de sus dedos en la piel de la castaña.

¿¡Hermione!?— Ron golpeaba la puerta cada vez con más insistencia. Pero Hermione estaba muy ocupada en recobrar la respiración, jadeando pesadamente debajo del cuerpo sudoroso de su profesor de Pociones.

— El idiota de tu novio no va a dejarnos en paz...— se quejó Snape, lanzando un hechizo silenciador y sellando la puerta con un flojo movimiento de la varita, dejándose caer después a un lado del cuerpo de la castaña.

— Pudiste hacer eso antes.


Snape la besó una última vez esa noche, porque ambos estaban exhaustos y necesitaban dormir.


A la mañana siguiente, el profesor de Pociones ya no estaba.

•••

Hermione fue advertida, en el buen sentido, por Ginny varios días antes. Ese sería el gran día. Ella había estado emocionada cuando lo supo, hasta el día anterior, una horas antes de irse a dormir, había estado feliz por la gran noticia que le había dado la pelirroja, pero no ahora que Ron Weasley la contemplaba en el centro de la Sala Común con un rosa roja en una mano y toda la Torre de Gryffindor mirando la escena expectantes.

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