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Tal y como nos pidió Max, nos reunimos en el Pozo de nuevo a las seis en punto de la mañana.

Todos tenemos caras de sueño, pero enseguida se me quita cuando veo a todos los osados en fila, con rostros inexpresivos y andando sincronizadamente.

Es entonces cuando lo sé : El fin de Chicago ha comenzado. Sé que, de una forma u otra, nada volverá a ser lo mismo.

- Bien, os quiero a todos vigilándolos. Cada osado tiene que coger un arma y un chaleco - ordena Max, y asentimos con firmeza.

Inconscientemente, busco entre todas las personas hasta localizar a Cuatro y Tris. El primero me asusta, casi parece estar bajo los efectos del suero. Pero sé que no es así. Tris tampoco finge mal, aunque puedo notarla un poco nerviosa. Rezo para que no se tropiece.

Un voz corta el silencio, solo interrumpido por el sonido de botas militares y armas cargándose.

- ¿ Qué haceis ? ¿ Qué pasa ?

Miro horrorizada al osado que se pasea confundido por la sala, y más aún cuando Max asiente en mi dirección.

- Un divergente.

Trago saliva, sé que quiere que lo mate.

- Tranquilo, todo está controlado - le digo, y alzo mi arma para apuntarle.

Pero no puedo. Observo como la pistola tiembla entre mis manos.

Un disparo suena, y bajo el arma asustada. ¿ Lo he matado ?

- Siento habértelo robado - sonríe Eric, y me vuelvo en su dirección tratando de aparentar enfado - ¿ Qué ? Lo echaba de menos.

Max ríe, y parece que no le ha parecido sospechoso mi tardanza.

Miro a Eric, dándole la gracias con la mirada, y él inclina la cabeza en mi dirección.

BETRAYALWhere stories live. Discover now