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Un hombre está de pie en la plataforma del extremo del techo tan tranquilo,como si no acabara de morir una persona bajo él.

Es de piel oscura, y tiene unas arrugas que se le marcan en los ojos cuando los entrecierra. Para ser sinceros, es el miembro más mayor de Osadía que he visto, y eso que no debe de tener más de treinta años. Me pregunto dónde estarán los ancianos osados, porque no se los ve por ninguna parte.

- ¡ Soy Max, uno de vuestros líderes ! - grita para hacerse oír, y todos se acercan para escucharle mejor - La sede de Osadía está aquí abajo. Si no reunís el suficiente valor para saltar, vuestro sitio no está en Osadía.

- ¿ Hay agua o algo ahí abajo ?- pregunta Enn a mi lado, y por algún motivo a él parece hacerle gracia.

- Salta y averígualo - le anima bromeando, señalando con la cabeza el agujero sin fondo.

Por toda respuesta, mi compañero (aún no sé si amigo) avanza desafiante haciéndose paso entre los demás iniciados, y se sube al filo de la cornisa.

Lo miró incrédula, y estoy apunto de correr hacia él y apartarle de un empujón. ¿¡ Es que acaso está loco ?! Es mejor esperar a que alguien lo intente primero.

- Bienvenido a Osadía, veraz- sonríe nuestro líder, asintiendo satisfecho.

Ahogo una exclamación al verlo caer, y enseguida me asomo, al igual que muchos otros, viendo como grita mientras se aleja cada vez más, hasta el punto de desaparecer en la oscuridad.

Trago saliva nerviosa, y me uno a la fila que se ha hecho en apenas cinco segundos.

Al parecer, aquí todos están tan locos como Enn.

Cuando llega mi turno y tengo que subir al poyete de piedra, casi me caigo en el proceso de lo nerviosa que estoy.

Max parece notarlo, porque suelta una risa y me observa cruzándose de brazos.

- Me gustaría que tu madre estuviera aquí para verte. Tengo curiosidad por saber cuántas veces te recordaría que hiciste mal en abandonar Erudición.

Esas palabras me hacen reaccionar.

- Y a mi me gustaría que cerraras la boca y me dejaras en paz, pero es lo que hay - le espeto, mirándolo con frialdad, antes de saltar al vacío.

Y mientras caigo ni siquiera puedo gritar ; No sé ni si estoy respirando.

Segundos después, y metros más abajo, choco contra algo, que me hace volver a subir y caer, aunque recorriendo menos distancia que antes.

Cuando dejo de rebotar, extiendo las manos tocando la red para asegurarme de que estoy bien, de que no soy puré de patatas.

No me da tiempo a recuperarme cuando alguien tira de la red, inclinándola, y haciendo que caiga rodando hacia un lado.

Cuando pienso que voy a estrellarme contra el suelo, un fuerte brazo me sostiene.

- ¿ Cómo te llamas ?

Me quedo mirándole embobada. Es muy diferente a como lo recordaba.

- Eh, despierta - me agita la mano frente a los ojos y carraspeo.

- Sí, perdón. Soy Elsie - frunzo el ceño por la pregunta. Puede que sea obligatorio, pero él sabe de sobra cómo me llamo.

- Pues bienvenida a Osadía, Elsie. Sé que soy atractivo, pero la próxima vez no te quedes mirando.

BETRAYALWhere stories live. Discover now