Capítulo 12

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Jin ahogó un grito. Sus ojos ya se habían acostumbrado al fulgor de la sala y ya podía ver perfectamente el panorama que le rodeaba.

El coronel yacía flotando en una especie de campo de gravedad. De su cabeza y sus ojos sobresalían venas azules como las que rodeaban las paredes pero más pequeñas, lo suficiente como para que unas cuantas le rodearan el ojo.

La visión era grotesca. Era inhumano. Flotaba en el centro de una extraña estructura que el teniente Jin no supo descifrar.

El soporte parecía un altar, donde cualquiera podría subir y contemplar el resto de la habitación con ángulo superior. Pero el Coronel estaba literalmente flotando en una posición nada cómoda.

Arqueado de pies y manos, con el pecho disparatado. Casi se podría decir que en esa postura le faltaba poco para partirse en dos.

El teniente se acercó a examinar la estructura. El coronel no se movía. Esperaba lo peor. Comprobó visualmente como se accionaba ese campo de fuerza e intento desactivarlo.

Golpeó una de las venas azules que sobresalían de la estructura, y la maquina se tambaleó. Y vibró violentamente. El coronel reaccionó a su presencia y le miró brevemente con los ojos empapados en extraño líquido azul que parecía estar suministrándole esas pequeñas tuberías.

—Tranquilo coronel—gritaba el Teniente—. Le sacaré de ahí.

El Coronel pareció no reaccionar, el teniente esperaba no llegar demasiado tarde. Solo de imaginar que tortura debió pasar y lo que también le podría pasar a Leesa si también había sido capturada.

Leesa. Recordó súbitamente. Estaba con él cuando ese sonido perforador le hizo desmayarse. Eso le hizo temblar. Y si Leesa estaba allí donde él había despertado. Y si la había dejado atrás por pura ignorancia.

Amagó retirarse de la sala y después centró sus ideas. Primero sacaría al Coronel de esa trampa mortal, y después buscarían a Leesa, si fuese necesario toda la tripulación de la Nilo la buscaría.

Metió la mano en el campo de fuerza para agarrar el brazo del coronel, pero esta le devolvió una violenta descarga que lo lanzo varios metros atrás.

Una vez recuperado, volvió a la carga. Esta vez agarró suavemente los tubos del ojo del coronel he intento sacarlos.

Esto provocó una reacción que pilló de improvisto al teniente. El coronel gritó y después solo hubo silencio.

Jin abrió los ojos.

No estaba en aquella sala.

El cielo relucía con un sol rojizo, gigantesco que el teniente no atinó a identificar.

En la instrucción de Jin, se había tenido que estudiar casi todos los sistemas que estaban habitados, y de todas las estrellas a las que estaban sujetos.

Y esta era totalmente desconocida.

Era un planeta jardín, eso era evidente. Hiervas, matorrales y arboles, adornaban la estancia en la que se encontraba. Un arroyo unos metros más adelante y unos herbívoros que jamás había visto estaban pastando unos cientos de metros de distancia, ajenos a esta imprevisible visita.

Se preguntó cómo había podido llegar hasta allí. Pensó primero en la transportación, pero desecho la idea por inverosímil. Quizás era algún tipo de realidad virtual, muy real.

Se agachó y cogió un arbusto del suelo. Parecía muy real.

Una sombra se dibujo sobre él, dejándole a oscuras. El teniente se giró en redondo y al mirar al cielo se quedó enormemente fascinado.

Mass Effect: The old arkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora