Capítulo XXVI

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La semana pasó y no podía dejar de pensar en ese asunto de la llamada, trataba de olvidarlo, pero mientras más quería olvidarlo más lo recordaba. Sentía que esta vez era diferente a lo de hace un año...





Fui al parque con Cameron para tratar de relajarme.
Pero no funcionó, estaba muy nerviosa.
—¿Estás bien, amor? —curioseó Cameron al verme un poco angustiada.
—Si —mentí.
—¿Segura? Recuerda que si pasa algo no dudes en decírmelo, ¿de acuerdo? —asentí y Cameron me dio un beso en la frente.
—De verdad, amor, si algo les pasa no sé que haría yo —me acarició el vientre de casi ya cinco meses.
—Te lo aseguro, estoy bie... ¡Ahh! —grité sorprendida y por el dolor que algo, que me había golpeado el busto, ocasionó.
—¿Estás bien? —preguntó en seguida Cameron angustiado.
—Lo que haya sido me ha golpeado en los pechos, menos mal que no fue en el vientre... ¿quién fue? —levanté la mirada y la vi, estaba parada enfrente de nosotros dos, con un short y una blusa de manga corta y cuello en V, se había vestido demasiado provocativa.
—¿Yenia? —pregunté un poco adolorida y nerviosa.
—¡Ay! lo siento, es que estaba jugando fútbol, pateé el balón y no te vi —aclaró. ¿Lo había hecho a propósito?

El balón estaba a los pies de Cameron. Yenia se incorporó lentamente para recogerlo. La vi, eso si lo estaba haciendo a propósito. Quería que Cameron viera sus pechos.
Volteé a verlo y él estaba viéndo mis ojos. Yo sonreí. 

—Mirame Cam, ¿luzco bonita, no? —Yenia modeló.
—Deberías fijarte por donde pateas, la portería está hasta allá —Cameron ignoró lo que Yenia le había preguntado y le señaló la portería, estaba muy lejos de donde estábamos los dos

—Pues lo siento —Yenia cruzó los brazos—. Oye Cameron, está comenzando a hacer mucho viento y a hacer frío y...
—Entonces no hubieras venido tan descubierta, estámos en épocas de frío —mencionó él.
—Es que creí que haría calor pero no, entonces, como tú traes una sudadera y pues hay que ser caballerosos y...

Cameron voletó a verme, se quitó su sudadera y la deslizó por mis hombros.

—Perdón por no haberme percatado de que tenías frío —me susurró en el oído.

—Gracias —murmuré sonriente.
—¡Espera! ¡no, no! Yo no me refería a ella, me refería a... ¡agh! olvídalo... Mejor deberías ir por un café, en la esquina hay una cafetería, tráele uno a tu novia —sugirió Yenia molesta—. Yo me quedo aquí con ella.

—Gracias, Yenia —él sonrío y se fue por un café para mi. 

¿Qué estaba tramando Yenia? 

Mi corazón se aceleró cuando ella y yo estábamos solas. 

—Su sonrisa es hermosa, ¿no? —mencionó ella y se sentó a mi lado—. Ahora mismo déjalo, yo lo consolaré, ¿de acuerdo?

—Yenia... ¿hablas en serio? —estaba muy confundida.
—Si —sonrió, pero su sonrisa era escalofriante.
—¿Por qué quieres que lo deje?
—Ya te lo dije... y si no lo haces esa maldita criatura de ahí dejará de existir.
—¡Estás loca, estás enferma! —grité.
—¡Cállate! —exclamó—. ¡Cameron es mío, sólo mío y de nadie más!, él no te ama, si te amase entonces jamás te hubiese golpeado, jamás te hubiese humillado tantas veces, si te amase no se hubiese acostado conmigo, si te amase  entonces tu no hubieses sido violada y...

—¡Maldita! —grité enojada y le di una cachetada.

¿Cameron se acostó con Yenia?... y ¿cómo supo que me violaron?, ¿cómo sabe tantas cosas?, ¿acaso ella es la culpable de todas las desgracias que me han pasado?

—¿Cómo te atreves a golpearme? —Yenia se levantó indignada y alzó su mano para regresarme el golpe. Y justo antes de que lo hiciera Cameron la detuvo. 
—¿¡Qué te suscede!? —preguntó él apretándole la mano con fuerza.
—¡Oh, Cam!, es que estabamos jugando y...

—¿¡Qué son todas esas mierdas que le has dicho!?, entiéndelo, ¡YO NO TE AMO!, y aléjate de Andrea,  tú no le harás ningún daño, ¿¡entendiste!?
—Pe-pero Ca-cam...
—¡Lárgate! —exclamó pesado—. Y no me llames "Cam", tú no puedes llamarme así —dijo y Yenia comenzó a llorar.

—Te odio —ella me susurró al oído y se fue corriendo de ahí.

—¿Estás bien? —preguntó inmediatamente Cameron. Yo asentí.
—Tranquila, sé de lo que es capaz hacer Yenia  así que no te preocupes, yo estaré cuidándote —se sentó a mi lado y me abrazó—. No volveré a dejarte sola y sobre el café... no creo que lo quieras ya —dijo un poco burlón y señaló con su dedo el café que se encontraba derramado sobre el pasto—. Ví que Yenia y tú estaban discutiendo así que corrí hacia acá.

Estaba callada, no decía nada.
¿Cómo es que Yenia sabía sobre lo que Leonardo me había hecho? y lo que me dejaba un poco más de intriga, ¿era cierto lo que dijo sobre lo que había hecho con Cameron?

—¿Qué tienes?

—¿Te acostaste con Yenia? —pregunté en seco. ¿Por qué se lo pregunté? Era obvio que era mentira, Yenia sólo dijo eso para hacerme molestar.

Él se quedó en silencio y agachó la cabeza...

—¿Cameron?—entonces... ¿de verdad se había acostado con Yenia?
—Perdóname, Andrea.

Esas dos palabras me dieron un vuelco  el corazón.

—¿Te acostaste con ella?

Él asintió.

—¿De verdad? —las lágrimas comenzaron a salir... ¿me había sido infiel?
—Si... fue esa vez que nos peleamos aquella noche en el automóvil antes de ir a esa fiesta.

Sentía las lágrimas recorrér mis mejillas y caer en mis piernas.

—Andrea... —murmuró—. Perdón por no decírtelo pero, no serviría de nada si te lo decía, solo iba a empeorar las cosas.

Me quedé en silencio, ¿qué podía decir?, ¿le reclamaba? ¿para qué? si esa maldita noche le había aclarado que ya no quería nada con él...

—De verdad lo siento, yo estaba muy mal y triste después de que saliste del auto —me iba a tomar de la manó pero yo la quité... ¿debía reclamarle? ¿debía reclamarle de que en vez de ir por mi prefirió haberse acostado con ella? Si hubiese ido por mi yo no habría perdido mi virginidad de esa forma... —- Bebí lo más que pude, luego llegó ella y pasó...
—No me expliques nada —me levanté con la vista nublosa por las lágrimas—. Debo irme —me quité la sudadera de Cameron y la dejé en la banca.
—Espera Andrea —suplicó él y me tomó de la mano—. Perdóname, en serio —me jaló hacia él y me envolvió en sus brazos—. Yo no estaba en mí, estaba totalmente borracho y...
—Sólo quiero dormir, me siento algo mareada, ¿vale? —dije, lo aparté de mí y me fui.









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