Capítulo IV

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Eran las 11 en punto y esperaba con ansias a Cameron.
Por fortuna Frank estaba totalmente borracho en el sofá de la sala y mi madre y hermana (aunque realmente no lo es) habían salido.
Me aseguré de que la puerta de mi habitación estuviera cerrada.



Pasaron 10 minutos y escuché que algo tocó la ventana de mi habitación.
Rápidamente la abrí y ayudé a Cameron a pasar.
—Hola —me dio un beso en los labios—Hace tiempo que no veía tu habitación—la contempló totalmente.
—Mucho tiempo —murmuré.
—Has cambiado de lugar tu cama, queda perfecta ahí —caminó hacia ella y observó el cuadro que había sobre la pequeña mesita de noche—. ¿Quién es él?
Mierda, mierda, ¡mierda! ¿¡cómo no pensé en quitar esa foto!?, sabía que si el la veía se iba a poner celoso...
—Mi primo —le mentí.
—¿Acaso es... Leonardo? —Cameron miró la foto más de cerca—. ¿Por qué te está tomando de la cintura? —pude ver que apretó los puños —¿Y la nuestra? ¿la has quitado? —aventó la foto a la cama.
—No tiene nada de malo que me agarré de la cintura. Es sólo un buen amigo; sólo eso y ya.
—¿Aún sientes algo por él? —preguntó y clavó la mirada en el suelo.
—¡Claro que no, es sólo un amigo! ¿entiendes? ¡No te pongas celoso!
—¿Cómo no ponerme celoso, Andrea? ¡conozco sus intenciones! Y un amigo no te mira así, un amigo no te agarra así, un amigo no hace las cosas que un novio hace —levantó la mirada y me vio—. ¿¡Aún lo amas!?
—¿¡Qué tonterías estás diciendo, Cameron!?
—Te estoy preguntando ¿¡aún lo amas!? —levantó aún más su tono de voz.
—¡No Cameron, no lo amo!, pero aún así ¡Él es mucho mejor que tú!—sus ojos se abrieron inmediatamente como platos, su puño se cerró aún más con fuerza. No debí haberlo dicho de nuevo. Cada vez que peleábamos siempre se lo decía. Es por eso que Cameron odia a Leo, y por otras razones más... —Él estuvo ahí secando todas mis lágrimas que tú causabas, él me quiere más de lo que tú me quieres, él me hace sentir bien, él me hace sonreír, él estuvo ahí para decirme que todo iba a mejorar, él estuvo ahí para darme un abrazo y dime ¿¡tú dónde estabas!?
—Leo, Leo, Leo, Leo —me arremedó—. ¿¡Quieres dejar de hablar de ese idiota!?
—Discúlpame, pero él idiota no es Leo. Y ¿sabes qué? Leo me merece más que tú a mi —dije y Cameron dio una fuerte patada a la mesita de noche he hizo que el libro que estaba sobre ésta se cayera.
—Michelle es mucho más inteligente, mucho más bonita, mucho más cariñosa —cada palabra que decía era una acuchillada al corazón —mucho más fuerte, mucho más simpática...
—¡PARA! ¡NO SIGAS HABLANDO MÁS! —lo interrumpí.
—¡NO ME CALLES!—gritó furioso—¡SI LEONARDO ES MUCHO MEJOR QUE YO ENTONCES VETE CON ÉL!
—Pues eso haré —crucé los brazos.
—Eres una... —alzó su mano y yo inmediatamente cubrí mi rostro con mis manos.
Estaba esperando lo peor, pero su mano jamás toco mi rostro. Alcé la vista y vi a Cameron sentado en la orilla de la cama respirando profundamente.
—¿Podemos parar de pelear? —susurró.
Caminé despacio hasta quedar parada frente a él.
Él alzó su vista y me miró. Sus ojos  seguían siendo tan hechizantes como la primera vez que lo vi. 
Cameron me tomó de la cintura, me jaló y me recostó sobre la cama y él se subió sobre mi tratando de no lastimarme.
—Perdón por lo que dije de Michelle—cerró sus ojos con fuerza —Perdóname Andrea...
—Y tú perdóname por haber dicho todo eso de Leo—él suspiró y se recostó a un lado de mi.
Nos quedamos en silencio un buen rato hasta que yo comencé a hablar.
—¿Recuerdas? ¿recuerdas cuando eras más detallista? ¿recuerdas cuando la pena no existía en nuestro diccionario? ¿recuerdas cuando me decías cosas lindas? ¿recuerdas esos momentos en los que hacíamos tonterías juntos, y no nos cansábamos de hacerlas?
Él no dijo nada, se quedó en silencio.
—Por favor, dime algo...
—Todo lo recuerdo perfectamente —se incorporó y se sentó en la orilla de la cama—Pero el día que te vi de la mano con él, que te vi besándote con él. Y ese día no sólo pasó eso... Pero todo en mi cambió —ahora yo me quedé en silencio—. ¿Aún preguntas si recuerdo?




¿Esto es amor?Where stories live. Discover now