¿Nunca has dudado de tu sexualidad?
Caleb es un joven de 15 años que está empezando a descubrirse a sí mismo, después de una tormentosa relación con una chica. El problema empieza cuando nuestro protagonista se da cuenta de que otro adolescente llam...
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+¿Osea, que antes de que fuéramos a Valencia estabais ya juntos...? –pregunto intentando entender todo bien.
–Se puede decir que sí –responde ella. –Nunca hablamos si éramos novios o no, pero nos liábamos muchos días así que se puede decir que éramos novios.
+Sabes, creo que me voy a ir a dormir –digo yo queriendo acabar esta conversación.
–¿No te habrás cabreado por algo que he dicho? –pregunta Sara al ver mi repentina despedida.
+¿Yo?, no –responde falsamente. –¿Por qué tendría que cabrearme?, ni que Jaime fuera mi novio o algo.
–También es verdad –dice acompañado de unos emoticonos riéndose. –Buenas noches.
+Buenas noches –respondo apagando la pantalla del móvil.
Entonces me levanto de la cama y le pego una ostia a Jaime en toda la cara.
+¡Eres un cabrón! –le grito a pleno pulmón.
–¿¡Se puede saber que cojones te pasa ahora, Caleb!? –dice él levantándose de la cama sobresaltado por mi golpe.
+Me lo ha contado todo Sara, eres un cerdo –respondo cabreado.
–Caleb, ya lo hemos hablado, fueron solo unos besos –replica él tocándose su enrojecida mejilla con la mano.
+Sí, unos besos y un polvo antes de Valencia –respondo.
–¿¡Un polvo!? –pregunta él.
+Mira, no te hagas el tonto. –respondo yo indignado. –Sabes perfectamente de lo que estoy hablando.
–¡Pero que yo no he hecho nada más con esa chica! –insiste él.
+No te creo, me has mentido –digo yo cruzándome de brazos.
–¿En serio crees que yo podría hacerte eso? –pregunta él mirándome a los ojos.
+Sinceramente, ya no sé qué pensar de ti –respondo yo.
–Además, ¿Para que iba a empezar a salir contigo si supuestamente me estaba acostando con ella? –vuelve a preguntar él.
+No se, respóndeme tú que lo has hecho –replico yo.
–No merece la pena esto, no me vuelvas a hablar en tu vida –dice él acostándose en la cama que he abierto al ldo de la mía. –Me voy a dormir porque no tengo ningún sitio al que ir, pero a primera hora estoy saliendo por la puerta.
+Perfecto –respondo yo también metiéndome en mi cama.
Y así fue. Por la mañana, Jaime cogió sus cosas y abandonó mi casa sin decir ni una palabra. Yo lo único que hago cuando oigo el sonido de la puerta al cerrarse es echarme a llorar.
