Capítulo 22: Peleas y mucho amor

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Casi llegábamos cuando el hombre volteó a Adam golpeando su mejilla derecha, Adam cayó al piso y pateó al hombre en el estomago tirándolo contra una de las mesas, las demás personas solo veían lo que pasaba, otros dos hombres que estaban en la barra tomaron con fuerza a el hombre que venía hacia Adam con furia.

– Creo que es mejor que se vayan – dijo uno de ellos.

– Adam vámonos de aquí – le dije y salimos del lugar, nos subimos a la motocicleta y arrancamos.

Íbamos por un camino solitario para volver a casa, ninguno de los dos hablaba hasta que Adam detuvo la motocicleta.

– ¿Estás bien? – me preguntó.

– Sí, ¿y tú?... tu labio está sangrando – le dije.

– No importa – dijo limpiándose la sangre – ¿Vamos a casa?

– Sí, vamos a curarte y a que descanses – le dije.

Adam encendió nuevamente la motocicleta y manejó hasta que llegamos a casa, lo acompañe a guardar nuestro transporte y cuando caminábamos para entrar en la casa, tropecé y caí...

– ¿Estás bien? – me preguntó Adam preocupado.

– Sí, creo que sí, ayúdame a levantarme.

Adam tomó mi mano para levantarme pero yo lo detuve.

– ¡Espera, me duele!

– ¿Te lastímate el tobillo? – me preguntó agachándose.

– Sí, vamos, ayúdame a entrar a la casa.

Adam me levantó, yo rodeé su cuello con mi brazo y me ayudó a entrar a la casa, lo use como muleta hasta que llegamos a mi habitación, entramos y él me dejó en la cama y se sentó a mi lado.

– ¿Quieres que me vaya? – me preguntó.

– No, quédate un rato más – le dije.

– Bella, la chaqueta no es el único regalo que te tenia esta noche.

– ¿Ah sí? – le pregunté – ¿Cuál era el otro?

Adam sacó un camafeo de su bolsillo y me lo entregó, se acercó a mí y me besó, yo abrí el camafeo y dentro tenía dos fotos una era mía y la otra era de...

– Es hermoso el camafeo, me encanta pero Adam, ¿Quién es él? – le pregunté.

– Es mi padre – me dijo él – Tu y él son las dos personas más importantes de mi vida.

– ¿Y donde está él?

– Muerto – dijo suspirando y bajando su mirada – Nunca lo conocí, nunca hablé con él, pero mi madre me decía que era una gran persona amado por todos; murió antes de que yo naciera.

– Lo siento mucho Adam... Entonces Grecia y Clara... – decía cuando Adam me interrumpió.

– Son mis hermanas pero hijas de otro hombre – me dijo.

Me acerqué a él y entonces me besó, fue un beso largo y hermoso lleno de emociones, cada segundo era mucho más mágico que el anterior, nos perdimos y en un momento Adam comenzó a desbrochar el cierre de mi vestido...

– ¿Adam que haces? – le pregunté.

– Yo... Lo siento Bella – dijo él intentando levantarse pero yo lo detuve.

– ¡Espera! – le dije – No te vayas, es solo que... Nunca había hecho esto.

Adam comenzó a besarme nuevamente y entré besos me dijo:

Estoy Viva © Where stories live. Discover now