Cambio de enfoque

5 4 0
                                    

"De fábrica ya vino siendo honesto, el hombre y su maldad se encargaron del resto..."

-Zatu

.

El aire tenso se mantuvo por dos días, y todavía no llegaban. Era increíble lo mucho que se estaban tardando, sobre todo viendo tan cerca el lugar al que se dirigían. Y hablando de dirigir... ella seguía sin dirigirle la palabra. Él comenzaba a odiarse más de lo habitual, y estaba confundido, claro. Sabía que lo que había hecho era sólo por intentar protegerla, y que el tipo del suelo probablemente no hubiera tenido salvación de cualquier modo. La respuesta a sus dudas estaba otra vez en una suerte de caja de Schrödinger; por un tiempo, debían confiar en las vagas palabras del soldado hasta saber con más detalles la explicación sobre lo que había pasado. Hablar con otros no le había sido muy útil, todos sabían tan poco como él. 

Bueno, un chico un par de años mayor que él le dio un dato que desconocía, aunque este desconcertaba al chico más de lo que aclaraba su bruma. "El viejo dijo que hubo otros veintisiete casos como ese, hasta donde él sabe". Él tragó fuerte. El viejo era un militar de alto rango que solía recorrer en un ida y vuelta el camino que marcaban; y conversaba muchísimo, era un poco molesto a veces, por esa actitud pedante que caracterizaba a prácticamente todos los soldados, y la misma maldita respuesta que daba a cada quien que le preguntara, todo el tiempo, cuando le hacían la misma interrogante: "Estarán llegando a la base en un día, más o menos." Qué bastardo.

Tampoco era algo tan grave, pero todo lo irritaba demasiado fácil luego del violento episodio de hacía unos días, además sentía que apestaba, lleno de tierra y sudor, y sin poderse bañarse. Por si fuera poco, las notificaciones de los altavoces se lo recordaban varias veces por día.

Se obligó a hablarle bien al joven, por la gratitud ante su dato. Pero se apuró a irse cuando este se mostró con ganas de seguir conversando. Él no quería, al menos no con esa persona en específico. Con nadie que no fuera ella, para ser sinceros, pero aunque era de personalidad insistente por naturaleza, ya lo había intentado algunas veces, sin resultados.

Decidió tomar una última chance, si no, se dijo, la dejaría en paz. Habían compartido buenos tiempos juntos, pero si una situación como la que habían pasado significaba este frío, era señal de que tal vez debían seguir cada quien por su lado, por muy poco que le gustara la idea.

Ahí estaba ella. Reconocía su figura, entre tantas otras que vagaban cansadas. Su andar había cambiado, sin embargo. Tal vez el odio había conseguido encorvarla, como el miedo y el cambio no habían podido. 

Se acercó con seguridad, repitiéndose a sí mismo lo que le diría, dándose valor para hacerse escuchar, y dejar en claro las cosas, al menos, antes de marcharse. Acercó su mano y la posó en su hombro, firmemente, en lo que pronunciaba su nombre y tomaba aire para continuar hablando.

No tuvo oportunidad. Ella se abalanzó contra él y le apretó el tronco con ambos brazos, sintió sus espasmos, y la tela que le cubría el pecho humedecerse. Tal vez sólo la carcasa era fuerte, todos eran personas debajo de eso. La abrazó devuelta.  

Fuera de la tierraWhere stories live. Discover now