Endémico

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Con el edificio militar haciéndose cada vez más grande, era difícil no pensar en la conversación que habían tenido la otra tarde. ¿Qué les esperaba? ¿Podían confiar en quienes decían protegerlos? Se suponía que estaban ahí para ayudar a restablecer la raza, e intentar empezar de nuevo, resurgir de sus cenizas. Pero qué pasaba cuando el incendio era creado por ellos mismos? 

En el caso de él, costó decir que sí cuando lo reclutaron para el viaje. Se sentía culpable por el cercano fin de su mundo, aunque sólo era uno más de los que heredaban el problema, llevaba la carga de ser de su especie. 

Para ella, en cambio, fue fácil aceptar. Vio que todo terminaría de no hacerlo, y no de una forma muy bonita. No tenia mucho que dejar atrás, y siempre había soñado con vivir una aventura. 

Ahora, sí compartían algo: Ninguno de los dos podía negarse. Era una elección arbitraria irrevocable por parte del gobierno. O lo que quedaba de él, con un pacto de varios países que apenas se mantenía en pie, al igual que el resto del planeta. 

Podía decirse que el humano era un problema endémico del mundo. Generaban destrucción masiva con sólo apretar un botón, eran capaces de extinguir especies con fines totalmente inútiles, de maneras que eran evitables. Creaban ideologías bobas que lavaban mentes como si tuvieran las respuestas. Respuestas al problema que ellos mismo habían formado. Lo habían demostrado una y otra vez. Hubiera sido un fractal, de haber tenido la Tierra fuerza suficiente como para aguantar tanto... pero obviamente las cosas no funcionaban así.

Los soldados volvieron a pasearse con sus cajas llenas de comida sintética, prácticamente la única que conocían. Ese sí era un punto para el nuevo mundo: la sola idea de tener alimentos reales, sacados de la naturaleza, frescos, que tuvieran sabor, era suficiente para querer quedarse.

Conversaron largo rato sobre sus teorías de cómo serían las cosas a partir de ahora. Todo lo que decían era utópico y alentador, y ni ellos se lo creían, pero era divertido, y necesitaban alimentar un poco esa esperanza maltratada, así, si se llevaban un golpe bajo, no sería tan duro; y si las cosas realmente iban bien, tampoco iba a ser un sentimiento tan brusco que los tarase. Necesitaban estructurar sus mentes, al igual que todos los que caminaban con ellos. Jóvenes que en cualquier otra época o circunstancia podrían haber estado llenos de vida, pero sus realidades y miedos los habían convertido en muertos vivos, que a veces conseguían ratos tenues de genuina alegría.  

Por fortuna, ellos dos habían conseguido sobrellevar las cosas con bastante nivel, y haberse encontrado el uno al otro también ayudaba. Uno podía volverse loco si sólo hablaba consigo mismo en una situación semejante; y los psicólogos que el entrenamiento y condicionamiento les asignaba, tampoco servían de mucho. 

"Prométeme una cosa"

Él se dio media vuelta, sin frenar el paso. Sea lo que fuera que ella dijera, quería verla al hacerlo.

"Juntos hasta el final."

Abrió los ojos de golpe. Una frase sintética y concisa, que requería de mucho para constar de cuatro palabras. Pero la mirada de ella permanecía seria y decidida, así que él se obligó a dejar a un lado sus miedos, y atreverse a jurar algo de lo que en realidad no tenía certezas. Repitió las cuatro palabras, pero con un tono aún más decidido, para que ella pudiera usarlo a modo de sostén, que sin duda ambos necesitaban. Tal vez ella podía ser el suyo, aunque no se diera cuenta, ni se esforzara por serlo. Él haría el esfuerzo por los dos. Y eso bastaría.

Su promesa efímera pareció durar infinitamente en sus cabezas.

"Juntos hasta el final."

Fuera de la tierraWhere stories live. Discover now