Pasos

6 4 0
                                    

Llevaban buen paso, un ritmo constante. Se habían acostumbrado a su entorno, dentro de lo poco que sabían del mismo, y ya ni siquiera se fijaban en las demás personas de sus alrededores; sólo en los militares que los coordinaban en el trayecto, y en las notificaciones que transmitían los altavoces. Éstas últimas, cada vez más frecuentes.

En su mayoría, eran a modo de incentivo, pero de vez en cuando transmitían algún audio (antecedido por una molesta instrumental de marcha) que le informaba a los nuevos pobladores que se declaraba limpia o habitable una nueva zona, y que se iniciaban los preparativos para construir en esos lugares. Había quienes aplaudían, e incluso gritaban al aire, como festejando. De todos modos, la mayoría de  las personas se mostraban poco complacidas, o al menos indiferentes ante ese tipo de noticias.

Ella se cuestionó en voz baja. ¿Qué prefería? ¿En serio le resultaba mejor encontrar al planeta con sus puertas abiertas? Tal vez lo mejor era aceptar la extinción de la especie, y dejar que pasara lo que tuviera que pasar. La naturaleza hacía lo suyo por algún motivo, no eran "fallas", pero los terrícolas no entenderían eso nunca, o al menos sus dirigentes. 

Una patada a la piedra blanda del suelo, y la tierra que despegó formó una pequeña nube, que desapareció rápido, detrás de sus pasos.

"¿Estás bien?"

Asintió de forma poco convincente. Él percibió el mensaje: era claro que algo le pasaba, pero no debía indagar en la mente de ella si esta no le daba su consentimiento. Intentó cambiar de tema, para al menos seguir hablando, ya que era lo único que podían hacer, además de lo justo y necesario para el camino, pero ella no se mostró receptiva. Solía hacer eso, cerrarse a pensar. Y cuando eso pasaba, él debía olvidarse de que existía por un rato, al igual que ella lo hacía. 


Pensó en lo último que había oído de sus seres queridos. En la última imagen que tenía de cada uno de ellos. No eran muchos, pero comparado con su vida desde que subió a la nave... Los sentimientos eran más infinitos que la distancia que los separaba de su Tierra. En la Casa todos dejaban cosas atrás.

Cosas.

"Es duro cuando te toca dejar a los que amas" Se dijo. "Pero más duro hubiese sido para ellos de haberme quedado. Sólo yo podía ir, no es mi culpa." Repetirse palabras de autoconsuelo era una terapia tortuosa, y poco eficaz. El sólo hecho de recordar sus caras, la hacían quedarse sin aire y le llenaba ambos ojos de esas últimas gotas de agua de la Tierra que vería el mundo. ¿Cómo iba a dejarlas caer? Además él estaba a su lado. Eso no la reconfortaba, no tanto. Sólo la motivaba a seguir en una pieza, de otra forma también podía afectarle, y lo que menos quería era seguir arruinando vidas.

Ahí estaba otra vez; la cuota del ser humano. Era difícil escapar de eso. Podían viajar miles de años luz, como lo habían hecho, y aún así su destino los perseguía como una sombra. Eso no estaba tan mal, ya que por alguna razón, en el nuevo mundo no se formaban sombras con ningún tipo de luz. Pero eso era otra cosa.

Fuera de la tierraWhere stories live. Discover now