28. Tiempo de Navidad

Comenzar desde el principio
                                    

Me mordí el labio tratando de acallar mis risas, pero Peter también comenzó a reírse por lo que ya no pude contener mis risotadas.

—¡Que vergüenza! — exclamé riéndome.

—Dios, pervertiremos a Liv por el resto de sus días.

No sé por cuanto tiempo estuvimos riéndonos, fue tanto que nuestros estómagos dolieron. Ocultaba mi rostro tras mis manos y negaba con la cabeza, no había tenido un momento más vergonzoso que este en toda mi vida. Peter dijo lo mismo.

—Debo irme, hermosa. Investigaré lo que te dije.

Puse una media sonrisa, sabía que el ambiente romántico se había terminado y además Liv estaba a fuera, la idea de que supiera lo que hacíamos no me hacía sentir cómoda. Era el momento de despedirse.

—De acuerdo, pero en serio no te preocupes. Voy a estar bien.

—Lo sé — besó mi frente para después salir de la cama y buscar su ropa —. Te debo un baño.

—Sí — le sonreí.

—¿Asistirás a la cena de navidad?

—Por supuesto.

Lo vi vestirse con una sonrisa de boba. Afuera hacía mucho frío por lo que me aseguré que se tapara adecuadamente. Cuando estuvo listo salté a sus brazos de nuevo y lo miré con ilusión.

—Recuerda que te amo — le dije con una risita.

—Te amo hermosa.

**

—Angela voy a irme esta noche, después de la cena — fue algo bueno que Liv esperó hasta que aparqué el auto para poder soltar aquello. Solté el volante con sorpresa.

—¿Por qué lo dices ahora? — solté.

—Pensé que lo sabías.

—Sí, sólo que no lo recordaba.

Nos quedamos en silencio por un momento, sin atrevernos a seguir la conversación.

—No me gustan las despedidas — se encogió de hombros y me sonrió con desgano.

—Es lo que estuviste haciendo todos estos días, ¿verdad? Los trámites para viajar.

Liv asintió. Le sonreí y le tomé su mano, me gustaba verla crecer y tomar sus decisiones. Parecía que fue ayer cuando corríamos por los pasillos de mi casa. Ella parecía estar cómoda con todo, con esa vida tan dura, pero si para ella todo estaba bien no había ningún problema.

—¿Cuándo regresas? — pregunté, sin ánimos de bajarme del coche aún.

—No lo sé... — me giré para mirarla, ¿cómo es que no lo sabía? Ella suspiró — Bruno quiere que me encargue de los negocios en Inglaterra. Dice que lo hago bien, que tengo mucho potencial y que me necesita allá. Hablé con Elliot, le dije que voy a vivir en Londres y se ha puesto como loco, va ayudarme a instalarme.

—¿Vivirás sola? — ella asintió—. ¿Ya tienes escuela?

—Aún no, voy hacerme cargo de eso en cuanto me instale.

No podía creer lo que mi prima me decía, ella realmente se iba para hacer su vida en otro lado. Me sorprendía lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo.

—¿Mi tía lo sabe?

—Todavía no, pero no tiene por qué influir en mi decisión.

Bajé del auto de un movimiento, claramente sorprendiendo a mi prima de tan arrebatada acción. Fuera pequeños copos de nieve caían en mi atuendo y en mi rostro, una nevada digna de la víspera de navidad.

Peligrosa { #1 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora